Vacuna contra la COVID-19: ¿cuál es su eficacia y cuándose debería dejar de administrar?

  • Paolo Spriano

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Es bien conocido que la protección de las vacunas contra la COVID-19 disminuye con el tiempo, algo que ocurre con muchas otras vacunas. Tanto, que médicos y pacientes dan por sentado que cada año es necesario recibir la vacuna contra la gripe y cada diez años un refuerzo contra el tétanos, pero actualmente no está tan claro si hay que volver a vacunar y cuándo para mantener una protección inmunitaria adecuada contra el SARS-CoV-2.

Durante este último año de intensa campaña de vacunación, muchos estudios han evaluado la eficacia de la vacuna contra la COVID-19 después de un ciclo completo de vacunación, pero al examinar las distintas revisiones sistemáticas de los estudios de eficacia de la vacuna, queda claro que ninguna se ha centrado en la variabilidad de la eficacia a lo largo del tiempo desde la vacunación, lo cual es esencial para aclarar el número óptimo de dosis y el tiempo entre ellas con vacunas existentes.

Disminución de la eficacia: discriminar por resultados

Es crucial saber si la eficacia de la vacuna contra la COVID-19 disminuye frente a los distintos resultados de la enfermedad para poder ajustar las políticas de vacunación, como la necesidad y el momento de las dosis de refuerzo.

Una revisión sistemática seleccionó 13.744 estudios, entre los que se encontraban 78 evaluaciones de eficacia de vacunas específicas (Pfizer/BioNTech-Comirnaty, Moderna-mRNA-1273, Janssen-Ad26.COV2.S y AstraZeneca-Vaxzevria), observaron que 18 de ellos eran apropiados para un metanálisis en el que se estudiara la duración de la eficacia de las vacunas contra la COVID-19.

Los resultados destacaron que:

  • La protección de la vacuna contra la COVID-19 disminuye en los seis meses posteriores a haber recibido el esquema de vacunación completo, pero sigue siendo muy eficaz contra la COVID-19 grave.
  • Según el resultado de interés, la protección inducida por la vacuna contra la COVID-19 disminuye menos para los resultados más graves.
  • La evaluación cuantitativa muestra que la eficacia de la vacuna disminuye a lo largo de 6 meses: un 10 % frente a la infección grave; un 21 % frente a la infección por el SARS-CoV-2; un 25 % frente a la infección sintomática.

Muerte y enfermedad grave

En la mayoría de los estudios, la eficacia de la vacuna contra la enfermedad grave siguió siendo alta (≥70 %) hasta 6 meses después para las cuatro vacunas que se evaluaron (y en particular ≥80 % para las dos vacunas de ARNm). Sin embargo, en el plazo de 6 meses se produjo un descenso de la eficacia o efectividad de la vacuna para las enfermedades graves en una media de 9,5-10,0 puntos porcentuales, incluso entre las personas mayores. Esto es extremadamente importante para el objetivo principal de la vacunación contra la COVID-19: prevenir enfermedades graves y la muerte.

Infección por el SARS-CoV-2

La mayoría de los estudios mostraron una disminución significativa de la eficacia o efectividad de la vacuna a los 6 meses de la vacunación para la infección por SARS-CoV-2 (una disminución de 21 puntos porcentuales).

Enfermedad sintomática

La disminución de la eficacia para la enfermedad sintomática fue de 25-32 puntos porcentuales, con datos heterogéneos en algunos estudios que muestran una disminución mínima de la eficacia de la vacuna con el tiempo y otros en los que la disminución fue sustancial (es decir, ≥25 puntos porcentuales).

Por lo tanto, estos datos apoyan la hipótesis de que la disminución de la eficacia de la vacuna está causada en parte por una disminución de la inmunidad, aunque no se puede excluir la contribución de otros efectos. El efecto de la vacuna en los resultados del SARS-CoV-2 es evidente, con una eficacia de la vacuna inversamente relacionada con la gravedad de los resultados.

La cuarta dosis: una estrategia con perspectivas limitadas

Después de recibir el primer ciclo completo de la vacuna contra la COVID-19, las dosis de refuerzo de las vacunas de ARNm fueron una medida de emergencia, pero en opinión de muchos expertos no son la forma en que estas vacunas deberían utilizarse. La propagación de los brotes de ómicron provocó el uso de dosis de refuerzo para aumentar los niveles de anticuerpos neutralizantes, limitar los casos y reducir la presión sobre los hospitales.

A principios de enero, Israel comenzó a ofrecer la cuarta dosis a las personas mayores e inmunodeprimidas y a los profesionales sanitarios, con la esperanza de proteger a los grupos vulnerables de una ola de infecciones por ómicron. El análisis de un conjunto de datos derivados de una población de 1.050 profesionales sanitarios publicado en el New England Journal of Medicine confirmó que una cuarta dosis de la vacuna de ARNm es inmunógena, segura, pero con modesta eficacia y principalmente frente a la enfermedad sintomática. El ensayo clínico abierto no aleatorizado de la cuarta dosis de la vacuna BNT162b2 (Pfizer/BioNTech) o mRNA-1273 (Moderna) analizó la administración 4 meses después de la tercera dosis de una serie de tres dosis de BNT162b2-

La cuarta dosis dio lugar a una protección adicional contra la infección por ómicron, que en el caso de la vacuna de Pfizer protegió un 30 % más frente a la infección que un ciclo de tres dosis, mientras que en el caso de la vacuna de Moderna la eficacia adicional fue solo del 11 %. La comparación de la respuesta inicial en la cuarta dosis con la respuesta máxima en la tercera dosis no mostró diferencias sustanciales en la respuesta humoral ni en los niveles de anticuerpos neutralizantes específicos contra ómicron. En consonancia con los datos que demuestran la superioridad de una tercera dosis frente a una segunda, los resultados de este estudio sugieren que la máxima inmunogenicidad de las vacunas de ARNm se alcanza después de tres dosis y que los niveles de anticuerpos pueden restaurarse con una cuarta dosis. De hecho, la cuarta dosis aumentó los niveles de anticuerpos "neutralizantes", que bloquean la infección viral de las células, pero sin superar los observados tras la tercera dosis. Se encontraron cargas virales relativamente altas, lo que sugiere que los sujetos positivos eran infecciosos, aunque la mayoría de las infecciones fueron leves y ninguno de los participantes del grupo de control o del grupo con cuatro dosis desarrolló COVID-19 grave. Este estudio de cuarta dosis no tuvo en cuenta a las poblaciones mayores y vulnerables, y en la población joven de profesionales sanitarios observada solo demostró beneficios marginales. Sin embargo, la protección adicional podría marcar la diferencia en los grupos de pacientes de alto riesgo si las infecciones se repiten. Datos que confirman la importancia de aclarar el número óptimo de dosis y el tiempo entre ellas para las vacunas existentes, pero con la vista puesta en las nuevas vacunas contra las variantes emergentes.