¿Qué tan saludables para el corazón son las dietas más populares?
- Andrea Jiménez
- Noticias
Como respuesta al auge que han tenido en los últimos años las dietas populares calificadas como saludables para el corazón, la Asociación Estadounidense del Corazón (American Heart Association, AHA) ha lanzado una recomendación que evalúa algunos de los patrones de alimentación más extendidos. El objetivo de esta nueva guía científica es que sirva de herramienta para que tanto los profesionales médicos como el público conozcan qué dietas promueven de verdad una buena salud cardiometabólica.
En opinión de la presidenta de la Asociación de Riesgo Cardiovascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Rosa Fernández Olmo, resulta “muy interesante hacer una valoración de todas las dietas actuales, o al menos de los patrones dietéticos más famosos reconocidos que practica la población en la actualidad”.
No obstante, como advierte la experta, hay que recordar que esta guía, la primera en analizar qué tan cerca se adhieren los patrones dietéticos populares a esas característica, “es bajo los criterios de la AHA, que evidentemente tiene unos matices diferentes, ya que los patrones dietéticos en parte son determinados culturalmente”.
Una característica destacable de la publicación de la Aha es un enfoque adaptable a los presupuestos individuales, así como a las preferencias personales y culturales, dividiendo las distintas opciones de dieta en las siguientes categorías:
Estilo DASH: aquella que describe un patrón de alimentación similar al “Enfoques dietéticos para detener la hipertensión” (Dietary Approaches to Stop Hypertension, DASH), creada por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (US National Institute of Health) a finales de los años noventa para regular la hipertensión y que enfatiza el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, y productos lácteos bajos en grasa e incluye carnes magras y aves, pescado y aceites no tropicales —como los de coco y palma—. Estos patrones de alimentación se encuentran en países nórdicos y bálticos.
Dieta mediterránea: la cual limita los productos lácteos al tiempo que destaca el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, pescado azul y aceite de oliva extra virgen, e incluye el consumo moderado de vino tinto, que como han señalado algunos estudios, e n cantidades moderadas tiene un efecto favorable sobre la mortalidad.
Estilo vegetariano o semi vegetariano con incorporación de pescado: un patrón alimentario flexible basado en el consumo de alimentos de origen vegetal principalmente, pero que también consume pescados y mariscos. Y en ocasiones, la dieta integra consumo de carne.
Estilo vegetariano/ovo/lacto: patrones de alimentación basados en verduras que incluyen huevos (ovo-vegetariano), productos lácteos (lacto-vegetariano) o ambos (ovo-lacto-vegetariano).
Estilo vegetariano/vegano: un patrón alimentario basado en vegetales que no incluye productos de origen animal.
Dieta baja en grasas: la cual limita la ingesta de grasas a menos del 30 % de las calorías totales, que incluye estilos como la dieta volumétrica, basada en la abundancia de alimentos bajos en calorías y ricos en fibra o agua, como frutas, verduras y sopas, y el plan de Cambios Terapéuticos en el Estilo de Vida (Therapeutic Lifestyle Change, TLC), que combina dieta, actividad física y control de peso para ayudar a reducir los niveles altos de colesterol y mejorar la salud del corazón.
Dieta muy baja en grasas: limita la ingesta de grasas a menos del 10 % de las calorías totales. Un ejemplo de esta es la dieta Ornish, centrada en alimentos de origen vegetal y en evitar las grasas, los carbohidratos refinados, como el pan blanco y la bollería, y las proteínas animales. O la dieta Pritikin, que limita también las carnes y los alimentos procesados a base de harinas refinadas como la pasta o el pan, el aceite, la mantequilla y cualquier lácteo que contenga más de un 1 % de grasas.
Dieta baja en carbohidratos: una dieta que limita los carbohidratos al 30-40 % de la ingesta calórica total e incluye las dietas South Beach y Zone de bajo índice glucémico, conocidas como las “dietas milagro” para adelgazar, aquellas que que se hicieron tan populares entre los famosos.
Dieta paleolítica: un plan de alimentación basado en alimentos que los humanos podrían haber consumido durante la era paleolítica que excluye cereales integrales y refinados, legumbres, aceites y productos lácteos basándose en la idea de que nuestros genes no están bien adaptados para las dietas modernas que surgieron de la agricultura.
Dieta muy baja en carbohidratos/cetogénica: limita la ingesta de carbohidratos a menos del 10 % de las calorías diarias e incluye las dietas Atkins y cetogénica —más conocida como keto—, centradas ambas en los alimentos con aporte de proteínas y grasa.
De acuerdo a la institución científica estadounidense, las dietas mediterránea y estilo DASH fueron las que mejores calificaciones obtuvieron, así como los patrones de alimentación pescatarianos y vegetarianos. “Asignar la DASH y la mediterránea, que en realidad son muy parecidas salvo en algunos matices, es un acierto”, señala Fernández, para quien “la dieta mediterránea con aceite de oliva ha demostrado, tanto en la población general como en aquellos con enfermedad cardiovascular previa, disminuir el riesgo cardiovascular y la mortalidad”.
Por el contrario, las últimas recomendaciones de la AHA desaconsejan las dietas paleolíticas y cetogénica como saludables para el corazón al no limitar las grasas no saludables y promover el consumo de carbohidratos en exceso. Como expone la institución estadounidense, estos patrones fomentarían los riesgos de otros problemas de salud, como la diabetes tipo 2 y la obesidad que pueden resultar del consumo excesivo de carbohidratos, particularmente carbohidratos procesados y bebidas azucaradas, que están asociados con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
Además de evaluar las dietas, la nueva guía también sugiere oportunidades para la investigación alimentaria y las intervenciones para promover la equidad en la salud, reconociendo la importancia de los determinantes sociales de la salud en la configuración de los patrones dietéticos. “Que además tienen que ser mantenibles en el tiempo y culturalmente aceptados sin que las personas deban hacer esfuerzos por realizarlos”, matiza la presidenta de la SEC. “Sin olvidarnos del resto de estilos de vida como la actividad física, el estrés, las horas de sueño...", concluye.
Desafortunadamente este artículo no esta disponible para usuarios no logados
Has alcanzdo el límite de artículos por usuario
Acceso gratuito Un servicio exclusivo para profesionales sanitarios