La seguridad y falta de evidencia de los tratamientos a menores transgénero a debate
- Andrea Jiménez
- Noticias
Una de las principales revistas médicas del mundo, BMJ Journal , alertó el pasado febrero de la falta de pruebas científicas sobre la eficacia y la seguridad de los tratamientos médicos a los niños y adolescentes transgénero. De acuerdo con la información recogida por su autora, la periodista científica Jennifer Block, estos fármacos podrían ser incluso más nocivos que beneficiosos.
Como se advierte en el artículo, ante la falta de pruebas sólidas y el aumento del número de niños y adolescentes que se identifican como transgénero y a los que les ofrece tratamiento médico, algunos profesionales e instituciones exigen precaución.
La incidencia de la disforia de género en los jóvenes, “condición que ahora debe nombrarse como incrogruencia de género, está aumentando a la vez que crece el desacuerdo profesional”, asegura Antonio Becerra, uno de los mayores expertos en medicina transgénero y fundador de la Unidad de Identidad de Género de la Comunidad de Madrid en el 2007. De acuerdo con el endocrinólogo, que forma parte del equipo de Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (GIDSEEN) de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), un grupo que coordinó hasta el 2021 y que fue constituido hace más de 20 años como un grupo multidisciplinar de profesionales implicados en el tema identitario, cada vez son más los pacientes que acuden a las consultas a someterse a tratamiento hormonal y quirúrgico.
Un análisis realizado en el 2022 por la compañía Komodo Health, que Block utiliza en su publicación, concluyó que casi 18. 000 menores estadounidenses comenzaron a tomar bloqueadores de la pubertad u hormonas entre 2017 y 2021. Y el número aumenta desde entonces.
“Algunos estudios sugieren que entre el 0,17 y el 1,3 % de los adolescentes y adultos jóvenes se identifican como transgénero. Un aumento calificado por algunos especialistas como un brote”, expone Becerra, para quien, las razones de este incremento se deben, entre otras, “ a la disponibilidad de tratamiento biomédico en los últimos años y el aumento de clínicas dotadas para ofrecerlo”.
España aprueba la polémica “Ley Trans”
En España, este debate médico ético se enmarca dentro de la recién aprobada “Ley Trans”, lanzada entre tantas resistencias y detractores que a ella se oponen. Uno de los principales puntos de la normativa es la eliminación de ciertos requisitos para el cambio registral de la identidad de género. “Ya no son necesarios ni la hormonación durante dos años ni el diagnóstico de disforia de género, tampoco ningún informe médico", señala Becerra. En opinión del endocrinólogo, “esta medida supone un avance, en contraposición a las graves consecuencias que trae también la ley”, advierte el autor de numerosos estudios sobre el tema.
El problema, según sostiene el experto de la SEEN, lo constituye la discordancia entre la evidencia científica y la recomendación que establecen algunos protocolos para medicar a jóvenes que quieren transicionar al sexo opuesto. Esta es precisamente la crítica que lanza la publicación del BMJ Journal.
Como explica Block, la Endocrine Society, institución a favor de la medicación precoz de menores con disforia, encargó dos revisiones sistemáticas para su guía de práctica clínica, Endocrine Treatment of Gender-Dysphoric/Gender-Incongruent Persons. Una sobre los efectos de los esteroides sexuales en los lípidos y los resultados cardiovasculares, la otra sobre sus efectos en la salud ósea. Para indicar la evidencia que sustenta sus diversas pautas, la institución empleó el sistema GRADE (graduación de la valoración, el desarrollo y la evaluación de las recomendaciones), el cual calificó la calidad de la evidencia de todas las recomendaciones sobre adolescentes como "baja" o "muy baja".
Los responsables de desarrollar la herramienta de evaluación encontraron contradicciones en las pautas que estaba dando la Endocrine Society en base a su sistema, señalando que las revisiones sistemáticas “no analizaron el efecto de las intervenciones sobre la disforia de género en sí, posiblemente el resultado más importante". También concluyeron que la institución médica a veces había vinculado recomendaciones rotundas con evidencia débil.
Otra de las revisiones sistemáticas encargadas por la sociedad endocrinóloga estadounidense encontró, por otro lado, que la solidez de la evidencia para las conclusiones de que el tratamiento hormonal "puede mejorar" la calidad de vida, la depresión y la ansiedad entre las personas transgénero era "baja" y enfatizó la necesidad de más investigación, “especialmente entre adolescentes”.
Una opinión con la que concuerda Becerra, basándose entre otras referencias, en un estudio realizado en el 2022 que aglomeró 71 revisiones concluyendo que la literatura médica disponible hasta la actualidad no proporciona evidencia suficiente sobre la seguridad y eficaz del tratamiento para la reasignación de sexo.
Efectos perjudiciales de los tratamientos
En referencia a las pautas para la atención de mejores transgénero, el informe periodístico de la BMJ recoge, entre otras posturas profesionales, la decisión de la Junta Nacional de Salud y Bienestar de Suecia, organización que determinó el año pasado que los riesgos de los bloqueadores de la pubertad y el tratamiento con hormonas “actualmente superan los posibles beneficios” para los menores.
Sociedades médicas en Francia, Australia y Nueva Zelanda también se han alejado de la medicalización temprana en menores. Y el Sistema Nacional de Salud (NHS) de Inglaterra, que se encuentra en medio de una revisión independiente de los servicios de identidad de género, declaró recientemente que había “evidencia escasa y no concluyente para respaldar la toma de decisiones para menores con disforia de género y que para la mayoría de los que se presenten antes de la pubertad será una 'fase transitoria', que requerirá que los médicos se centren en el apoyo psicológico y sean 'conscientes' incluso de los riesgos de la transición social”, sumándose a los distintos países europeos que han emitido guías para limitar la intervención médica en menores, priorizando la atención psicológica, como Finlandia.
