Sin mayor riesgo de brotes de enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas tras la vacunación contra la COVID-19

  • Randy Dotinga

  • Maria Baena
  • Noticias de Medscape
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La vacunación con doble dosis contra el SARS-CoV-2 en pacientes con enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas no parece aumentar el riesgo de brotes, según muestra un nuevo estudio.[1] El riesgo de efectos adversos tras la vacunación es considerable, así como lo es en la población general, pero ningún paciente presentó reacciones alérgicas.

"Nuestros hallazgos indican que las vacunas contra la COVID-19 son inocuas en pacientes con enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas. En general las tasas de brotes son bajas y leves, aunque deben preverse reacciones locales y sistémicas", comentó la autora principal, Dra. Caoilfhionn Connolly, M. Sc., residente de reumatología en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos. "Muchos de nuestros pacientes tienen más riesgo de infecciones graves o de complicaciones de COVID-19. Se ha demostrado que pacientes con enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas están más dispuestos a reconsiderar la vacunación si la recomienda un médico, y estos datos deberían ayudar a fundamentar estas charlas decisivas".

El estudio fue publicado el 4 de agosto en Arthritis & Rheumatology.

De acuerdo con la Dra. Connolly, los investigadores lanzaron su estudio para comprender mejor el efecto de las vacunaciones de ARN mensajero del SARS-CoV-2 de dos dosis autorizadas para uso de emergencia por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos (vacunas de Pfizer y de Moderna) en pacientes con inmunosupresión. Como señaló, pacientes con enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas en gran parte fueron excluidos de los estudios de las vacunas, y "los estudios han demostrado que algunos pacientes con dichas patologías se muestran indecisos en torno a la vacunación debido a la falta de datos de seguridad".

Han comenzado a aparecer algunos datos sobre esta población de pacientes. Un estudio publicado el 21 de julio en The Lancet Rheumatology reveló que los pacientes con lupus eritematoso sistémico refirieron pocos brotes en una mediana de tres días después de recibir una o dos dosis de diferentes vacunas contra la COVID-19.[2] Los efectos secundarios fueron comunes, pero principalmente leves o moderados.

Para el nuevo estudio los investigadores encuestaron a 1.377 pacientes con enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas que habían recibido dos dosis de la vacuna entre diciembre de 2020 y abril de 2021. Los pacientes tenían una mediana de edad de 47 años, un 92 % era de sexo femenino y un 10 % era no caucásico. Tenían diversas enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas, tales como artritis inflamatoria (47 %), lupus eritematoso sistémico (20 %), enfermedad del tejido conjuntivo superpuesta (20 %) o síndrome de Sjögren o miositis (5 % de una u otro).

Un total de un 11 % dijo que había experimentado un brote que requirió tratamiento, pero ninguno fue grave. En comparación, un 56 % de los pacientes afirmó que había experimentado un brote de su enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas en los seis meses previos a su primera dosis de la vacuna. Varios grupos tuvieron más probabilidades de brotes, incluidos aquellos que habían padecido previamente COVID-19 (incidence rate ratio [IRR] ajustado: 2,09; p = 0,02). "La COVID-19 puede causar síndromes inflamatorios agudos y tardíos a través de la activación del sistema inmunitario. La vacunación posiblemente desencadenó más activación del sistema inmunitario, lo que dio lugar al brote de la enfermedad. Este es un campo que justifica investigación adicional", destacó la Dra. Connolly.

Pacientes que tomaron el tratamiento inmunomodulador combinado también tuvieron más probabilidades de brotes después de la vacunación (IRR: 1,95; p < 0,001). Y los pacientes tuvieron más probabilidades de referir brotes después de la vacunación si habían experimentado un brote en los seis meses previos a la vacunación (IRR: 2,36; p < 0,001). "Esto puede indicar enfermedad más activa al inicio. Es difícil distinguir si estos pacientes habrían experimentado un brote incluso sin la vacuna", añadió la especialista.

Una serie de factores pareció no afectar la probabilidad de brotes: sexo, edad, origen étnico, tipo de enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas y tipo de vacuna.

Los efectos secundarios locales y sistémicos fueron referidos con frecuencia, y consistieron en dolor en el sitio de inyección (87 % y 86 % después de la primera y la segunda dosis, respectivamente) y fatiga (60 % y 80 %, respectivamente). Como suele ocurrir en personas que reciben vacunas contra la COVID-19, los efectos secundarios fueron más frecuentes después de la segunda dosis.

En cuanto a la investigación futura, "estamos evaluando la tolerabilidad y la eficacia a largo plazo de las vacunas contra la COVID-19 en pacientes con enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas", señaló la coautora del estudio Dra. Julie J. Paik, profesora adjunta de medicina en Johns Hopkins. "También estamos evaluando el impacto de los cambios en la inmunosupresión poco antes o después de la vacunación".

El estudio fue financiado por la familia Ben-Dov y becas de varios institutos de National Institutes of Health. La Dra. Connolly y la Dra. Paik han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. Otros autores del estudio refirieron diversas relaciones económicas con compañías farmacéuticas.

Este contenido fue originalmente publicado en MDEdge y adaptado para Medscape en español, parte de la Red Profesional de Medscape.