Nueva guía de deprescripción en personas mayores para médicos de atención primaria

  • Dra. Esther Samper

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En España, un 28 % de la población mayor en 2015 estaba polimedicada (tenían prescritos de forma simultánea 5 o más fármacos). Se trata de un fenómeno que ha ido al alza con el paso del tiempo debido al aumento de la esperanza de vida y de la presencia de múltiples enfermedades crónicas. Según un estudio del Grupo de Trabajo de Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), entre los años 2005 y 2015 la polimedicación a mayores de 64 años durante al menos 6 meses se triplicó y la polimedicación excesiva (prescripción de 10 o más medicamentos) se multiplicó por 10[1]. Además, uno de cada 5 fármacos consumidos por este colectivo era inapropiado.

Atajar la polimedicación inapropiada mediante la deprescripción resulta, por tanto, una necesidad importante para disminuir el riesgo de efectos secundarios y de interacciones medicamentosas, y disminuir el gasto farmacéutico injustificado. De hecho, en 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló como un área prioritaria para la seguridad del paciente la reducción de la polifarmacia. Para orientar a los médicos de atención primaria en esta tarea, se ha publicado el documento "Deprescripción en personas mayores: es el momento de pasar a la acción" en la revista Atención Primaria.[2]

La deprescripción en los mayores debe estar guiada por la mejor evidencia disponible y contar con herramientas específicas de deprescripción (donde destacan los criterios de Beers y de STOPP/START).[3] El citado documento indica, en sus puntos clave, lo más importante a tener en cuenta: la deprescripción debe priorizarse en mayores polimedicados, sobretratados, frágiles, con enfermedades terminales y en el final de la vida. La revisión farmacológica debe realizarse medicamento a medicamento, valorando la necesidad, la efectividad, la adecuación y la seguridad de los mismos. Por otro lado, en este proceso es imprescindible contar tanto con los pacientes como con los cuidadores, discutiendo riesgos y beneficios, para tomar las decisiones de forma conjunta. Además, el seguimiento es fundamental para establecer si se puede interrumpir un fármaco totalmente, reducir la dosis, o si hay que restaurarlo.

La autora principal del artículo, Rosa Ana García Pliego, médica de atención primaria y miembro del Grupo del Mayor del Programa de actividades preventivas y de promoción de la salud de la semFYC, da a Univadis España los siguientes consejos: "La deprescripción debería realizarse con cada paciente que acude diariamente a nuestra consulta, ya que es en Atención Primaria donde se tiene una visión más integradora de la situación clínica, psicológica y social del paciente. Obviamente, con la presión asistencial que sufrimos, no es tarea fácil. Pero podemos comenzar con los pacientes que, al abrir la hoja de medicación, tienen un listado inmenso de fármacos”. 

García reconoce que “El proceso de deprescribir se aprende, como tantos que realizamos diariamente. Al principio es un poco complicado, porque las herramientas de que disponemos son básicamente listados de fármacos que tienes que ajustar a la situación clínica y funcional de un paciente determinado. Pero luego es un proceso repetitivo y automático, de forma que abres la hoja de medicación e inmediatamente saltan las alarmas porque has visto un fármaco potencialmente inadecuado (lo cual no quiere decir que haya que retirarlo, solo valorar si la indicación es correcta)".

Vicente Baos Vicente, médico de atención primaria y miembro del grupo de expertos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), aconseja a los médicos de primaria realizar una revisión y supervisión de la medicación, prestando especial atención a "fármacos que se prescribieron sin fecha como analgésicos a demanda o medicación temporal que se ha seguido por rutina o desconocimiento, o por falta directa de un mensaje de suspensión". Por otro lado, Baos apunta a que la renovación anual de la receta electrónica sería un momento adecuado para la deprescripción: "Para ello, habría que disponer de un tiempo de consulta específico presencial o telefónico para preguntar sobre los fármacos reales que el paciente toma sobre los autorizados en la receta (muchos no los toman y figuran activos) para bien (los han suspendido) o para mal (deberían seguir con ellos) y además, revisar la adecuación del fármaco y dosis, evaluando efectos secundarios".

Más allá de la elevada presión asistencial en Atención Primaria, otro factor complica la deprescripción en este ámbito: la falta de longitudinalidad. García señala que "para tener éxito en el proceso de deprescribir, es fundamental la participación del paciente y su familia. La longitudinalidad propia de la Atención Primaria crea un clima de confianza en el médico ‘de toda la vida’, de forma que es mucho más fácil pactar con el paciente cómo realizar la retirada de un fármaco. Desde luego que un suplente también lo puede realizar, pero encontrará más resistencia por parte del paciente, lógicamente".

La falta de estudios científicos que evalúen los efectos de la deprescripción de múltiples medicamentos (como antihipertensivos o anticolinérgicos) sigue siendo un problema, aunque se ha avanzado al respecto en los últimos años. García aclara al respecto que: "Los estudios sobre deprescripción no tendrán interés para las farmacéuticas, pero sí tienen interés, y mucho, para las instituciones sanitarias, ya que la polimedicación se asocia a aumento de los ingresos hospitalarios y pérdida de capacidad funcional (entre otros problemas), y esto genera un mayor coste económico. Así que invertir en estudios sobre deprescripción es mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes y mejorar la eficacia y eficiencia de nuestro sistema sanitario, lo que seguro es de interés para los gestores. ¿Qué más se puede pedir?” 

La facultativa expone que “no es fácil realizar estudios de deprescripción, y es frecuente que los estudios sean no concluyentes y acaben con la coletilla de que los resultados necesitan ser confirmados por nuevos estudios. Mientras tanto, sí parece claro que la deprescripción, entendida como revisión de la medicación, siempre es beneficiosa para nuestros pacientes. Así que habrá que seguir revisando tratamientos desde la consulta, utilizar las herramientas que tenemos actualmente, y formarse en este tema para intentar conseguir la mejor relación riesgo-beneficio en el tratamiento farmacológico de nuestros pacientes".