Identificados biomarcadores que podrían mejorar el diagnóstico de la COVID-19 persistente

  • Carmen Espinosa

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La COVID-19 persistente es un nuevo síndrome emergente a nivel mundial que se caracteriza por la persistencia de signos y síntomas no resueltos de la COVID-19 entre cuatro y doce semanas después de la infección. [1]

Sin embargo, los mecanismos subyacentes de la COVID-19 persistente aún no están definidos. Se observa una respuesta inflamatoria sostenida en la persistencia del SARS-CoV-2 en santuarios de órganos y tejidos, como el sistema nervioso central o el tejido linfoide intestinal, parecida a las encontradas en la enfermedad autoinmune, siendo esta una de las hipótesis que se barajan como posibles causas. De esta manera, la COVID-19 persistente podría estar relacionada con algunas enfermedades autoinmunes como la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica, ya que estas pueden ser consecuencia de una respuesta inmunitaria frente a una infección viral previa que posteriormente se dirige frente a estructuras del organismo. [2]

Por otro lado, cabe destacar que el desarrollo de los síntomas más severos de la COVID-19 se caracterizan por una respuesta inflamatoria exacerbada que puede desencadenar una tormenta de citoquinas y un síndrome de distrés respiratorio agudo.

Con el objetivo de determinar si los pacientes que desarrollan COVID-19 persistente pueden presentar diferencias en la respuesta del sistema inmunitario comparados con los que se han recuperado completamente, un equipo del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha realizado un estudio en el que analiza la utilidad de varios parámetros demográficos, clínicos e inmunológicos. Para ello se estudió una cohorte de individuos españoles que presentaron signos y síntomas de este síndrome pasadas 49 semanas después de la infección, en comparación con individuos que se recuperaron completamente en las primeras doce semanas después del contagio. [3]

La clave: una respuesta inmunitaria sostenida

El equipo de investigadores del Centro Nacional de Microbiología, liderado por la Dra. Mayte Coiras, observaron que las personas con COVID-19 persistente mostraban niveles más elevados de células de memoria, un tipo de células inmunitarias, con una elevada actividad citotóxica antiviral. La persistencia de estas poblaciones citotóxicas de larga duración estaba reforzada por una concentración abundante de otras células inmunitarias, las células T reguladoras, que controlan y frenan la respuesta inmunitaria cuando ya no es necesaria, así como por marcadores de agotamiento inmune en estas células.

Los resultados del estudio, publicados en la revista Frontiers in Immunology, describen así características inmunitarias específicas de las personas con COVID-19 persistente. 

“Los hallazgos encontrados apuntan a la existencia de una respuesta inmunitaria que parece sostenerse en el tiempo después de la infección por el SARS-CoV-2, y que podría ser consecuencia de la persistencia del virus en el organismo o del desarrollo de una enfermedad de tipo autoinmune”, explicó a Univadis España la Dra. Mayte Coiras, de la Unidad de Inmunopatología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III.

Biomarcadores diagnósticos

En este estudio se ha aplicado un algoritmo matemático que permite determinar la fiabilidad de algunos parámetros como biomarcadores. “Con nuestras dos cohortes de personas con COVID-19 persistente y completamente recuperados, hemos observado que algunas características clínicas, como el desarrollo de letargia, dolor pleural y lesiones dermatológicas, así como características sociodemográficas como género femenino y grupo sanguíneo O+, permitían asignar a los participantes dentro de cada uno de los grupos con un 100 % de fiabilidad”, añadió la Dra. Coiras.

Aunque estos valores presentan significación estadística deben confirmarse con una cohorte de personas más numerosa. El estudio de algunos parámetros relacionados con la respuesta inmune podría ayudar a definir mejor el diagnóstico de COVID-19 persistente, que ahora puede confundirse con las secuelas de la COVID-19. 

En el caso de la definición de secuelas por COVID-19, además del primer criterio de definición de COVID-19 persistente, se deberían cumplir los siguientes criterios de inclusión: existencia de daño órgano-específico que persiste más allá de las doce semanas tras el inicio del cuadro de COVID-19 agudo en un órgano previamente sano y que el daño orgánico sea atribuible a la infección por SARS-CoV-2. [4]

“La diferenciación entre ambas entidades es importante puesto que seleccionar una u otra tiene implicaciones laborales, en la gestión clínica del paciente y en el ámbito de seguimiento. La inclusión de parámetros inmunológicos en la definición de COVID-19 persistente podría, además de colaborar en el diagnóstico, ayudar a diferenciar este síndrome del de las secuelas del COVID”, comentó la investigadora del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III.

Pero ¿existe un consenso para definir qué es COVID-19 persistente? Desde la Gerencia Asistencial de la Atención Primaria de la Comunidad de Madrid se ha emitido un protocolo de registro en la Historia Clínica Electrónica según el cual deben cumplirse los siguientes criterios de inclusión para codificar el estado de un paciente como COVID-19 persistente: 

  1. Caso de COVID-19 confirmado o probable según la definición de la Estrategia de Detección Precoz, o caso sospechoso sintomático sin confirmación con pruebas diagnósticas durante los primeros meses de la pandemia (marzo-abril 2020), cuando no había pruebas disponibles para el diagnóstico;
  2. Síntoma/s persistentes que forman parte de la presentación clínica inicial de la infección aguda por SARS-CoV-2. Este síntoma/s no debían existir previamente a la infección aguda.
  3. Síntoma/s persistentes más allá de doce semanas desde el inicio del primer síntoma/s atribuibles a la infección aguda por SARS-CoV-2. [4]

También desde el Instituto de Salud Carlos III se está llevando a cabo un estudio para ayudar a definir qué es la COVID-19 persistente a través del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER), cuyos primeros resultados se conocerán en breve.