“Nuestro estudio, que proporciona claramente la evidencia científica más sólida sobre este tema, muestra que la contaminación crónica del aire no aumenta la incidencia de la enfermedad por la COVID-19 pero, en caso de infectarse, el riesgo de COVID-19 grave es mayor si la persona ha estado expuesta a la contaminación del aire”, explicó a Univadis España Manolis Kogevinas, primer autor de este trabajo publicado en la revista Environment Health Perspectives.
Se trata de un nuevo estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación ”la Caixa”, coliderado por el proyecto GCAT | Genomes for Life- Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP) de Badalona, que examina la asociación entre anticuerpos antivirales, síntomas de la COVID-19 y exposición prolongada a la contaminación atmosférica en una cohorte de Cataluña.
“Este es el estudio más grande que se ha hecho con información detallada sobre el estilo de vida individual, el estado socioeconómico, las condiciones médicas, la exposición a la contaminación del aire y, muy importante, que incluye una gran población con pruebas de anticuerpos” comentó el investigador y también director científico de la distinción Severo Ochoa en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
Estudios previos sobre contaminación del aire y COVID-19 se han basado en casos confirmados, que fueron diagnosticados, pero no tuvieron en cuenta casos asintomáticos o que no se diagnosticaron. “Nuestro estudio marca una gran diferencia en comparación con otros estudios porque se ha visto que entre un 30 y un 40 % de las personas infectadas por el SARS-CoV-2 eran asintomáticas. Pudimos identificarlos porque nuestra prueba inmunológica basada en una detección avanzada de laboratorio de anticuerpos IgM, IgA e IgG se realizó en casi 5.000 personas”, añadió Kogevinas.
De esta manera, el equipo investigador decidió combinar la tecnología Luminex, desarrollada por otro grupo, liderado por la investigadora del ISGlobal Carlota Dobaño, para medir una serie de anticuerpos frente a la COVID-19 en una cohorte de individuos residentes en Cataluña (la cohorte COVICAT), con información sobre la exposición residencial de estos individuos a contaminantes atmosféricos -dióxido de nitrógeno (NO2), partículas finas (PM2,5), hollín y ozono-. La tecnología Luminex se ha utilizado para medir el nivel y tipo de anticuerpos IgA, IgM o IgG frente a seis antígenos diferentes del SARS-CoV-2 a partir de la misma muestra, así como la presencia de anticuerpos contra los cuatro coronavirus que causan el resfriado común.
“Nuestra hipótesis fue que la contaminación del aire se asociaba con la COVID-19 clínica y con una enfermedad más grave. Si estuviéramos en lo cierto, también deberíamos encontrar una mayor respuesta de anticuerpos a IgG que se asocia con una mayor gravedad. Por lo tanto, nuestros resultados sobre respuesta inmunológica realmente refuerzan los hallazgos clínicos sobre hospitalizaciones y COVID-19 grave”.
Respecto a las limitaciones del estudio, Manolis Kogevinas, explicó que les hubiera gustado medir la contaminación del aire también en las casas (contaminación del aire interior). “De hecho, comenzamos un estudio en Barcelona con sensores de la contaminación dentro de las casas, pero tuvimos que detenernos debido a las medidas de confinamiento”.
Contaminación de aire y salud
Los efectos de la contaminación del aire en la salud se conocen desde hace años. Pero ¿cuáles son los mecanismos implicados en el impacto de la exposición a la contaminación en las enfermedades? “Los mecanismos son múltiples según el tipo de enfermedad. La contaminación del aire causa muchas enfermedades. Los mecanismos incluyen el estrés oxidativo y la inflamación, alteraciones y mutaciones genómicas, vías biológicas relacionadas con el envejecimiento y muchos más”. La evidencia científica “vincula la exposición a la contaminación del aire con el ingreso en hospitales por otras infecciones respiratorias virales, como la gripe y la neumonía”, señaló indica Kogevinas.
La contaminación del aire además podría contribuir favoreciendo condiciones crónicas, como las cardiovasculares o respiratorias, que aumentan el riesgo de enfermar gravemente por la COVID-19.
Respecto a las regiones con mayores niveles prepandémicos de contaminación atmosférica que tuvieron una mayor incidencia de casos y muertes por COVID-19, se ha comprobado que “en la mayoría de los países, la pandemia de la COVID-19 comenzó en áreas urbanas que también tienen niveles más altos de contaminación del aire ambiental. Esto se observó en Europa, América del Norte y Asia. Sin embargo, las ciudades también tienen una población mucho más densa, por lo que no estaba claro si el aumento en las ciudades con una alta exposición a la contaminación del aire se debía a la contaminación del aire o a contactos más altos o a un estatus socioeconómico más pobre. Nuestro estudio, que tiene información individual supera este problema”.
Sobre las principales fuentes de contaminación atmosférica, el investigador especificó que “en el entorno del estudio, que son principalmente ciudades de Cataluña, la principal fuente de contaminación atmosférica es el transporte. En áreas específicas, también lo son las emisiones industriales y, en partes del mundo que usan biomasa (como la madera, por ejemplo) también sería la calefacción, como ocurrió en Atenas (mi ciudad natal) durante el invierno de 2020”.
Sin duda, este trabajo del ISGlobal proporciona un argumento adicional a favor de los beneficios para la salud de reducir la polución atmosférica e insta a la urgencia en la adopción de políticas que puedan reducir simultáneamente la contaminación del aire a nivel local y regional, y reducir las emisiones que contribuyen al cambio climático a nivel global. “El número estimado más válido de muertes debido a la contaminación del aire es de alrededor de ocho millones de muertes por año en todo el mundo. La contaminación del aire se encuentra entre las tres principales causas de muerte en el mundo. La urgencia es un reflejo del número de muertes. Las acciones deben tomarse a nivel local, regional y global, no hay otra manera. Tenemos que actuar como individuos, pero también tenemos que actuar como una comunidad global para reducir las emisiones de carbono, por ejemplo, que es esencialmente una decisión política que depende de los gobiernos. Así, pues, las medidas y las acciones están interconectadas”, concluyó Manolis Kogevinas.
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