Los patrones de hiposmia separan la COVID-19 del deterioro cognitivo leve
- Daniel M. Keller
- Maria Baena
- Noticias de Medscape
FILADELFIA, USA. En pacientes con hiposmia persistente después de la infección por COVID-19, el patrón específico de deterioro del olfato puede distinguirlos de los controles normales y de las personas con deterioro cognitivo leve, según mostró un estudio.[1]
"Sabemos que, en general, al menos 1 de cada 8 pacientes que han tenido COVID-19 tendrá una disfunción olfativa persistente", dijo la Dra. Jennifer Villwock, del Centro Médico de la Universidad de Kansas en Kansas City, Estados Unidos, a los asistentes del Congreso de la Academia Estadounidense de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello (AAO-HNS) de 2022. Anotó que hay alguna evidencia de que "la forma en que se manifiesta está cambiando con las nuevas olas" de infección.
La disfunción olfativa puede ser un valioso biomarcador no invasivo de enfermedad. El olfato y el deterioro cognitivo han estado asociados fuertemente durante varias décadas. "Entonces, ¿qué significa esto para el futuro deterioro cognitivo de millones de personas, cientos de millones, que seguirán luchando con la disfunción olfativa?", externó, preguntándose si la disfunción olfativa persistente posterior a la COVID-19 podría interferir con su uso posterior como marcador de deterioro cognitivo.
Por lo tanto, la Dra. Villwock y sus colaboradores se propusieron identificar fenotipos olfativos específicos de etiología que podrían usarse para distinguir entre la disfunción olfativa causada por la COVID-19 de la característica del deterioro cognitivo leve. Su estudio inscribió prospectivamente a pacientes con hiposmia confirmada asociada con la COVID-19 (n = 73), pacientes con deterioro cognitivo leve (n = 58) y controles normales (n = 86).
La función olfativa se evaluó con el Affordable Rapid Olfaction Measurement Assay (AROMA), una prueba de olor basada en aceites esenciales que consta de 14 aromas. La escala de evaluación cognitiva de Montreal (MoCA) se utilizó para el cribado de la función cognitiva.
Las características demográficas de los tres grupos de sujetos fueron en gran medida similares, excepto que la cohorte de deterioro cognitivo leve era mayor (69,3 ± 8,8 años) que las cohortes de control (49,6 ± 21,7 años) o con COVID-19 (45,0 ± 15,1 años). Las distribuciones de género también difirieron entre los grupos, pero la Dra. Villwock señaló que los análisis posteriores controlaron la edad y el género.
Se construyeron modelos de regresión logística para cada etiología de olfato deficiente (COVID-19 o deterioro cognitivo leve) frente a controles normales utilizando la edad, el sexo y los diferentes aromas en el Affordable Rapid Olfaction Measurement Assay para llegar a los odds ratio (OR) para cada etiología, en función de la incapacidad para detectar aromas específicos.
La incapacidad de oler el regaliz, la canela o el limón en las tres concentraciones más bajas se asoció con la hiposmia por COVID-19. Los pacientes con deterioro cognitivo leve no tenían déficit en la detección de estos olores, pero sí incapacidad para oler café, eucalipto y rosa.
Etiología | Odds ratio (IC 95 %) |
COVID-19 | COVID-19 |
Regaliz | 10,8 (4,6 a 25,6) |
Canela | 5,7 (2,7 a 11,7) |
Limón | 5,3 (2,6 a 10,8) |
Deterioro cognitivo leve | Deterioro cognitivo leve |
Café | 9,9 (2,02 a 48,1) |
Eucalipto | 6,7 (2,2 a 20,0) |
Rosa | 4,0 (1,7 a 9,7) |
Tabla. Asociación de etiología con incapacidad para oler aromas específicos
Cuando los odds ratio se combinaron en una puntuación compuesta y se compararon con los controles, el déficit olfativo para el regaliz, la canela y el limón se asoció con un odds ratio de 16,5 (intervalo de confianza del 95 % [IC 95 %]: 6,6 a 41,3) para la hiposmia por COVID-19. Esta puntuación compuesta no tuvo una asociación significativa con deterioro cognitivo leve (OR: 1,2; IC 95 %: 0,6 a 2,2).
"Se puede ver que los diferentes estados de enfermedad tenían dificultades con diferentes aspectos de estos conjuntos", apuntó la Dra. Villwock. "Por lo tanto, respalda la hipótesis subyacente de que los hallazgos específicos pueden usarse para ayudar a discriminar diferentes etiologías".
La especialista predijo que el buen desempeño discriminatorio basado en el fenotipo "puede permitir seguir utilizando la detección olfativa para deterioro cognitivo leve, incluso entre aquellos con infección previa por COVID-19".
Una limitación del estudio fue que se desconoce la historia natural a largo plazo de la hiposmia asociada con la COVID-19. Otra limitación fue que se trató de un estudio de un solo centro, por lo que es posible un riesgo de sesgo debido a una población de pacientes y prácticas de notificación homogéneas. Finalmente, los déficits olfativos después de la COVID-19 pueden variar de anosmia leve a completa, por lo que los estudios futuros más amplios deberán controlar esta gran variación.
La moderadora de la sesión, la Dra. Elizabeth Willingham, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory en Atlanta, Estados Unidos, quien no participó en el estudio, comentó a Medscape Noticias Médicas que encontró el estudio "fascinante... poder diferenciar entre la etiología de la pérdida del olfato entre el deterioro cognitivo y la COVID-19... pienso que es fascinante que se pueda diferenciar hasta en el olor".
Ella dijo que el estudio muestra que el olor es un "marcador temprano muy importante para enfermedades significativas como el deterioro cognitivo y la COVID-19... así que [estoy] contenta de ver que está recibiendo el debido respeto".
Hay una patente pendiente para la metodología de la prueba olfativa AROMA desarrollada en la Universidad de Kansas. Las Dras. Villwock y Willingham han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Este contenido fue publicado originalmente en Medscape.com y adaptado para Medscape en español, parte de la Red Profesional de Medscape.
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