EPA 2023 – Las autolesiones no suicidas son altamente prevalentes en los pacientes de psiquiatría

  • Michael Simm
  • Cobertura de Congreso
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Las autolesiones no suicidas generalmente están presentes en diversas enfermedades, incluyendo el trastorno de personalidad límite, el trastorno de la personalidad antisocial, los trastornos de la alimentación, el abuso de sustancias y los trastornos del espectro del autismo. Ahora y por primera vez, las autolesiones se han añadido como una categoría diagnóstica distinta en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V, por sus siglas en inglés). La inclusión en la sección 3 las categoriza como “un trastorno que requiere más investigación”. Los nuevos avanzas para la identificación de los factores de riesgo asociados con las autolesiones se trataron en el XXXI Congreso Europeo de Psiquiatría (EPA, por sus siglas en inglés) en París, Francia, bajo el título de “Autolesiones no suicidas” por Sabine Herpertz, jefa de Psiquiatría general en el Hospital Universitario de Heidelberg, Alemania.

Las autolesiones no suicidas son un acto autoinfligido que causa dolor o daño superficial, pero que no buscan causar la muerte, y se llevan a cabo para propósitos que no están socialmente sancionados (Zetterqvist, 2015). Entre los comportamientos se incluyen los cortes, las mordeduras y el rascado. Aunque los pacientes no quieren causarse la muerte, la letalidad no intencionada de las autolesiones no suicidas es de aproximadamente el 0,6 % (Halicka et al., 2018), según Herpertz. Generalmente, esto ocurre cuando un paciente secciona una aorta accidentalmente.

En los datos de dos recientes metanálisis se estima que la prevalencia de por vida en preadolescentes con trastorno de personalidad límite es del 6,2 % y puede llegar al 22,1 % en los adolescentes. La prevalencia en pacientes hospitalizados en servicios de psiquiatría, sin embargo, aumenta hasta el 50–72 %.

Aunque la conducta puede iniciarse en la preadolescencia, llega a su pico entre los 20 y los 25 años. Se observa más frecuentemente en personas con trastorno de la personalidad límite y las mujeres claramente superan a los hombres en 3:1 o 4:1. En pacientes con trastorno de la personalidad límite, el 60 % de los adultos y el 90 % de los adolescentes que se han autolesionado no buscaron atención médica o psicológica posteriormente.

Muchas investigaciones se han centrado en el estudio de los factores de riesgo, según Herpertz. Los más importantes, con unas odds ratio de >3, son los trastornos de la personalidad del grupo B y la desesperanza. También son importantes los pensamientos suicidas anteriores, la exposición a otras personas con autolesiones no suicidas y los pacientes que predicen que llevarán a cabo autolesiones no suicidas en el futuro. Todos ellos aumentan el riesgo en al menos un factor de 2.

Por norma general, las autolesiones no suicidas no predicen los intentos de suicido en el trastorno de la personalidad límite, según se ha observado en los estudios realizados por Andrewes et al. (2018, 2019). Pero, se ha documentado un aumento relativo en la frecuencia y la gravedad de las autolesiones no suicidas en los meses anteriores a un intento de suicido. “Como médicos, deberíamos preocuparnos si observamos un aumento de la frecuencia y la gravedad de las autolesiones no suicidas, ya que son factores pronósticos de intento de suicido”, afirma Herpertz.

Por su parte, las autolesiones no suicidas también pueden predecirse por altos niveles de ira, frustración y discusiones con los padres y los iguales. Esto se ha medido con evaluaciones ecológicas momentáneas en las que se recolectan datos sobre los pensamientos y los comportamientos de una persona en su vida diaria y en entornos normales. “En oposición a las expectativas de la mayoría de mis colegas, el refuerzo social (independiente de pacientes hospitalizados) no parece tener un papel relevante en la motivación de autolesiones no suicidas”, señala Herpertz (Hepp et al., 2021).

En una guía de práctica clínica alemana publicada recientemente se recomienda (nivel A) la terapia dialéctico-conductual y la terapia basada en la mentalización para los pacientes con trastorno de la personalidad límite y autolesiones no suicidas graves. “Sin embargo, los efectos de estas terapias son pequeños o medianos”, advierte Herpertz.