El hipo: infratratado en los pacientes con cáncer

  • Univadis
  • Clinical Summary
El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados. El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados.

Hasta el 40 % de los pacientes con cáncer presenta hipo, con frecuencia sin que lo sepa el oncólogo. Pero incluso si se reconoce, es posible que el hipo no se trate de manera eficaz, de acuerdo con una encuesta publicada en línea recientemente en American Journal of Hospice & Palliative Medicine.

Cuando no se controla bien, el hipo persistente puede afectar a la calidad de vida de los pacientes: el 40 % de los encuestados cree que el hipo crónico es “mucho más” o “algo más” intenso que las náuseas y los vómitos.

En general, los resultados indican que los pacientes con cáncer que presentan hipo persistente están “sufriendo muchísimo”, según los autores.

El hipo puede ser simplemente una molestia para la mayoría, pero estos espasmos pueden ser problemáticos para los pacientes con cáncer, hasta el punto de resultar en privación del sueño, cansancio, neumonía por aspiración, dificultad para la ingesta de alimentos, pérdida de peso, dolor e incluso la muerte.

El hipo puede aparecer cuando el nervio que controla el diafragma se irrita, algo que pueden desencadenar determinados quimioterápicos.

Sin embargo, pocos estudios se han centrado en el hipo en los pacientes con cáncer y ninguno hasta el momento ha pedido los puntos de vista de los médicos de atención oncológica.

La Dra. Aminah Jatoi, oncóloga de la Clínica Mayo (Rochester, Minnesota) y 2 compañeros del mismo centro desarrollaron una encuesta, junto con Meter Health, que Medscape distribuyó a médicos con interés en la atención oncológica.

En la encuesta se midió el conocimiento o el desconocimiento de los médicos sobre el hipo clínicamente significativo, así como de los tratamientos contra este, y su opinión sobre si el hipo es una necesidad paliativa por cubrir.

Un total de 684 médicos respondió a 2 preguntas de selección para comprobar si cumplían los requisitos; en ellas se les pedía que hubieran atendido en los 6 meses anteriores a más de 10 pacientes con cáncer y con hipo clínicamente significativo (definido como un hipo que duró más de 48 horas o que derivó del cáncer o del tratamiento oncológico).

Entre los 113 profesionales sanitarios que cumplían los requisitos, 90 respondieron a la encuesta: 42 médicos, 29 enfermeras, 15 enfermeras especialistas y 4 asociados médicos.

En la encuesta se revelaron 3 problemas fundamentales. En primero lugar, el hipo parece ser un problema poco reconocido.

Entre los profesionales sanitarios que respondieron a las preguntas de selección para comprobar si cumplían los requisitos, menos del 20 % informó de haber atendido en los 6 meses anteriores a más de 10 pacientes con cáncer y con hipo persistente. La mayoría de estos médicos informó de que atendían a más de 1.000 pacientes al año.

Dado que entre el 15 % y el 40 % de los pacientes con cáncer informa de hipo, este resultado indica que los profesionales sanitarios no reconocen el hipo de forma generalizada.

En segundo lugar, los datos de la encuesta mostraron que el hipo, con frecuencia, aumenta la ansiedad, el cansancio y los problemas del sueño de los pacientes, y puede disminuir la productividad en el trabajo o en la escuela.

De hecho, al comparar el hipo con las náuseas y los vómitos, que a veces se describen como dos de los efectos secundarios más intensos del tratamiento oncológico, el 40 % de los encuestados calificó el hipo como “mucho más” o “algo más” intenso que estos últimos para sus pacientes, y el 38 % calificó la intensidad de los 2 problemas como “aproximadamente la misma”.

Por último, incluso cuando se reconoce y se trata el hipo, en torno al 20 % de los encuestados afirmó que los tratamientos actuales no son muy eficaces y que se necesitan más opciones de tratamiento.

Entre los encuestados, los medicamentos que se recetaron con más frecuencia contra el hipo crónico fueron el antipsicótico clorpromazina, el miorrelajante baclofeno, el antiemético metoclopramida y los anticonvulsivos gabapentina y carbamazepina.

Los encuestados que expresaron su opinión sobre los tratamientos actuales contra el hipo destacaron una serie de desafíos. Un encuestado afirmó: “Nuestros pacientes pueden sentir una gran desmoralización cuando los tratamientos actuales no funcionan”. Otro explicó: “Siento que no está en absoluto garantizado que el tratamiento contra el hipo funcione o no”.

Por otro lado, otro creía que, aunque los tratamientos actuales funcionan “bastante bien para detener el hipo”, producen efectos secundarios que pueden ser “bastante intensos”.

De acuerdo con los autores, estos resultados “señalan con claridad las necesidades por cubrir con respecto al hipo en los pacientes con cáncer y deberían impulsar más investigaciones destinadas a encontrar opciones paliativas adicionales”.

Este artículo se publicó originalmente en Medscape.com.