ESC 2023 – Recuperación cardiaca, cerebral y salud tras una parada cardiaca
- Moheb Costandi
- Cobertura de Congreso
En el Reino Unido, aproximadamente 55 de cada 100.000 personas al año sufren una parada cardiaca extrahospitalaria. Las tasas de supervivencia tras una parada cardiaca son extremadamente bajas. En Estados Unidos, solo el 23 % sobrevive hasta el ingreso hospitalario y solo el 10 % sobreviven para recibir el alta.
En el Congreso de 2023 de la Sociedad Europea de Cardiología celebrado en Ámsterdam, los expertos debatieron en una sesión en colaboración con el Concilio Europeo de Reanimación (ERC, por sus siglas en inglés) la evaluación y el manejo de los pacientes para asegurar la supervivencia y mejorar los procesos de rehabilitación y recuperación.
Evaluaciones tempranas y tratamientos
La evaluación cardiaca temprana es esencial tras una parada cardiaca. La función cardiaca puede evaluarse palpando los pulsos centrales de las arterias femoral o carotídea. El médico debe colocar una vía arterial lo antes posible, llevar a cabo un electrocardiograma y monitorizar la actividad eléctrica cerebral con un electroencefalograma (EEG).
Sin embargo, la coronariografía temprana no es útil. Según se ha demostrado un metanálisis reciente, la coronariografía temprana no redujo la mortalidad en ninguno de los subgrupos de pacientes con parada cardiaca y, de hecho, esta intervención puede aumentar la mortalidad en las mujeres.
Por el contrario, la evaluación cerebral temprana es crucial, ya que el cerebro es extremadamente sensible a la hipoxia causada durante la parada cardiaca.
Durante y tras la reanimación, es fundamental mantener la presión arterial media adecuada para mantener el flujo de sangre al cerebro y minimizar el daño cerebral causado por hipoxia. La presión arterial puede controlarse con vasopresores y reanimación con fluidos.
En algunos casos, los vasopresores pueden causar arritmias, pero las dosis moderadas de noradrenalina pueden aumentar la presión arterial media sin causar taquicardias.
Según se recoge en las guías del ERC publicadas en 2021, los médicos deben asegurarse de que la presión arterial del paciente no baja de 65 mmHg tras una parada cardiaca y centrarse en que la presión arterial medial consiga una diuresis normal o niveles de lactato bajos.
En una revisión sistemática más reciente se concluyó que centrarse en una presión arterial media más alta, frente a más baja, no se asocia con ningún efecto adverso, pero es poco probable que reduzca la mortalidad.
Predicción de resultados
Aproximadamente el 50 % de los pacientes con parada cardiaca presentan malos resultados neurológicos y aproximadamente una quinta parte terminan en estado vegetativo. La predicción de los resultados neurológicos es extremadamente difícil, y diferenciar un estado vegetativo de un estado mínimamente consciente es más difícil aún.
“Necesitamos aplicar mejores protocolos de neuropronóstico y la retirada de la asistencia”, declaró Sean Van Diepen de la Universidad de Alberta, en Canadá, a Univadis. “Necesitamos que los expertos en ética, los gobiernos y las sociedades médicas se pongan de acuerdo sobre qué grado de incertidumbre (pronóstica) es aceptable”.
Es muy común que aquellas personas que sobreviven a una parada cardiaca experimenten cambios en la cognición y en la función neurológica. Por lo que, con el aumento de supervivientes de una parada cardiaca, aumenta la necesidad de centrarse en los procesos de recuperación y rehabilitación.
Atención a los supervivientes y a sus familias
Muchos supervivientes de paradas cardiacas reciben consecuentemente un diagnóstico de problemas de salud mental, como ansiedad y depresión, que se asocian con mayor mortalidad a largo plazo, lo que sugiere que la terapia psicológica también es importante para mejorar la supervivencia a largo plazo.
Los familiares y cuidadores también pueden sufrir estrés y problemas de salud mental, especialmente si fueron testigos de la parada cardiaca. La colaboración con los familiares es un eje central en la recuperación tras una parada cardiaca, y reconocer y reducir la carga de los cuidadores muy probablemente mejoraría la recuperación psicológica y la supervivencia a largo plazo.
“Los cuidadores y los familiares informan de que la fase de transición desde el hospital al hogar es particularmente estresante”, afirma Gisela Lilja, del Hospital Universitario de Skåne en Lund, Suecia, “y añaden que necesitan más información sobre los potenciales problemas cognitivos y cómo lidiar con ellos mientras apoyan al paciente”.
En un cuestionario en el que participaron 123 supervivientes de parada cardiaca y 39 familiares, Lilja y sus colegas descubrieron que la mayoría preferían un seguimiento precoz al mes de recibir el alta hospitalaria. También abogan por un seguimiento especial, con consultas en las que participen también las familias. El seguimiento ambulatorio generalmente lo llevan a cabo los cardiólogos, pero los participantes en esta encuesta declararon que la participación de otros profesionales de la salud, como psicólogos y terapeutas, podría mejorar más los resultados de los pacientes.
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