SEOM 2022 - La importancia de las vacunas en los pacientes con cáncer

  • Esther Samper Martínez
  • Cobertura de Congreso
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Las vacunas han sido uno de los mayores avances médicos en la historia de la humanidad. Gracias a ellas, se han podido prevenir millones de muertes por enfermedades infecciosas que causaban estragos en las poblaciones. El conjunto actual de vacunas protege frente a más de 20 enfermedades que pueden ser mortales. Además, las vacunas del virus del papiloma humano y las vacunas de la hepatitis B previenen casos de cáncer de cuello uterino y de hígado respectivamente. La importancia para la salud pública de las vacunas es indudable. Mantener altas coberturas vacunales garantiza la protección de los ciudadanos frente a múltiples infecciones, especialmente de aquellos más vulnerables como inmunodeprimidos o pacientes oncológicos.

Más allá de la utilidad de las vacunas para proteger frente a enfermedades infecciosas, estas se están investigando para el tratamiento de los tumores, dentro del campo de la inmunoterapia. La idea es exponer al sistema inmunitario a un antígeno propio del tumor para que este pueda reconocerlo y atacar con más eficacia a las células cancerosas. La principal dificultad radica en encontrar antígenos que sean específicos del tumor, distintos de los tejidos sanos, que puedan provocar una respuesta inmunitaria efectiva.

Las personas afectadas por el cáncer poseen una serie de características especiales frente a las vacunas que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, no todas las vacunas son aptas para este colectivo de pacientes en determinados momentos. Sobre esta cuestión, la oncóloga médica Sara López-Tarruella, del Hospital General Gregorio Marañón, explica los puntos clave que hay que considerar a la hora de inmunizar a los pacientes oncológicos en el reciente congreso de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Los individuos con cáncer son más vulnerables a las infecciones. De cara al invierno, por ejemplo, hay mayores tasas de ingresos y mayor mortalidad por neumonías neumocócicas y enfermedades neumocócicas invasivas en los pacientes con cáncer, comparado con la población general. Además, como señala la Dra. López: "Con la COVID-19 hemos visto más casos en pacientes con cáncer y el riesgo de complicación era algo mayor, aunque no exactamente igual para todos". 

Esta alteración del sistema inmunitario en personas con cáncer se debe a dos razones principales: por un lado, varios tipos de neoplasias (especialmente aquellas que afectan a las células inmunitarias) provocan diferente grado de inmunodepresión. Por otro, los diferentes tratamientos contra el cáncer (como las quimioterapias, las radioterapias e incluso las inmunoterapias) pueden alterar el funcionamiento del sistema inmunitario en mayor o menor medida. En determinados pacientes, esto puede afectar a su memoria inmunitaria frente a las vacunas y ello obliga a administrarles una o varias dosis de recuerdo.

Sin embargo, la afectación del sistema inmunitario evoluciona a lo largo del proceso oncológico y hay que considerarlo a la hora de administrar las vacunas a estos pacientes. Las vacunas vivas atenuadas (triple vírica, varicela, rotavirus, viruela, fiebre amarilla...), por ejemplo, deben evitarse durante el tratamiento activo, ya que existe el riesgo de los microorganismos atenuados proliferen en exceso y provoquen daño en la persona. Además, también pueden interferir con el tratamiento en curso. Por otra parte, la dificultad para realizar ensayos clínicos que evalúen las vacunas en personas inmunocomprometidas o con cáncer impide conocer los efectos con tanto detalle como en la población sana.

La oncóloga aclara, sobre las vacunas vivas atenuadas: "Si se tienen que poner porque son necesarias, se deben poner cuatro semanas antes de empezar el tratamiento. lo cual a veces no es tan fácil porque normalmente un tratamiento oncológico no puede esperar cuatro semanas a menos que conozcas a la paciente muy pronto y luego vaya a hacer una cirugía y vuelva". Otra opción es esperar unos tres meses después de acabar con los tratamientos. Aunque dependiendo del tratamiento y de cada paciente, puede ser necesario esperar más tiempo a que tenga una mínima inmunocompetencia.

Sobre la vacunación de la hepatitis B en el paciente oncológico, López reconoce que "ha habido mucha controversia en los últimos años, pero lo que recomiendan es hacer una serología de hepatitis y en función del estado, de si el paciente está inmunizado, si ha tenido contacto y está curado de la hepatitis o si tiene una hepatitis que no sabía y está activa, tiene que tomar una serie de medidas como hacer un tratamiento profiláctico porque se puede reactivar durante el tratamiento oncológico". Además, debe hacerse un seguimiento exhaustivo de la carga viral si parece que ha pasado la infección y se ha recuperado y posee anticuerpos.

Las vacunas inactivadas, como las de la gripe y el neumococo, presentan muchos menos riesgos y la recomendación actual es administrarlas dos semanas antes del tratamiento activo oncológico. La oncóloga señala que: "El posicionamiento SEOM y general es que no puedes parar el tratamiento oncológico necesario por ponerte una vacuna.[1] Y luego hay vacunas como la de la gripe estacional o la COVID-19, que se ponen durante el tratamiento porque se inoculan periódicamente a lo largo del año. La recomendación sobre en qué momento del ciclo ponerla, es más complicado. Depende, no hay una recomendación conjunta, depende del ciclo".

Los pacientes adultos oncológicos deben estar al día de las vacunaciones indicadas en la población general (hepatitis B, triple vírica, tétanos…). Además, la SEOM establece las siguientes recomendaciones generales:

  • La vacunación anual frente a la gripe antes del inicio de la temporada (con vacunas inactivadas).
  • La vacunación frente al neumococo en los pacientes con cáncer en tratamiento activo sin vacunación previa con la administración de la vacuna VNC13 seguida de la vacuna VNP23; y en aquellos que ya habían recibido, se recomienda una dosis de VNC13 y una dosis de VNP23 si han pasado más de cinco años desde la última.
  • La vacunación frente al herpes zóster en pacientes con tumores sólidos en tratamiento con quimioterapia mediante la administración de 2 dosis de la vacuna HZ/su (Shingrix®), con un intervalo de 2 meses.
  • La vacunación antimeningocócica, con administración previa al tratamiento o tras su finalización.