ESC 2023 – La monitorización remota de la congestión: presente y futuro

  • Moheb Costandi
  • Cobertura de Congreso
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La insuficiencia cardiaca congestiva, una de las principales causas de hospitalización, se asocia con una alta morbilidad y mortalidad cardiovascular, cuyo riesgo aumenta con cada nuevo episodio y hospitalización. Sin embargo, el uso de dispositivos implantables que controlen las señales cardiovasculares aporta información sobre los procesos patológicos que derivan en congestión, y también podría reducir la hospitalización y la mortalidad por insuficiencia cardiaca al dar una señal de alerta precoz.

Los expertos debatieron los usos presentes y futuros de los dispositivos implantables en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología de 2023 celebrado en Ámsterdam.

Los dispositivos de monitorización remota pueden implantarse en diversas localizaciones, siendo los sensores de la presión arterial pulmonar los más utilizados en la actualidad. En los estudios se ha mostrado que la expansión del volumen, la adaptación autonómica y el edema pulmonar intersticial contribuyen a la congestión y comienzan varias semanas antes de que los pacientes presenten síntomas. Además, se ha demostrado que la elevación de la presión pulmonar diastólica es clave en la fisiopatología de la insuficiencia cardiaca y que la estimación de la presión pulmonar diastólica es un predictor independiente de mortalidad en los pacientes con insuficiencia cardiaca.

En los ensayos clínicos se ha mostrado que los sistemas de monitorización hemodinámica implantables reducen significativamente la hospitalización para los pacientes con insuficiencia cardiaca clase III de la New York Heart Association y mejoran de forma sustancial la calidad de vida de los pacientes, pero no consiguen disminuir el criterio de valoración compuesto de tasas de mortalidad e insuficiencia cardiaca totales. Además, en un metanálisis de tres ensayos aleatorizados se demostró que la monitorización remota de la presión arterial pulmonar también redujo los episodios de empeoramiento de insuficiencia cardiaca.

“La implantación de estos dispositivos tiene un riesgo muy bajo y los riesgos a largo plazo también son muy bajos”, afirmó a Univadis JoAnn Lindenfeld de Vanderbilt Health en Nashville, Tennessee (Estados Unidos). “Llevamos a cabo la distal en la arteria pulmonar y se toleran muy bien. No parecen causar trombosis u otros problemas”, añadió.

“Algunas veces hay que reajustar la señal con cateterización derecha y monitorización de la presión”, añadió, “pero, en general, la seguridad a largo plazo es muy buena, funcionan mal muy pocas veces y apenas efectos adversos”.

El papel de las tecnologías no invasivas

Las tecnologías no invasivas también se emplean para monitorizar los parámetros cardiovasculares. Por ejemplo, el control telemático del peso y los síntomas de los pacientes puede ayudar a identificar los siguientes pasos en los programas de monitorización, pero no disminuye las hospitalizaciones por insuficiencia cardiaca.

En un estudio publicado en 2022 se mostró que el análisis automatizado del habla puede identificar alteraciones de la voz resultado de cambios en la insuficiencia cardiaca, lo que podría ser muy útil durante el seguimiento en persona y remoto de los pacientes.

Otro desarrollo reciente es el monitor cardiaco por ultrasonido, que consiste en parches flexibles de un solo uso que permiten mediciones cardiacas continuas y directas a tiempo real.

“Creo que todos estamos de acuerdo en que siempre es mejor un dispositivo no invasivo que uno implantable si los beneficios son los mismos”, afirmó Lindenfeld a Univadis. “Ahora mismo, todas las evidencias se basan en la monitorización directa de las presiones. Esto no significa que los dispositivos no invasivos no funcionen igual de bien, simplemente todavía no se ha demostrado en ensayos clínicos que sean beneficiosos. Sería suficiente si un dispositivo no invasivo es un 90 % tan efectivo como uno invasivo”.

Lindenfeld añadió que el santo grial de la monitorización en remoto consistiría en disminuir las tasas de mortalidad de los pacientes. “Mejorar la mortalidad total es muy importante, pero queda por ver si se puede lograr”, añadió.