La dieta mediterránea mejora la función de la barrera intestinal

  • Caroline Guignot
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Un estudio aleatorizado realizado en Alemania ha concluido que la dieta mediterránea mejora la integridad de la barrera intestinal en las mujeres con un mayor riesgo.[1] Más concretamente, el aumento de la proporción de ácidos grasos poliinsaturados omega-3, entre los ácidos grasos plasmáticos, y en particular la del ácido docosahexaenoico presente en el pescado azul, mejora la función de barrera intestinal, estimada a partir de dos biomarcadores validados como reflejo de la permeabilidad intestinal. Estos resultados aportan información importante para comprender los mecanismos protectores ejercidos por la adherencia a la dieta mediterránea sobre el riesgo de enfermedades crónicas, sin embargo es necesario confirmarlo en la población general.

La integridad de la barrera intestinal desempeña un papel decisivo en la salud, y su deterioro se asocia a la aparición de enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal crónica. Los datos de la literatura sugieren que determinados compuestos de la dieta desempeñan un papel en esta integridad: se cree que los ácidos grasos de cadena corta, derivados de la fermentación bacteriana de las fibras alimentarias, las vitaminas, los minerales, los aminoácidos y los polifenoles tienen efectos protectores. Hay menos datos sobre el papel de los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, pero los datos preclínicos apuntan en la misma dirección, sugiriendo un impacto en las proteínas de la unión. Por ello, los investigadores de este estudio quisieron evaluar la asociación entre la dieta mediterránea, rica en ácidos grasos poliinsaturados omega-3, y dos biomarcadores validados como reflejo de la permeabilidad intestinal: la proteína de unión al lipopolisacárido plasmática y la zonulina fecal.

Este estudio se basó en datos y muestras recogidas en el marco del estudio multicéntrico LIBRE, que pretendía evaluar un programa centrado en la adopción de una dieta mediterránea y la actividad física en mujeres de 18 a 69 años con una mutación BRCA1 o 2, mutación también asociada a una alteración de la función de barrera intestinal.

En este estudio exploratorio las mujeres fueron asignadas aleatoriamente a un grupo de intervención con un programa estructurado de intervenciones sobre el estilo de vida (tres meses de clases en grupo dos veces por semana sobre la dieta mediterránea y entrenamiento deportivo de resistencia guiado, seguidos de nueve meses de reuniones mensuales) y a un grupo de control que asistió únicamente a una clase sobre recomendaciones dietéticas.

A los 3 y 12 meses, se analizaron muestras biológicas y cuestionarios validados para evaluar los hábitos dietéticos (MEDAS, de 0 a 14, y MedD-Score, de 0 a 9, en ambos una mayor puntuación sugiere una mayor adherencia a la dieta mediterránea).

Las 68 mujeres reclutadas y aleatorizadas en este estudio tenían una edad media de 41 a 42 años, un índice de masa corporal (IMC) de 23 o 24 kg/m² y dos tercios de cada grupo tenían antecedentes de cáncer de mama.

En el momento de la inclusión, los dos grupos tenían una puntuación MedD-Score comparable, pero la puntuación MEDAS fue ligeramente mejor en el grupo de intervención que en el grupo de control.

A los tres meses y al año, la adherencia a la dieta mediterránea aumentó en el grupo de intervención, mientras que en el grupo de control solo se produjo un aumento moderado en ambas puntuaciones a los tres meses, sin que se produjera ningún aumento al año. El aumento de la adherencia se correlacionó con el aumento de la proporción de ácido docosahexaenoico y omega-3, y se correlacionó inversamente con la de ácidos grasos poliinsaturados omega-6.

La proporción total de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y 6 en plasma aumentó en el grupo de intervención a los tres meses y al año (p<0,05). La proporción de ácido oleico aumentó también, mientras que no cambió en el grupo de control. Sin embargo, ambos grupos se beneficiaron de una reducción de la proporción de ácidos grasos saturados.

Los análisis multivariantes confirmaron la asociación inversa entre la proporción de ácido docosahexaenoico y tanto los niveles plasmáticos de la proteína de unión al lipopolisacárido plasmática como la zonulina fecal.

Entre las limitaciones del estudio se encuentra que se llevó a cabo en mujeres con una mutación BRCA, que están predispuestas a tener una función de barrera alterada.

Este estudio recibió financiación europea y alemana.

Este contenido fue publicado originalmente en Univadis Francia.