A la orilla de la chimenea
- Dr. Miguel Álvarez Deza
- Editorial
La muerte en soledad, el aislamiento social y la soledad no deseada constituyen una nueva pandemia silenciosa del primer mundo que afecta a una de cada cuatro personas en países industrializados.
El estudio presentado por el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES) ha mostrado que casi 4 de cada 10 personas que sufren soledad no deseada tienen menos de 34 años, una cifra que dobla a la de los mayores de 65 años que tienen este sentimiento, 2 de cada 10. Además ha destacado que el 22 % de los jóvenes entre 16 y 24 años sufren esta situación.
Los padres están intranquilos al ver cómo sus hijos se encierran en la habitación y se esconden tras las redes sociales aislándose cada día más, datos que guardan un paralelismo con el suicidio en los jóvenes.
Esta soledad no deseada afecta más a las mujeres, al 14,8 %, frente al 12 % de los hombres. El motivo principal es la falta de convivencia o apoyo familiar o social que declaran más de la mitad de los encuestados.
Está demostrado que las personas que viven solas presentan una mayor prevalencia de algunas enfermedades como depresión, ansiedad crónica y enfermedades cardiacas. También utilizan más los servicios sanitarios, sobre todo las urgencias y las consultas al especialista. Y consumen más medicamentos, como tranquilizantes, el 33 %, frente al 13 % de las que no están en situación de soledad y antidepresivos, 23,5 %, frente al 5,3 %.
La soledad es un fenómeno individual y multidimensional. Esta sensación solo puede experimentarse en primera persona. Existen múltiples factores que pueden desencadenar la sensación de soledad, factores objetivos, subjetivos, externos como el exceso de trabajo o la jubilación e internos como la mala salud o la discapacidad. Todos ellos interaccionan entre sí y afectan la valoración de las relaciones sociales de manera diferente en cada individuo. Las causas por las que una persona se siente sola pueden ser muy diversas. La sensación de soledad varía entre personas y a lo largo de su vida. Y esta soledad no deseada se esconde porque cuesta mucho reconocerla y se oculta porque está estigmatizada.
Por otra parte, parece que la situación de vivir solo será recurrente en los próximos años. La Proyección de Hogares 2022-2037 realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que el tipo de vivienda que más crecerá en España en este periodo será la unipersonal, que aumentaría un 27,3 % hasta alcanzar los 6,5 millones de viviendas.
El alargamiento de la vida, por otra parte, tiene incidencia en la pérdida de redes sociales y comunitarias por la enfermedad o fallecimiento de los miembros de la propia generación, amistades, por el desarraigo que genera posibles cambios de domicilio, hogar de los hijos, residencias, y por las situaciones de dependencia que puedan llegar. En todo caso, el ámbito comunitario se va disolviendo a medida que la persona va perdiendo su autonomía, se recluye en el hogar o en las residencias y deja de acudir a los espacios de socialización.
La sociedad siempre ha considerado a la familia como la principal institución asistencial y a quien responsabiliza del cuidado de sus miembros. El cuidado, basado en la obligación moral y en los afectos, se organiza desde las lógicas del parentesco y del género, que son las que definen los roles que efectúan hombres y mujeres, así como los vínculos entre generaciones.
A nivel mundial, estamos en un momento de transición demográfica, con una reducción de la mortalidad y de la natalidad. Vivimos más años y tenemos menos hijos. Las familias se alargan en años, pero disminuyen en componentes. Las generaciones conviven entre ellas mucho más tiempo, y esto modifica sus interacciones.
El modelo tradicional, familista, basado en que los hijos cuidarán a sus padres en la vejez, un modelo circular o en espiral, de padres a hijos y de hijos a padres, siendo las mujeres la pieza clave, está siendo sustituido por un modelo nuevo de carácter individualista. El modelo circular entre generaciones se transforma en un modelo lineal, los padres han cuidado de sus hijos, los hijos cuidan de sus propios hijos.
Cuidar no es solo una actividad, es una actitud. Es pensar en las necesidades de los demás. Humanizar nuestra vida y nuestras relaciones es la forma de combatir la soledad no deseada.
“Y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna.Y le hablo de esa amante inoportuna, que se llama soledad”. (Que se llama soledad, J.Sabina).
El Dr. Miguel Álvarez Deza es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.
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