El final de Amazon Care.

  • Santiago Appdemecum
  • Salud Digital
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Para tener una idea aproximada de las tendencias en el ámbito de la salud digital, seguramente hay que mirar hacia dos lados distintos. 

Por una parte, a los cientos de iniciativas que surgen desde el emprendimiento y las pequeñas “start-ups”, que están demostrando una capacidad asombrosa para generar opciones nuevas que intentan resolver problemas tradicionales. Digitalizar es, ante todo, abrir la puerta a nuevas ideas, lo que se traduce en emplear herramientas innovadoras que pueden ofrecer alternativas a los abordajes ya conocidos. Lo que se necesita fundamentalmente es creatividad y ganas de contemplar los problemas desde nuevas perspectivas. 

Pero también hay que mirar, de otro lado, a lo que hacen las grandes empresas tecnológicas que han ido creciendo exponencialmente en lo que llevamos de siglo, porque son las que tienen más capacidad para poner en marcha transformaciones relevantes en muchos órdenes sociales. 

Dentro del grupo de las grandes tecnológicas (Apple, Meta/Facebook, Alphabet/Google, Microsoft o Amazon), cada una de ellas ha tratado de adentrarse en el mundo de la salud de una manera diferente. Todas son conscientes de que es un sector complejo, pero que constituye una necesidad permanente para las personas, y consecuentemente ofrece oportunidades de negocio. Apple ha incorporado la medición de algunas variables relacionadas con la salud en sus dispositivos de uso personal, el iPhone y el Watch. Meta tantea herramientas basadas en la inteligencia artificial para, entre otras cosas, apoyar el desarrollo más eficiente de los ensayos clínicos. Alphabet compró la gama de cuantificadores Fitbit, y es líder en investigación de proteómica básica con sus sistemas de aprendizaje profundo. Microsoft quiere tener un gran papel en mundo de los registros médicos. Y Amazon se ha lanzado directamente a la provisión de servicios de salud.

Hacer sencilla la sanidad.

Seguramente es esta empresa, Amazon, a la que más atención se le ha dedicado en los últimos tiempos en relación con su capacidad para adentrarse en la sanidad. Se le atribuyó la intención de generar una gran transformación del sector, fruto de la aplicación de su tecnología y el conocimiento de las necesidades de las personas. Una creencia instalada mantiene que la sanidad es una realidad compleja, pero en la que pueden conseguirse muchas eficiencias y mejoras si llegara alguien con capacidad para repensarla con visión innovadora. Y ese papel se atribuía precisamente a las grandes tecnológicas, para las que parecía que había llegado el momento justo de demostrar todas sus capacidades en el área de la salud.

Sin embargo, parece que no es todo tan fácil. La noticia ha sorprendido a muchos: Amazon ha decidido clausurar, a finales de 2022, su servicio Amazon Care, que apenas llevaba dos años de desarrollo, y que se pensaba iba a constituir uno de las principales referencias de la sanidad tecnológica de uso masivo. Un servicio que tenía como lema “Healthcare Made Easy”, hacer sencilla la asistencia sanitaria.

En esta sección hemos hablado en varias ocasiones de Amazon Care. Se trata de un servicio, únicamente presente en Estados Unidos, que combina videoconsultas con atención presencial en domicilio a cargo de determinados profesionales. Además, facilita el acceso a medicamentos y productos sanitarios que también se reciben directamente en las casas. Su propuesta inicial consistía en facilitar una teleconsulta en 60 segundos, o una visita presencial en 60 minutos.

Cuando se presentó parecía un proyecto de largo recorrido. Se realizó una gran prueba piloto en la que participaron miles de empleados de Amazon, y solo posteriormente se fue extendiendo a varios de los estados norteamericanos. Justo cuando estaba finalizando este plan de crecimiento, la empresa anuncia la cancelación. ¿Se puede interpretar como un fracaso del gigante en el campo sanitario? ¿Es la constatación de que no basta sólo la tecnología para transformar la sanidad?

 

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No es tan fácil la disrupción.

Realmente, cuando una gran empresa -Amazon ha llegado a ser la de mayor valor bursátil de la historia- se plantea un reto, tendemos a pensar que si lo hace es porque sabrán hacerlo, lo tienen bien estudiado y piensan encadenar un nuevo éxito. 

Sin embargo, también puede ocurrir que la intención sea meramente probar posibilidades, dado que la envergadura financiera le permite actuar mediante la metodología del “ensayo- error”, sin que sea crítico perder unos cuentos cientos de millones de dólares. De hecho, Amazon ha menudeado en los últimos años sus inversiones en diferentes sectores, como el de los coches eléctricos (a través de la marca Rivian) o el aeroespacial (a través de Blue Origin, en la que participa su fundador Jeff Bezos). De momento, son inversiones ruinosas, pero que definen esa tendencia a la diversificación tentativa de la que también ha sido testigo la sanidad.

Hay que recordar que hace unos años, Amazon creó un consorcio con el banco JP Morgan y el fondo de inversión Berkshire Hathaway que, bajo el nombre de Haven, se presentó como una iniciativa que pretendía generar una profunda reforma del sistema de salud norteamericano. A pesar de la gran envergadura de esos socios, la iniciativa se disolvió tres años después sin ofrecer ningún tipo de resultado.

En paralelo, Amazon compró la innovadora farmacia virtual Pill Pack, originaria de Boston, que había desarrollado un sistema de distribución a domicilio de tratamientos de prescripción. Y además, amplió la gama de sus propios productos en la plataforma de venta tradicional, a través de la marca Amazon Pharmacy, en la que se acabó integrando a la primera. Parecía que esta pretensión de constituirse en la gran farmacia del mundo digital era perfectamente complementaria de un paso más ambicioso: el de conjugarla con servicios clínicos prestados a través de canales tecnológicos, como las videollamadas.

También en los últimos meses, Amazon ha sido noticia por comprar una red de consultorios de atención primaria que opera en varios estados norteamericanos, One Health, y por estar presente en la puja para comprar otra red de clínicas llamada Signify Health.

De manera que no parece que el anunciado cierre de Amazon Care signifique la renuncia del gigante a seguir adentrándose en el campo sanitario, sino tal vez al intento de resolver el dilema clásico de las grandes corporaciones: para crear un nuevo negocio, ¿es mejor construir o comprar?

Lo que resulta claro es que Amazon se ha percatado de que para estar en el campo de la salud, no todo puede ser virtual, y que hay que ofrecer una presencia tangible y de acceso presencial como la que representan sus compras más recientes. Aunque la telemedicina es un buen recurso, no es una solución completa para el cuidado integral de la salud, y Amazon ha renunciado, de momento, a aumentar considerablemente su inversión para desarrollar un modelo médico híbrido, a la vez virtual y presencial.

Algunos periódicos han informado además de tensiones internas en Amazon Care, donde muchos profesionales médicos habían mostrado su oposición a que se priorizara el crecimiento de la empresa sobre la atención de calidad. E, incluso, que ha sufrido especialmente la escasez de personal de enfermería que se sufre actualmente Estados Unidos, y que era una de las propuestas principales del servicio. También se ha comprobado que en los últimos meses se ha registrado una fuerte caída en las visitas de telesalud en comparación con lo que ocurrió justo después de la pandemia, y casi un 80 % de los estadounidenses declaran actualmente que lo que más necesitan es atención presencial.