ESC 2023: El síndrome metabólico se relaciona con infartos de miocardio e ictus precoces

En el estudio participaron 34.269 adultos de entre 40 y 50 años que se unieron a un programa de cribado cardiovascular en la década de los noventa del siglo XX. Estas personas se sometieron a exploraciones clínicas que incluyeron el registro de la altura, el peso, presión arterial, el colesterol, la glucosa en sangre y la circunferencia de la cintura. Aquellas personas con tres o más factores de riesgo, con cifras altas de circunferencia de la cintura, colesterol total, presión arterial y glucosa en sangre en ayunas se clasificaron como síndrome metabólico.

Cada persona que recibió el diagnóstico de síndrome metabólico (n = 5.084) se emparejó con dos controles que no presentaban el síndrome. Durante un seguimiento medio de 27 años, las personas síndrome metabólico frente a sin él tenían un 30 % más de posibilidades de morir y un 35 % más de riesgo de eventos cardiovasculares no fatales, incluyendo infartos de miocardio e ictus, así como un tiempo medio menor (de 2,3 años) hasta el primer infarto o ictus no mortal.

“Ya que el síndrome metabólico es un conjunto de factores de riesgo, el nivel de cada componente individual no tiene por qué estar extremadamente elevado. De hecho, la mayoría de las personas viven con niveles ligeramente elevados muchos años antes de presentar síntomas y buscar atención sanitaria”, declaró la autora principal Lena Lönnberg, del Västmanland County Hospital en Suecia, en un comunicado de prensa.

El 31 % de la población mundial sufre síndrome metabólico y este se asocia con un aumento del riesgo de diabetes, cardiopatías, ictus y muerte prematura. Con la prevalencia en el aumento del número de casos de síndrome metabólico, tratar estos factores de riesgo tan pronto como sea posible con medidas preventivas podría llevar a una reducción significativa del número de infartos de miocardio, ictus y complicaciones relacionadas.

En los resultados se destaca el papel principal que juega la presión arterial como un factor de riesgo, especialmente en las mujeres en su cuarta época de vida, y se hace hincapié en la relevancia de los programas de cribado proactivos para la detección precoz de factores de riesgo que permiten tomar medidas preventivas.

“La prevención primaria es la piedra angular. Es importante tener en consideración los hábitos de los pacientes, como el consumo de alcohol, los patrones de sueño y los niveles de estrés, ya que también pueden contribuir al riesgo de enfermedad cardiovascular”, añadió Silvia Castelletti, una cardióloga italiana que no participó en el estudio.

“Es crucial educar a los pacientes sobre estilos de vida saludables, incluyendo una dieta equilibrada, ejercicio físico frecuente, el control del peso y controlar todos los factores de riesgo. Puede ser útil que el paciente comparta su progreso con nosotros. Por ejemplo, yo suelo pedir a mis pacientes que tengan un diario con la ingesta diaria de comida, el ejercicio que practican, la presión arterial y el peso”, añadió la doctora. “Como profesionales de la salud, debemos darles ejemplo a nuestros pacientes y animarlos a que adopten estilos de vida saludables”.