La Sociedad Española de Pediatría considera que la creación de un plan nacional para la prevención del suicidio para menores es urgente

  • Carmen Espinosa

  • Maria Baena
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En España, la pandemia ha generado un aumento de casos de síntomas depresivos, conductas suicidas y autolesiones en menores. El ambiente de incertidumbre, el miedo y la enfermedad durante la pandemia, junto al aislamiento social y una excesiva exposición a las pantallas podrían considerarse factores que han influido en este incremento, en especial, en adolescentes.

“Además, algunos menores han estado en situaciones de mayor riesgo por encontrarse, por ejemplo, en familias donde existen abusos, padres consumidores de drogas o alcohol, con situaciones socioeconómicas desfavorables, o han vivido de cerca la enfermedad o incluso el fallecimiento de sus seres queridos. Todas estas situaciones predisponen a la aparición de síntomas depresivos y comportamientos suicidas o autolesivos, en especial, en el sexo femenino”, explicó a Univadis España, la Dr. Azucena Díez Suárez, directora de la Unidad de Psiquiatría del Niño y Adolescente de departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universidad de Navarra. 

Pero además de depresión y ansiedad, la pandemia de la COVID-19 ha propiciado la aparición del aumento del trastorno de estrés postraumático y los trastornos de la conducta alimentaria, en especial, la anorexia nerviosa restrictiva, siendo más frecuente y grave, y con más necesidad de ingreso debido a pérdidas de peso más severas en comparación con los casos existentes antes de la pandemia y más síntomas depresivos graves.

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Ante el alarmante incremento de consultas de salud mental infantil tanto en atención primaria como en urgencias, en junio de 2021, se creó el Grupo de Trabajo multidisciplinar de Salud Mental en la Infancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP). El grupo, formado por representantes de la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI), la Sociedad de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), está integrado por pediatras y psiquiatras de estas áreas, que se reúnen con periodicidad mensual, y cuyo objetivo es establecer estrategias para ayudar a mejorar la atención en salud mental de los niños y adolescentes en pediatría.

En esta línea, la Asociación Española de Pediatría plantea crear una estrategia unificada de prevención del suicidio en población pediátrica cuyos puntos clave serían insistir a los estamentos gubernamentales la creación de un plan nacional de prevención de suicidio, mejorar los recursos de atención a la salud mental dirigidos a niños y adolescentes, tanto en los centros de atención primaria como especializados, y establecer programas de formación para los centros escolares dirigidos a profesores, orientadores y resto de profesionales. 

Acciones más urgentes en atención primaria

Una de las medidas más inmediatas es ofrecer una formación adecuada en prevención de suicidio y autolesiones para pediatras, médicos de atención primaria, y también centros escolares. “La mejoría en la coordinación de los profesionales de atención primaria y los especialistas en Salud Mental y la mejora global en el sistema, con el aumento del número de profesionales de ambos colectivos, permitiría dedicar tiempo suficiente a su formación. Urge la creación de la especialidad de psiquiatría infantil en condiciones óptimas, sin reducir el número de especialistas en psiquiatría general”, indicó la Dra. Díez, también presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y miembro de este grupo de trabajo. 

La “pandemia silenciosa”

Pero el suicidio sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad. ”En las muertes por suicidio es habitual la asociación con un mayor o menor grado de culpabilidad en el entorno, lo cual lo convierte en un hecho aún más difícil de digerir. Por fortuna, cada vez existe más información acerca de las verdaderas causas del suicidio y las formas de prevenirlo, y la sociedad lo va comprendiendo cada vez mejor”.

Entre el grupo de jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo superada por los tumores malignos en España, mientras que a nivel mundial es la cuarta.¿Qué estamos haciendo diferente a los otros países para tener datos tan alarmantes? Como comentó la especialista, las principales diferencias demográficas en los datos de suicidio se atribuyen a factores tan diferentes como el acceso a los medios letales (por ejemplo, acceso a armas de fuego), las condiciones socioeconómicas de las familias (se estima que aproximadamente el 25 % de los menores se encuentran en riesgo de exclusión social en España), el consumo de alcohol y otros tóxicos (la edad media de inicio de consumo de alcohol en nuestro país es entre los 14 y 15 años), o la disponibilidad de acceso a los servicios de salud mental (hay una carencia escandalosa de psiquiatras y psicólogos, y la especialidad de psiquiatría infantil está aún en vías de reconocimiento). “Los estudios dicen que, mejorando estas condiciones, se podría prevenir el suicidio”.

Necesidad de un plan nacional para la prevención del suicidio

Los efectos de lo que se conoce como la “pandemia silenciosa” ha hecho evidente “que la creación de un plan nacional para la prevención del suicidio para menores es urgente. El suicidio ha pasado a ser la primera causa de fallecimiento por causas externas (no atribuibles a enfermedades) en adolescentes y adultos jóvenes, en parte por la disminución de los accidentes de tráfico durante la pandemia, pero también por un aumento de los casos de suicidio”, declaró la Dra. Díez. 

Para la especialista, la prevención es posible aunando esfuerzos de estamentos oficiales, colegios, equipos médicos y profesiones afines (psicólogos, enfermeras, trabajadores sociales, etc.), y también de medios de comunicación.

A la inexistencia de un plan nacional para la prevención del suicidio en población infantil y adolescente, hay que añadir las diferencias abismales entre los programas de actuación ante el suicidio entre comunidades autónomas, donde algunas como Madrid o Navarra cuentan con planes desde hace años a otras, como Aragón, con programas creados recientemente a raíz del empeoramiento de la situación, al otro extremo, de muchas otras comunidades que ni los tienen. “Esta heterogeneidad es nefasta y supone una situación de desigualdad entre comunidades y, por tanto, una desigualdad en los derechos de los menores según su procedencia geográfica”, apuntó la Dra. Díez.

Prevención del suicidio en las escuelas

Los centros escolares juegan un papel imprescindible en la promoción de la salud mental y la prevención de los trastornos mentales. Por ello, el Grupo de Trabajo multidisciplinar de Salud Mental en la Infancia de la Asociación Española de Pediatría propone implantar planes de formación en prevención del suicidio impartidos por profesionales especializados y dirigidos a profesores, orientadores y al equipo directivo. “Estos programas les capacitarían para detectar los factores y situaciones de riesgo, antes de que ocurran los incidentes. Una vez que aparece una conducta suicida, se les entrenaría en saber cómo atender al protagonista, escuchándole con actitud de apoyo, con sensibilidad, rapidez y ponderando en cada caso la confidencialidad”, apuntó la Dra. Díez.

Conocer estrategias útiles para evitar el empeoramiento de la conducta o un posible defecto de imitación también puede ayudar, así como la comunicación con las familias de forma rápida, fluida y con sensibilidad o la inclusión de algunos alumnos de apoyo, que ayuden a detectar casos tanto en el centro escolar como en el entorno social, además de las redes sociales.