Sobre los aires, aguas y lugares
- Dr. Miguel Álvarez Deza
- Editorial
El urbanismo desempeña un papel primordial en la prevención de enfermedades en el siglo XXI, ya que las políticas urbanas repercuten en el aire que respiramos, en la calidad de los espacios que utilizamos, en el agua que bebemos, en la forma de desplazarnos y en el acceso a los alimentos y a la atención sanitaria. A pesar de todo, en ciudades de todo el mundo la salud de la población se ve amenazada por el deterioro del entorno construido y del medio ambiente, a consecuencia, por ejemplo, de la contaminación atmosférica y acústica y de la contaminación del agua. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente tres de cada diez personas en el mundo, unos 2.100 millones, carecen de suministro de agua potable en su hogar, y seis de cada diez, unos 4.500 millones, no disponen de un sistema de saneamiento seguro.
Las decisiones relativas a la planificación pueden generar riesgos para la salud de la población o agravar los ya existentes, o pueden promover entornos y estilos de vida más sanos, así como propiciar ciudades y sociedades saludables y resilientes. Una planificación urbana basada en la colaboración entre profesionales de salud pública y del urbanismo puede lograr que la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la equidad en salud ocupen un lugar central en las medidas que adopte la Administración, y contribuir así a la disminución de las enfermedades transmisibles y no transmisibles y aumentar el bienestar de los ciudadanos.
La urbanización rápida y no planificada junto con los hábitos de consumo, de vida y de trabajo de sus habitantes, como el tabaco, alcohol, dietas poco saludables, o la falta de actividad física, están provocando epidemias de enfermedades no transmisibles, que ya ocasionan el 74 % de las muertes en el mundo.
Las ciudades y los estilos de vida urbanos tienen un impacto en la salud de los seres humanos, los animales y los ecosistemas, que, a su vez, se influyen mutuamente. Los espacios públicos abiertos son fundamentales para promover la salud y la equidad sanitaria. Los espacios públicos abiertos son entornos al aire libre, como por ejemplo, calles, aceras, plazas o zonas verdes.
Es en los barrios donde la gente pasa la mayor parte de su vida y, para algunos, como los niños y las personas mayores, son aún más importantes. Si no conseguimos hacer de nuestros barrios entornos saludables y sostenibles, en lo que respecta a las personas y al medio ambiente, tampoco lo serán nuestras ciudades.
Una vivienda saludable, como dice la OMS, es un refugio que propicia el pleno bienestar físico, mental y social. Además proporciona una sensación de hogar, y sentido de pertenencia, seguridad e intimidad. La vivienda depende del entorno inmediato, sobre todo en lo referente al acceso a servicios, zonas verdes y transporte público.
Las calles, con comercios y centros de trabajo, son una forma particular de espacio público y cumplen una función especial en la comunidad, ya que son escenarios de un alto grado de interacción social y al mismo tiempo vías de movilidad.
Las zonas verdes, parques, jardines y los espacios acuáticos también son espacios públicos. Está demostrado, que los entornos naturales ejercen efectos positivos en la salud física, como la reducción del riesgo cardiovascular, hipertensión, o padecer diabetes y obesidad, entre otras condiciones, pero también en la salud mental. A pesar de los numerosos beneficios para la salud de la actividad física como caminar, ya sea por placer o para ir al trabajo, muchas personas no alcanzan los niveles de ejercicio físico recomendados. Por ello, la planificación urbana debe garantizar entornos naturales cercanos, accesibles y bien gestionados, que sean adecuados tanto para personas sanas como para enfermos o discapacitados.
Actualmente, el mayor riesgo ambiental para la salud es la contaminación atmosférica, provocada mayoritariamente por los medios de transporte. La mejora de la calidad del aire también puede repercutir en la producción de alimentos, ya que la contaminación provoca la disminución de las cosechas y del rendimiento agrícola.
El desarrollo saludable de los niños, amparado por su entorno cotidiano como ir a la escuela, jugar en la calle, ir al parque o a una zona de recreo, sienta las bases de su salud en el futuro. Asimismo, un entorno adaptado a las personas mayores facilita un envejecimiento saludable y activo y contribuye a que sigan residiendo en su hogar y participen en la vida de su comunidad.
“Los pájaros visitan al psiquiatra. Las estrellas se olvidan de salir…” (Pongamos que hablo de Madrid, J. Sabina).
El Dr. Miguel Álvarez Deza es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.
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