Un nuevo índice podría ayudar a predecir problemas de salud mental en los adolescentes

  • Olga Fernández Castro
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Los problemas de salud mental han aumentado entre los adolescentes en los últimos años, tal y como constata el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia. Y que también confirma una encuesta realizada en 2022 entre 1.500 jóvenes de 15 a 29 años por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación FAD Juventud: un 36,2 % declara haber sido diagnosticado alguna vez de un trastorno mental por un profesional sanitario; y hasta ocho de cada diez jóvenes dicen haber experimentado síntomas de malestar emocional durante el pasado año. Los más frecuentes fueron: sensación de tristeza/desesperanza, poco interés en hacer las cosas y problemas de concentración. Por sexo, las mujeres experimentan la sensación de estar tristes, decaídas o desesperanzadas casi 20 puntos porcentuales por encima que los hombres (ellas 66,3 % frente a ellos 47,6 %). “Ha habido un aumento de los problemas de salud mental en la población adolescente y juvenil, no solo hemos notado un incremento de las consultas sino de la gravedad de los problemas. Estamos atendiendo muchos casos de trastornos alimentarios, alteraciones del estado de ánimo, autolesiones y tentativas de suicidio”, afirma a Univadis España Mercedes Bermejo, psicóloga clínica y vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

Un nuevo estudio, que ha analizado la relación entre género y salud mental en adolescentes, propone una nueva herramienta, el Índice de Adherencia al Género (GAI, por sus siglas en inglés), que podría ayudar a mejorar la capacidad predictiva de los trastornos de salud mental durante la adolescencia. “El objetivo de este estudio ha sido entender el impacto que tiene el género o la construcción de género en términos culturales y sociales en los procesos de salud mental de los adolescentes”, declara a Univadis España Xavier Cela–Bertrán, autor principal del trabajo y antropólogo de la salud en la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona). 

Índice de Adherencia al Género

La investigación, que ha sido publicada en la revista European Child & Adolescent Psychiatry, ha analizado datos de 3.888 adolescentes (de 13 a 19 años) de la Encuesta de Salud de la Adolescencia FRESC en Barcelona, buscando la interacción entre sexo, edad y nivel socioeconómico con varios índices de salud mental. 

“El nuevo índice no se basa en el sexo de nacimiento, sino en aquellas conductas o actitudes que por estudios anteriores sabemos que tienen un fuerte componente de género, como es el consumo de alcohol, el de videojuegos o las actitudes relacionadas con el acoso escolar”, explica Cela–Bertrán. Quien añade que el nuevo índice permite calcular si los jóvenes se acercan al modelo de masculinidad hegemónico o están en el lado opuesto y si las chicas tienen adherencia a la feminidad esperada. “Este índice lo cruzamos con salud mental y vemos qué importancia tiene esta adherencia a la masculinidad o a la feminidad normativa o esperada en términos de salud mental”, señala.

Diferencias de género

Los resultados del trabajo encuentran que identificarse como mujer, ser mayor (dentro del rango de edad de 13 a 19 años) y tener un nivel económico bajo repercute negativamente en la salud autopercibida y el nivel de sufrimiento mental en comparación con identificarse como hombre, ser más joven (dentro del mismo rango de edad) y tener un nivel socioeconómico alto. “Vemos que hay un patrón de género en la salud mental de los adolescentes y que no solo responde al sexo de nacimiento. Observamos que las chicas tienen peores indicadores de salud mental: cuanto más mayores se hacen o peor es su nivel socioeconómico, más empeora su salud mental, en general, por el solo hecho de ser chica su salud mental es peor”, indica el investigador. 

Esta diferencia de género también se ve en la práctica clínica: “Hay una serie de trastornos que afectan más a las mujeres: la depresión, los trastornos bipolares y los trastornos alimentarios. Sin embargo, en los hombres suelen ser más frecuentes las adicciones”, detalla Mercedes Bermejo. Quien añade que el género o la identidad de género son variables que deben tenerse en cuenta en la consulta para que, en base a la evidencia científica, pueda hacerse una valoración y un diagnóstico adecuado.

El investigador reconoce que, aunque la contribución del GAI es significativa, su efecto todavía es moderado. “Habría que realizar un segundo estudio y plantear una serie de preguntas en base al género binario y no binario para conseguir un índice más preciso y creemos que tendría más peso estadístico que el basado en el sexo, pero de momento no lo sabemos”, dice. También señala que sería muy útil introducir este tipo de herramientas en el análisis de la salud mental infanto juvenil, ya que “nos daría una información muy valiosa para saber, por ejemplo, por qué hay chicos que no llegan a demandar atención”.