Tratamiento antibiótico al final de la vida

  • Mirko Riolfi, AULSS 9 Scaligera, Verona
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Este contenido es fruto de la colaboración editorial entre Univadis Italia y la Sociedad Italiana de Cuidados Paliativos.

Alrededor del 50 % de los pacientes pueden desarrollar una infección en los últimos meses, semanas y días de vida. El diagnóstico de la infección se complica por la presencia de síntomas que suelen ser inespecíficos y comunes al estado de deterioro que precede a la muerte. El uso sistemático de la terapia antibiótica en esta población de pacientes sigue siendo controvertido, ya que los beneficios clínicos no están claros y el riesgo de sobremedicalización es muy alto.

Etiología 

Existen numerosos factores que predisponen a la aparición de infecciones en los pacientes de cuidados paliativos: 

  • Aumento de la fragilidad del estado general. 
  • Emcamamiento, síndrome de anorexia-caquexia.
  • Debilitamiento de las defensas inmunitarias debido a la enfermedad o a los tratamientos en curso.
  • Deterioro de la integridad de la piel, también relacionado con el acceso venoso y/o la sonda vesical.

Tratamiento en el paciente con un pronóstico inferior a 4 semanas 

En esta población de pacientes, la evidencia bibliográfica muestra que la terapia antimicrobiana no resuelve ninguna infección y no conduce a una mejora del pronóstico. Por lo tanto, el uso de antibióticos solo debe evaluarse con vistas a una posible mejora del control de los síntomas.

Las infecciones más frecuentes al final de la vida son las urinarias y las respiratorias. Los antibióticos son útiles, a corto plazo, para controlar los síntomas asociados a las infecciones urinarias en el 60-92 % de los casos: por tanto, pueden considerarse si el paciente no está agónico o preagónico.

El antibiótico también es útil para controlar los síntomas asociados a las infecciones de las vías respiratorias en el 0-53 % de los casos: por lo tanto, se puede considerar si el paciente no es agónico o preagónico, pero el riesgo de que sea una terapia inútil es elevado. Se puede considerar, como alternativa, el uso de opiáceos y antitusígenos, que pueden aportar mayor beneficio sobre la disnea y la tos. 

No se ha demostrado ningún beneficio del uso de antibióticos en los síntomas asociados a sepsis, abscesos, infecciones profundas y complicadas; por lo tanto, los antibióticos se consideran terapia fútil en estos casos.

En casos especialmente dudosos, se aplica la regla de los "dos días". Se observan dos días: si el paciente permanece clínicamente estable, se prescribe el antibiótico, si el estado se deteriora rápida y progresivamente, no se prescribe.

Alternativamente, el antibiótico se prescribe inmediatamente: si no se observa mejoría clínica en dos días, se suspende el antibiótico, sobre todo si el deterioro del estado es rápido y progresivo.

El aumento de la temperatura en los últimos días y horas es bastante frecuente y no suele ir asociado a síntomas. La fiebre en estos casos no es una indicación para el uso de tratamiento antibiótico.

Los índices de laboratorio más habituales de infección (PCR, VSG, leucocitos) no son especialmente útiles en esta población de pacientes, ya que se ven alterados por la patología subyacente, los tratamientos y el estado inflamatorio sistémico del organismo asociado al deterioro del estado general en las últimas semanas de vida. 

La elección debe ser individualizada y compartida con pacientes y familiares para que surja la adecuación clínica de la estrategia terapéutica y no se considere un abandono terapéutico "no iniciar/suspender el antibiótico".

Tratamiento en el paciente con pronóstico estimado de más de 4 semanas 

La decisión de iniciar la terapia antibiótica debe tener en cuenta el estado general, los objetivos del tratamiento, la posibilidad real de que el antibiótico resuelva la infección y/o mejore los síntomas del paciente y el pronóstico estimado, que debe ser lo suficientemente largo para que el antibiótico haga efecto.

Este contenido fue publicado originalmente en Univadis Italia.