Estas posturas chocan contra la cada vez más aceptación social del tratamiento de la terapia hormonal durante las primeras etapas de la pubertad, alrededor de los 12 años de edad. La cual se basa en la supresión de la pubertad con análogos de hormonas liberadoras de gonadotropina, para luego dar inicio al tratamiento hormonal cruzado a partir de los 16 años de edad, y posteriormente tratamientos quirúrgicos en la edad adulta legal. “Sin embargo, prácticamente no se sabe nada sobre los aspectos psicológicos alrededor de la identidad transgénero que se inicia en la adolescencia, de los factores causales y de su evolución”, detalla Becerra.
Según el endocrinólogo, autor de guías y del primer manual en español para el diagnóstico y tratamiento del transgenerismo, hay que ser muy cautelosos con ciertos procedimientos. “Hay situaciones que no son irreversibles, como quitar las mamas, útero y ovarios. Lo que se debe procurar es que no haya cirugías hasta la mayoría de edad, retrasar lo máximo posible intervenciones que no tienen marcha atrás. Y tener en cuenta que el tratamiento hormonal es parcialmente irreversible pero también tiene efectos perjudiciales”.
Para Becerra, “es imprescindible brindar a los pacientes toda la información necesaria, no se trata de 'pastillas juanola'. El tratamiento con análogos de hormona liberadora de gonadotropinas (GNRH) bloquea la pubertad, retrasando la calcificación ósea, entre otros efectos” matiza, exponiendo el temor que comparten algunos profesionales en torno al tratamiento a menores transgénero: apresurar un tratamiento cuyos efectos a largo plazo la ciencia todavía no conoce.
“En la primera unidad de cambio de sexo que se abrió en Madrid los pediatras hacían el bloqueo pubertal antes de iniciar el tratamiento con hormona cruzada. Pero algunos profesionales ya van introduciendo ambas cosas a los 16 años, el bloqueo y, al mismo tiempo, la aplicación de hormona masculina o femenina. Se trata de un proceso que debe hacerse con calma, en el que debemos asegurar una salud mental sana previa para no cometer errores”, declara Becerra. El endocrinólogo también aboga porque el procedimiento se lleve a cabo por un equipo de profesionales que evalúen al menor, y lo acompañen en el tiempo, con profesionales psicólogos de la mano.
“Amparados por las leyes y bajo la presión social que estamos viviendo, nos llegan menores que lo quieren todo muy rápido y no puede ser, querer acelerar el procedimiento trae consecuencias”, opina. “Puede ser preocupante que la terapia hormonal pueda solicitarse para ocultar o aliviar otros problemas o inquietudes de la adolescencia diferentes a la identidad de género. A veces esta demanda se produce con verdadera insistencia e intensidad, y casi obligando a los profesionales a la toma de decisiones sin una valoración adecuada y prudente”, agrega uno de los mayores expertos españoles en medicina transgénero.
Se disparan los casos adolescentes mujeres natales que quieren un cambio de sexo
Otro de los puntos más destacables del artículo de BMJ Journal apunta que, durante el mismo periodo en el que el número de adolescentes remitidos por incongruencia de género comenzaba a aumentar, se produjo además otro fenómeno: un cambio en la proporción de sexos, aumentando considerablemente en las mujeres asignadas al nacer.
El cambio drástico en la demografía de la disforia de género durante los últimos años también llama la atención de Becerra. “Cuando comenzó a estudiarse el fenómeno veíamos una mayor prevalencia de transgénero masculino. Pero ahora son muchas más las adolescentes predominantemente mujeres con registro de nacimiento se presentan en las clínicas de género. Se están cuadruplicando el número de chicas”, asegura.
Aunque la causa de esta diferencia todavía es inexplicable, el endocrinólogo opina que la connotación social de nacer hombre o mujer todavía sigue siendo muy distinta. “Las mujeres tienen más presión de la sociedad, y eso que España es un país muy avanzado en este sentido. Pero la sexualidad masculina está mucho más socialmente aceptada y normalizada, incluso en el ámbito de la homosexualidad. A mi consulta llegan chicas biológicas en plena pubertad que no se sienten aceptadas por los cánones y que quieren de forma urgente bloqueadores. Todo el mundo tenemos derecho a equivocarnos. Lo que tenemos que procurar es que el error clínico, la equivocación médica, no sean irreversibles”, concluye.
Cautela para evitar daños irreversibles
Un último aspecto con el que la periodista Block cierra su informe se centra en uno de los puntos más polémicos del actual debate: a medida que aumenta el número de jóvenes que reciben tratamientos médicos de transición, también son más las voces de quienes se autodenominan "destransicionistas", algunos de los cuales afirman que el tratamiento temprano causó daños prevenibles.
“Aunque no son tantos los casos de arrepentimiento por haberse tratado para un cambio de sexo, sí los hay, y esto es terrible”, afirma Becerra. Él mismo cuenta con algunos pacientes que lo han sufrido, “que se arrepintieron. Y esto supone un drama”, confiesa.
Por ello, el experto pide “calma, hacer las cosas con tranquilidad e inclinarse por individualizar cada caso. Si no existe evidencia científica de que el tratamiento trae más beneficios que perjuicios, no podemos dejar que la ideología impere sobre las decisiones clínicas. Y en España estamos ahora mismo a merced de una ley creada a partir del activismo. Si existe un problema médico habrá que aplicar la ley cuando corresponda, pero sin hacer de esto una bandera”, concluye.
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