Un biomarcador, capaz de predecir la cardiotoxicidad en el tratamiento de cáncer de mama

  • Ana Villajos
  • Noticias profesionales
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Investigadores del Cima y de la Clínica Universidad de Navarra han descubierto un biomarcador capaz de predecir la cardiotoxicidad asociada a la quimioterapia empleada para tratar el tipo de cáncer más frecuente en mujeres. Este hallazgo ayudará a identificar a las pacientes con riesgo de sufrir toxicidad cardíaca y a prevenir el daño con terapias cardioprotectoras.

Cabe recordar que en el tratamiento del cáncer se emplea una clase de fármacos quimioterápicos (las antraciclinas) que mejoran la supervivencia de los pacientes. Sin embargo, su uso está restringido debido a su cardiotoxicidad.

“El problema en los pacientes con cáncer es que la cardiotoxicidad se detecta cuando ya es demasiado tarde. El daño ya está hecho. Esto incrementa la probabilidad de que en un futuro desarrollen enfermedades cardiacas graves”. Así lo apunta Susana Ravassa, investigadora del Programa de Enfermedades Cardiovasculares del Cima Universidad de Navarra e investigadora principal del trabajo.

No obstante, estudios científicos demuestran que los supervivientes de cáncer tienen un riesgo ocho veces mayor de desarrollar una enfermedad cardiovascular que la población general.

Predecir la cardiotoxicidad del tratamiento
La revista científica ‘Cancers’ publica este trabajo. En el mismo, también han participado investigadores del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Barcelona, del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe de Valencia y del Biobanco de la Universidad de Navarra.

En el mismo, los investigadores han utilizado un péptido derivado de la síntesis de colágeno (PICP) como biomarcador de otra lesión presente en la gran mayoría de las enfermedades cardiacas, la fibrosis. Así, han obtenido resultados prometedores. “Hemos comprobado que la quimioterapia con antraciclinas aumentaba los niveles de PICP. Asimismo, esa alteración se asociaba a un desarrollo futuro de cardiotoxicidad”, explica Ravassa.

Este avance es especialmente relevante en el cáncer de mama como el cáncer más prevalente en mujeres. Particularmente, en aquellas que se han colocado implantes mamarios, los cuales pueden dificultar la valoración cardiológica mediante ecocardiograma. Así, será posible ofrecer a las pacientes, en las primeras fases de la quimioterapia, terapias cardioprotectoras, preferiblemente con efectos antifibróticos, que puedan frenar el deterioro del corazón y la aparición de cardiotoxicidad.

La investigación recalca que en Oncología es prioritario encontrar biomarcadores en sangre que predigan la toxicidad de las terapias sistémicas. Todo con el fin de individualizar estas terapias a las características de cada paciente y de cada tumor.