Los recién nacidos mueren por sepsis resistente a los antibióticos, sobre todo en países de renta baja y media

  • Gwendolyn Rak
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Muchos recién nacidos con sepsis están muriendo debido a la pérdida de eficacia del tratamiento por la resistencia a los antibióticos, según un nuevo estudio global publicado en PLOS Medicine.

En el estudio, que tuvo lugar entre 2018 y 2022, participaron más de 80 investigadores de cuatro continentes. Utilizando datos de 19 hospitales en 11 países (Bangladesh, Brasil, China, Grecia, India, Italia, Kenia, Sudáfrica, Tailandia, Vietnam y Uganda), los investigadores evaluaron a aproximadamente 3.200 recién nacidos hospitalizados que sufrían sepsis, una infección potencialmente mortal que se encuentra en el torrente sanguíneo. La sepsis puede ser grave en lactantes y niños pequeños porque sus sistemas inmunitarios están poco desarrollados, y la infección es una de las principales causas de mortalidad infantil, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. 

Especialmente en estos países, las infecciones resistentes a los antimicrobianos "se están convirtiendo rápidamente en un problema enorme", afirma Luregn Schlapback, jefe de cuidados intensivos y neonatología del Hospital Infantil Universitario de Zúrich, en declaraciones a Univadis. Schlapback no participó en el estudio. Los investigadores calculan que hasta 214.000 muertes al año son atribuibles a la sepsis resistente a los antimicrobianos, y que un gran porcentaje de las infecciones por sepsis son resistentes a los tratamientos antibióticos de primera línea. 

Entre los recién nacidos del estudio que tenían un patógeno identificado, aproximadamente el 63 % presentaba microorganismos resistentes a las pautas antibióticas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Casi uno de cada cinco recién nacidos con sepsis en cultivo positivo falleció en todos los hospitales estudiados. Sin embargo, la mortalidad fue muy variable, oscilando entre el 1,6 % y el 27,3 % en los distintos centros. 

Esta variación apunta a diferencias significativas en el tratamiento de la sepsis en los países de ingresos bajos y medios. El estudio supone un avance importante en la ampliación de los datos epidemiológicos actuales, que hasta ahora se habían centrado en los países de ingresos más altos, a pesar de que los países con ingresos bajos y medios se ven afectados de forma desproporcionada por la sepsis neonatal. Queda por ver, sin embargo, si los lugares incluidos son representativos. 

Armados con los nuevos datos, los investigadores esperan orientar las recomendaciones de tratamiento, que, según observaron, divergían con frecuencia de las recomendaciones de la OMS. El tratamiento se modificó con frecuencia y los hospitales del estudio utilizaron más de 200 combinaciones de antibióticos, incluidos algunos recomendados solo para usos limitados. 

"Los organismos evolucionan, la farmacorresistencia cambia, por eso las guías clínicas para la sepsis neonatal necesitan una adaptación constante. La actualización de las guías se basa en pruebas recientes y de calidad, por lo que este estudio observacional es un paso importante hacia un mejor tratamiento", afirma Wolfgang Stöhr, estadístico del University College de Londres (Reino Unido) y coautor del estudio, en un comunicado de prensa.

Los autores pretenden utilizar los datos para diseñar futuros ensayos clínicos. Presentan un novedoso sistema de puntuación, similar al utilizado en las unidades de cuidados intensivos (UCI), para ayudar a identificar a los pacientes con mayor riesgo de muerte. El sistema tiene usos clínicos y también podría emplearse para determinar qué pacientes tienen más probabilidades de beneficiarse de las intervenciones durante el diseño de los ensayos.

"En los recién nacidos, nos enfrentamos a un grave problema porque el término sepsis neonatal se utiliza en general indistintamente con infección neonatal", dijo Schlapback. El sistema de puntuación ofrece nuevos criterios para identificar a los niños más enfermos y proporcionarles la atención que necesitan. 

El estudio fue realizado por la Global Antibiotic Research and Development Partnership y la Universidad St George’s de Londres.

Este contenido fue publicado originalmente en Univadis.com