Salud y medio ambiente: entrevista a Sarah Sheppard responsable de comunicación de la OMS
- Andrea Jiménez
A principios de junio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzaba un informe de políticas para hacer frente a los impactos cada vez más fuertes y duraderos que el cambio climático está teniendo directa e indirectamente en su salud mental y el bienestar psicosocial de las personas. Además de la incidencia cada vez más alta de trastornos mentales que las poblaciones están sufriendo, como angustia emocional, estrés, depresión, comportamientos suicidas, etc… el organismo advertía de los nuevos síndromes que están emergiendo directamente relacionados con el cambio climático, como por ejemplo el ecotrauma: el dolor ecológico que sufren las personas por culpa de la ansiedad ante el escenario apocalíptico que auguran las transformaciones de los ecosistemas por el impacto de la actividad antropogénica.
Dos semanas después de la difusión de este documento, que integra políticas clave para que los países puedan abordar uno de los grandes desafíos, la OMS ha publicado su mayor revisión de la salud mental mundial desde el cambio de siglo. El trabajo proporciona un modelo para que gobiernos, académicos, sanitarios y la sociedad civil se posicionen como actores fundamentales a la hora de hacer frente a los problemas de la salud mental que atraviesa nuestra sociedad.
Como expone el documento, en el 2019 casi mil millones de personas, incluido el 14 % de los adolescentes del mundo, vivían con un trastorno mental. El suicidio representó más de 1 de cada 100 muertes, ocurriendo el 58 % de los casos antes de los 50 años. Los trastornos mentales ya son la principal causa de discapacidad en el mundo y aquellas personas con enfermedades graves, pero prevenibles, mueren en promedio 10 a 20 años antes que la población general.
La crisis por la COVID-19 ha agravado significativamente los trastornos de salud mental, sobre todo en algunas poblaciones, como los menores. Lo que ha provocado que muchos expertos se refieran a este fenómeno de salud pública como la gran nueva pandemia. “No estoy segura de lo correcto que sea llamar al conjunto de problemas derivados de la salud mental una pandemia, pero la realidad es que muchos países están ignorando u olvidando en gran medida esta crisis”, señala Sarah Sheppard, responsable de comunicación de la OMS. De acuerdo con la experta, “el estigma y la falta de comprensión son impulsores clave de dichos problemas y han sido durante décadas una de las razones de la falta de financiación a la salud mental, la cual recibe menos del 1 % de la ayuda internacional para la salud.
Como indican los datos proporcionados en el Resumen de políticas de Salud Mental y Cambio Climático apenas publicado, en muchos países existen grandes brechas entre las necesidades de salud mental y los servicios y sistemas disponibles para abordarlas. ¿Por dónde empezar a cambiar esta realidad?
La respuesta más simple para mejorar la situación que enfrentamos comienza con un cambio en las prioridades de todos a la hora de valorar la salud mental. Esto conduciría a una mayor inversión en recursos humanos y financieros para los servicios y sistemas de salud mental. Sin embargo, el desafío radica en la complejidad del problema. En el informe que acabamos de publicar brindamos recomendaciones integrales sobre cómo transformar los sistemas de salud mental para todos, como tratar de integrar las consideraciones sobre el cambio climático en las políticas y programas para la salud mental o aprovechar los compromisos globales ya existentes, entre ellos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o el Acuerdo de París.
¿Existe evidencia de que las enfermedades y trastornos mentales afectan a algunas poblaciones más que a otras, como a las mujeres, por ejemplo?
La prevalencia de los trastornos mentales varía según las condiciones y según el sexo y la edad. En general, no creo que podamos decir que las condiciones o los trastornos de salud mental afectan más a las mujeres que a los hombres. Hay grupos en riesgo, pero la vulnerabilidad depende del contexto y varía mucho. Por supuesto, determinantes sociales como la pobreza, la vivienda inestable, la exposición a la adversidad, etc. pueden aumentar significativamente el riesgo.
De acuerdo con las estadísticas recién proporcionadas por la OMS, los cambios en el medio ambiente están afectando directa e indirectamente en su salud mental y el bienestar psicosocial. El nuevo informe destaca la brecha entre países a la hora de abordar esta problemática tan compleja ¿Hay algún país que esté realizando iniciativas políticas o innovadoras en este sentido?
Sí, hay muchos estudios de casos en el resumen de políticas que destacan un trabajo importante en el área. Existen ejemplos sólidos que se destacan en el resumen. Uno de ellos es India y su programa de ciudades resilientes. Enfocado en la reducción del riesgo de desastres, la resiliencia climática y la salud mental y el apoyo psicosocial a nivel de ciudad, este proyecto resultó de una colaboración entre las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Instituto Nacional de la India de Salud Mental y Neurociencias (NIMHANS) que comenzó en 2017.
Además de la salud mental, estamos viendo cómo el cambio climático está provocando la aparición y resurgimiento de zoonosis, como la pandemia provocada por el coronavirus y ahora la viruela símica…
Como declaró a principios de junio el responsable de las situaciones de emergencia de la OMS, Mike Ryan, el aumento de las zoonosis eleva el riesgo de nuevas pandemias. Las infecciones transmitidas por los animales al hombre, como el ébola, la COVID-19 o la viruela símica, se han multiplicado en los últimos años. El cambio climático altera las condiciones para los patógenos y vectores de enfermedades zoonóticas y su distribución. La intensificación de los viajes permite, por ejemplo, que éstas se difundan más rápidamente y de forma más descontrolada.
La salud humana, incluida la salud mental, está interconectada a la salud de los animales. Como exponen diversos materiales que tenemos disponibles de nuestra campaña del Día Mundial de la Salud 2022, los vínculos entre la salud planetaria y la salud humana son indisolubles.
¿Cómo es posible que mientras el progreso científico avanza y se desarrollan tecnologías más potentes y eficientes, nos volvamos cada vez más vulnerables a los fenómenos ambientales?
El avance científico mejora nuestra comprensión de la calidad y la escala de los impactos del cambio climático en la salud, incluida la identificación de los grupos más vulnerables, así como las medidas de adaptación y mitigación que funcionarían para reducir sus consecuencias en la salud. Al mismo tiempo, el cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando. Los avances tecnológicos tienen un papel que desempeñar en la mitigación, en particular aquellas herramientas que reducen nuestra dependencia de la quema de combustibles fósiles, así como la adaptación al cambio climático. Por ejemplo, los sistemas de alerta temprana de fenómenos meteorológicos extremos podrían reducir esas vulnerabilidades que mencionaba tu pregunta.
Por otro lado, las medidas que propone el último informe sobre salud mental y cambio climático tienen múltiples efectos. Algunas son particularmente poderosas y no dependen tanto de la nueva tecnología, como lo es un cambio en los medios de transporte que usamos a modos físicamente activos y de bajas emisiones (caminar, andar en bicicleta), cuyos beneficios están ya más que probados tanto para el medio ambiente como la salud humana.
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