ESC 2023 - ¿Continuará la reducción de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares en Europa?

  • Moheb Costandi
  • Cobertura de Congreso
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Europa occidental tiene una de las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares más bajas del mundo, con una disminución de las muertes por cardiopatías isquémicas de aproximadamente el 36 % entre 1990 y 2019. La mortalidad por ictus ha seguido una trayectoria similar. Sin embargo, esta tendencia parece haberse estabilizado y a los expertos les preocupa que haya un aumento de cientos de miles al año.

Las buenas noticias es que las intervenciones médicas y políticas en el continente han marcado la diferencia.

En las últimas tres décadas hemos sido testigos de la introducción de los antihipertensivos en última década del siglo XX, la publicación de nuevas recomendaciones de prevención, entre las que se incluye el cribado, en la primera década del siglo XXI y, más recientemente, la identificación de nuevos factores de riesgo, como la contaminación atmosférica, el estrés y la falta de sueño.

Pero, de todas estas intervenciones sobre los estilos de vida, la prohibición de fumar en espacios públicos y de trabajo parece haber sido la más efectiva: se asocia con una disminución del 17 % del riesgo de infarto de miocardio.

“Lo que estamos viendo es un cambio progresivo del manejo de los síntomas y la prevención secundaria a la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo”, declaró Nathalie Conrad, una epidemióloga de la Universidad de Leiden, en Países Bajos, que participó en una sesión celebrada el 27 de agosto en el Congreso de 2023 de la Sociedad Europea de Cardiología celebrado en Ámsterdam. “La prohibición de fumar es probablemente la política más importante y con mayor impacto, y tenemos evidencias contundentes de que estos nuevos factores de riesgo juegan un papel importante en la patogénesis de las enfermedades cardiovasculares”.

Las enfermedades cardiovasculares son una gran causa de morbilidad, discapacidad y mortalidad a nivel mundial, siendo responsable de aproximadamente 422 millones de casos y hasta 18 millones de muertes en 2015.

La tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares por edad estandarizada disminuyó entre 1995 y 2015 en todos los países de altos ingresos y en algunos de ingresos medios. La tasa de mortalidad se relaciona con el índice sociodemográfico (ISD), un ISD más alto se asocia con una mortalidad menor y la menor proporción de mujeres con mayor ISD.

Conrad explicó que los grupos sociales más desfavorecidos tienen un 34 % más de posibilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares que sus iguales en lugares más ricos. Estas desigualdades se observan en la mayoría de los tipos de enfermedades cardiovasculares, son mayores para el síndrome coronario agudo, la enfermedad arterial periférica y la insuficiencia cardiaca y no se han observado mejoras con el tiempo.

“Sabemos cómo prevenir las enfermedades cardiovasculares en las poblaciones más ricas, y si pudiésemos hacer lo mismo en los colectivos desfavorecidos, podríamos prevenir un porcentaje importante de enfermedades cardiovasculares”.

Existen evidencias de alta calidad de que las intervenciones sobre el estilo de vida, como prohibir fumar en los espacios públicos y reducir el consumo de sal, marcan la diferencia. El reto es la implementación a gran escala.

Otro reto es la extremadamente baja adherencia a los medicamentos que pueden salvar vidas, que tienen un gran impacto en la mortalidad y, por tanto, son una gran oportunidad para mejorar la supervivencia.

Los nuevos tratamientos, como la colchicina, los nuevos antinflamatorios, los inhibidores del cotransportador 2 de sodio-glucosa (iSGLT2), los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), las policápsulas y los hipolipemiantes, como los small-interfering RNA (sIRNA) o los inhibidores de PCSK9, podrían propiciar cambios en el tratamiento y la prevención de las enfermedades cardiovasculares.

Gregory Roth, que está al cargo de la investigación cardiovascular en el Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, describió variaciones en la mortalidad cardiovascular dentro de Europa utilizando datos del Global Burden of Disease Study.

Afirma que la hipertensión es, con diferencia, el mayor factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares en Europa.

“El único motivo por el que la presión arterial ha disminuido en cualquier país europeo es la administración correcta de antihipertensivos”, afirmó Roth. Aunque, añadió: “según los datos de hombres en varios grandes países europeos, no existen evidencias de que hayamos disminuido de forma efectiva la presión arterial”.

Roth destacó las disparidades entre los ejes norte/sur y este/oeste, ya que se observan tendencias preocupantes en Europa del este, donde se ha observado un aumento anual del 1 % en la mortalidad cardiovascular desde 1990.

“Ambos ejes son importantes, pero la comparación entre Europa del Este y central y Europa occidental es, probablemente, donde más claramente se observan las disparidades”, afirmó.

A pesar de todo, se espera que las tasas por mortalidad por enfermedades cardiovasculares en Europa occidental vuelvan a aumentar debido al aumento a nivel mundial de los factores de riesgo metabólicos, incluida la hipertensión, la elevación de los niveles de glucosa plasmática en ayunas, la hipercolesterolemia y el aumento en los índices de masa corporal (IMC), además del aumento de contaminación atmosférica y el consumo excesivo de alcohol.

“El único factor con el que hemos tenido un éxito innegable ha sido la disminución de la exposición al humo del tabaco a nivel mundial”, según Roth. “Las prohibiciones han reducido la exposición al humo del tabaco en todos los países del mundo, pero, este tipo de intervención no se está aplicando con otros factores de riesgo”.