Proteína C reactiva: importancia del seguimiento longitudinal

  • Paolo Spriano
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La proteína C reactiva (PCR) se descubrió en 1930 en el suero de pacientes durante la fase aguda de una neumonía neumocócica y se denominó así porque se unía al polisacárido C de la pared celular neumocócica. Su origen se identificó en el hepatocito y se observó que el mediador humoral responsable de la inducción de la PCR era de origen leucocitario. Desde su descubrimiento, los investigadores la consideran una "proteína de fase aguda".

Las enfermedades cardiovasculares y las neoplasias son las dos principales causas de muerte en todo el mundo y cada vez hay más pruebas que documentan que varios factores de riesgo cardiovascular también se asocian a un mayor riesgo de neoplasia.

La PCR es un marcador de inflamación implicado tanto en la fisiopatología de la enfermedad cardiovascular como de la neoplasia y ha demostrado ser un predictor útil del riesgo cardiovascular y de neoplasia en la población general, aunque la mayoría de las pruebas se basan en mediciones puntuales. La limitación de un enfoque de determinación única de la PCR radica en que los datos puntuales proporcionan información instantánea sobre el estado inflamatorio sistémico y son insuficientes para una definición adecuada del riesgo. Las pruebas sobre mediciones seriadas de PCR son escasas, pero podrían aportar información adicional sobre su uso como marcador del riesgo cardiovascular y del riesgo de neoplasia. 

PCR: evaluación longitudinal 

Un artículo reciente publicado en Mayo Clinic Proceeding trató de validar la hipótesis analizando cohortes de pacientes inscritos en el Prevention of Renal and Vascular End-Stage Disease (PREPEND) y el Framingham Heart Study (FHS), dos estudios de cohortes observacionales prospectivos basados en la comunidad en los que se vigila estrechamente a los individuos inscritos para detectar el desarrollo de enfermedad cardiovascular y cáncer. Se realizó un seguimiento de los participantes para detectar el desarrollo de enfermedad cardiovascular, cáncer y/o muerte.

Las diferentes tendencias de la PCR en comparación con la primera visita y el control permitieron una estratificación de la población de estudio de 9.253 sujetos en cuatro grupos para:

  • Niveles constantemente bajos (bajo-bajo), 46,8 % (PCR < 2 mg/L)
  • Transición de niveles bajos a altos (bajo-alto), 13,5 %
  • Transición de niveles altos a niveles bajos (alto-bajo), 10,3 %
  • Niveles sistemáticamente altos (alto-alto), 29,4 %

La mediana de PCR al inicio (primera visita) fue de 1,43 (0,63-3,38) mg/L y en la siguiente visita fue de 1,59 (0,74-3,71) mg/L. 

PCR como marcador de riesgo  

Enfermedad cardiovascular 

En un seguimiento medio de 7,8±2,0 años tras el segundo examen, se observaron 714 eventos cardiovasculares, correspondientes a un Índice de Riesgo (IR) de 9,9 por 1000 personas-año. 

  • El grupo 1 tenía el riesgo más bajo de desarrollar enfermedad cardiovascular (IR de 6,6 por 1000 personas-año).
  • Los grupos 2 y 3 tenían un riesgo intermedio (IR bajo-alto 11,8 e IR alto-bajo 11,1 por 1000 personas-año).
  • El grupo 4 presentaba el riesgo más elevado (IR 16,8 por 1.000 personas-año).

Neoplasia

En un seguimiento medio de 13,2±3,5 años tras el segundo examen, se registraron 1.219 casos de cáncer correspondientes a un IR de 10,0 por 1.000 personas-año. 

  • El grupo 1 tenía el riesgo más bajo de desarrollar cáncer (IR 7,7 por 1000 personas-año).
  • Los grupos 2 y 3 tenían un riesgo intermedio (IR bajo-alto 12,2 e IR alto-bajo 11,9 por 1000 personas-año).
  • El grupo 4 presentaba el riesgo más elevado (IR 14,0 por 1000 personas-año).

Mortalidad por todas las causas

En un seguimiento medio de 12,8±3,5 años, se registraron 1.656 muertes en la población total, lo que correspondió a una tasa de mortalidad de 14,1 por 1000 personas-año. 

  • El grupo 1 tenía el riesgo más bajo de morir por cualquier causa (IR, 8,8 por 1000 personas-año). 
  • Los grupos 2 y 3 presentaban un riesgo intermedio (IR bajo-alto, 15,8 y alto-bajo 15,6 por 1.000 personas-año).
  • El grupo 4 presentaba el riesgo más elevado (RI alta-alta, 21,3 por 1.000 personas-año).

Relación con la clínica

Una edad media más elevada, el sexo femenino, el tabaquismo, el índice de masa corporal (IMC) y el colesterol total se asociaron con un mayor aumento de los niveles de PCR a lo largo del tiempo. Las asociaciones más fuertes observadas fueron con mayor IMC y tabaquismo.

Los sujetos con valores de PCR > 2 mg/L sistemáticamente elevados presentaron el mayor riesgo absoluto de desarrollar resultados clínicos adversos, mientras que aquellos con niveles de PCR < 2 mg/L sistemáticamente bajos presentaron el menor riesgo absoluto.

Cambios longitudinales, perspectivas futuras

El riesgo absoluto comparable de enfermedad en los individuos pertenecientes a los grupos 2 y 3 (categorías baja-alta y alta-baja) lleva a algunas reflexiones sobre las trayectorias de cambio de los valores de PCR a lo largo del tiempo. En el grupo 2, los niveles medios de PCR fueron de 1,2 mg/dL en la visita 1 y de 3,2 mg/dL en la visita 2. Sobre la base del riesgo absoluto de desarrollar la enfermedad en esta categoría, es evidente que a pesar de los bajos niveles de PCR en la visita inicial, que indican un menor riesgo de desarrollar la enfermedad, el aumento de sus niveles en un periodo de 2 o 3 años situaría a estos individuos en una categoría de riesgo intermedio y podría justificar otra medición de la PCR para caracterizar mejor el riesgo de enfermedad. El mismo razonamiento se aplica al grupo 3 (categoría alta-baja), en el que los niveles medios de PCR fueron de 3,3 mg/dL en la primera visita y de 1,2 mg/dL en la segunda. A pesar de los altos niveles de PCR al inicio del estudio, que indican un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, un descenso de los niveles de PCR durante un periodo de 3 años puede situar a estos sujetos en una categoría de riesgo intermedio. Por lo tanto, una medición repetida de la PCR en los 2 o 3 años siguientes, si es baja, podría situar a estos individuos en una categoría de riesgo inferior.

En resumen, cada vez se reconoce más que el tratamiento directo de procesos inflamatorios específicos puede prevenir o prolongar el desarrollo de enfermedad cardiovascular y cáncer. Debe investigarse hasta qué punto las mediciones seriadas de PCR pueden ayudar a identificar a los individuos de alto riesgo en la población general y si el tratamiento antiinflamatorio específico puede reducir el desarrollo de eventos cardiovasculares y neoplásicos en estos individuos.

Este contenido fue  publicado originalmente en Univadis Italia.