Físicos españoles a favor del cambio de horario de verano

  • Andrea Jiménez
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En unos días, de la noche del 25 al 26 de marzo, en España se hará nuevamente el cambio de hora al horario de veranoHabrá que adelantar una hora agujas del reloj y despedir a los husos del invierno. El efecto más inmediato del cambio de hora es que amanecerá y anochecerá una hora después, por lo que dispondremos de más tiempo de luz solar por las tardes hasta otoño. Esta modificación horaria de primavera se aplica en todos los países de la Unión Europea con la intención de ajustar mejor la jornada laboral a las horas de luz natural. 

No obstante, podría ser la última vez de estas modificaciones en los horarios. Ya que, con motivo de la decisión de la Comisión Europea, el Gobierno de España ha creado un comité para decidir qué horario será el definitivo en el país. Si se decidiera por el horario de invierno, el cambio de hora del 28 de octubre podría suponer el último que afecte a los españoles. En respuesta al debate que ha generado esta toma de decisión, investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y la Universidad de Sevilla (US) acaban de publicar en la revista Sleep un artículo que analiza la naturalidad y utilidad del cambio estacional de la hora que trata de contraargumentar un manifiesto de la Sleep Research Society que pide su fin en Estados Unidos y la adopción de la hora de invierno de forma permanente.

“La Sleep Research Society pide mantener el horario de invierno de forma permanente y, a la vez, ve natural que la población despierte antes en verano y adelante su actividad porque el amanecer se adelanta”, señala José María Martín Olalla, uno de los principales autores del artículo. “Justamente es lo que hacemos con la hora de verano: adelantar la actividad en verano y retrasarla en invierno”, expone el físico de la Universidad de Sevilla.

De acuerdo con el experto, el cambio de primavera llegaría demasiado pronto en Estados Unidos, y el cambio de otoño se retrasa demasiado, lo que incide especialmente en las personas con jornada laboral más adelantada. La población que más madruga para iniciar su actividad sería, según Martín Olalla, la población más afectada. “En las tres semanas que van desde la fecha actual a la fecha que había hasta 2007 (primer fin de semana de abril) el amanecer se adelanta 30 minutos. Un porcentaje significativo de la población trabajadora, probablemente un 10 %, no notaría que tras el cambio de hora vuelve a iniciar el día de noche, si espera hasta entonces. Siempre habrá personas que estén afectadas por este hecho pero se trata de esperar hasta una fecha adecuada para que su impacto sea menor. Por el contrario, si el cambio se hiciera antes, en febrero por ejemplo, mucha más gente se vería afectada y, probablemente, sería mucho más impopular”, explica.

En su artículo, los investigadores señalan que las sociedades modernas, regidas por horarios preestablecidos, solo pueden regular estacionalmente su actividad a golpes de una hora, como se hace con el actual cambio. Los inconvenientes momentáneos de esta alteración, según los expertos, se compensan con una mejor alineación del inicio de la actividad con el amanecer. “La conciliación y los horarios dependen de las horas luz, de las horas de oscuridad, de las 24h que dura un día. Todos son parámetros naturales que no podemos alterar jugando con el huso horario. Toda política de conciliación es posible con el huso actual”, argumenta Martín Olalla.

Como señala el físico, “el cambio de hora triunfó porque la jornada laboral no se alargó en verano, un temor lógico cuando se inició la práctica; la jornada laboral se mantuvo y eso transfirió ocio diurno a la tarde, lo que fue muy bien recibido. Por ejemplo, en Reino Unido se inició la práctica en el año 1916: nunca jamás ha vuelto a tener un verano usando la hora de invierno. La reina Isabel nunca vivió un verano en Londres con la hora de invierno. En las grandes ciudades de Estados Unidos ocurrió lo mismo”.

Aunque algunas voces expertas señalan que el horario de verano impacta en las horas de sueño, “el amanecer invernal y el anochecer estival están separados por doce horas, con independencia de la latitud. Si la actividad humana se inicia con el amanecer invernal y se emplea la regulación estacional de la hora, entonces el inicio de la actividad humana en verano y el anochecer estival están separados por once horas, probablemente suficiente para un sueño adecuado”, responde el investigador, quien reconoce los inconvenientes de practicar el cambio de hora dos veces al año.

“Pero olvidamos sus ventajas y desconocemos los inconvenientes de no haberlo practicado,. ni la conciliación ni los horarios dependen del huso horario. La conciliación y los horarios dependen de las horas luz, de las horas de oscuridad, de las 24h que dura un día. Todos son parámetros naturales que no podemos alterar jugando con el huso horario. Toda política de conciliación es posible con el huso actual”, recuerda.

Basados en estudios, otras voces expertas a favor del cambio de horario alegan el ahorro energético y económico que implica esta decisión. “Hay también otras ventajas que probablemente tienen una menor importancia en una sociedad moderna. En las latitudes de la península ibérica y de la parte continental de los Estados Unidos la insolación en verano es muy fuerte: de carácter tropical. El Sol, que atraviesa México en verano, está más cerca de Estados Unidos que de Ecuador. Pasa más cerca de España que de Kenia. La adaptación típica en esas condiciones es aprovechar el frescor de la mañana para evitar trabajo físico a las horas centrales del día”, asegura el físico, quien ofrece algunos consejos para que aquellos más preocupados por el cambio pueden anticiparse modificando su rutina en el mes anterior. “Por ejemplo, adelantar la alarma del despertador 15 min tres semanas antes del cambio; añadir otros 15 min dos semanas antes; y un último cuarto de hora en la semana anterior. El fin de semana del cambio se vuelve a poner la hora original (ya en modo de verano) y se completa una adaptación con cuatro etapas pequeñas. También se pueden hacer tres etapas de 20 min o dos de 30 min”, concluye.