El decálogo de los psicólogos norteamericanos sobre uso de redes sociales por jóvenes

  • Santiago Cervera
  • Salud Digital
El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados. El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados.

La Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) acaba de publicar  su primer documento de posición y recomendaciones sobre el uso de las redes sociales por los jóvenes, que pretende dar una respuesta a las crecientes preocupaciones sobre cómo pueden afectar les negativamente.

El informe no adopta una posición maximalista, ni se plantea opciones como la limitación drástica de la utilización por menores de edad, sino que afirma que las redes sociales “no son intrínsecamente beneficiosas ni dañinas para los jóvenes”, pero sí deben usarse con cuidado. “En la mayoría de los casos, los efectos de las redes sociales dependen de las características personales y psicológicas de los adolescentes y de sus circunstancias sociales”, argumenta el informe.

Según la APA, el empleo adecuado de las redes sociales debería basarse en el nivel de madurez de cada adolescente (p. ej., en campos como las habilidades de autorregulación, desarrollo intelectual, comprensión de los riesgos, etc.) y también el entorno que les ofrezca su hogar. Los adolescentes maduran a ritmos diferentes, y parece establecido empíricamente que en general, es probable que los riesgos potenciales sean mayores en la adolescencia más temprana.

Tampoco concreta a qué tipo de plataformas o servicios específicos se pueden atribuir determinadas cautelas de uso, sino que recopila un amplio conjunto de preocupaciones sobre cómo pueden afectar a niños y jóvenes, y ofrece consejos generales basados en trabajos de investigación elaborados en los últimos años.

Recomendaciones factibles

Las recomendaciones de la APA se centran en qué pueden hacer los padres, pero también mencionan el modelo de algoritmos que diseñan las empresas y que dirige a los usuarios más jóvenes hacia contenido potencialmente dañinos, incluyendo casos que han sido notorios en algún momento reciente sobre autolesiones, trastornos alimentarios, o comportamientos de odio o discriminación.

 

Adolescentes y redes sociales.

 

La APA propone que los padres mantengan atención sobre el comportamiento de sus hijos, especialmente para evitar que las redes sociales interrumpan las rutinas de sueño y la actividad física, dos áreas que afectan directamente a la salud mental de los niños. “La falta de sueño se asocia con alteraciones del desarrollo neurológico en el cerebro de los adolescentes, el funcionamiento emocional de los adolescentes y el riesgo de suicidio”, afirma el documento.

Algunas de las recomendaciones no parecen particularmente fáciles de poner en marcha en el panorama actual de las redes sociales, incluso para los adultos. Por ejemplo, la de intentar usarlas para mantenerse informados, más que para establecer modelos de comparación con otras personas, “particularmente en torno a contenido relacionado con la belleza o la apariencia”. “La investigación sugiere que el uso de las redes sociales para las comparaciones sociales relacionadas con la apariencia física, así como la atención excesiva y los comportamientos relacionados con las propias fotos y los comentarios sobre esas fotos, están relacionados con una imagen corporal más pobre, trastornos alimentarios y síntomas depresivos, particularmente entre niñas”, afirma la APA, citando varias investigaciones.

Un resumen del decálogo de recomendaciones es este.

  1. Se debe alentar a los jóvenes que emplean redes sociales a buscar en ellas funciones que creen oportunidades para la interacción positiva y el compañerismo, y también las que permitan disponen de la intimidad emocional que pueden promover una socialización saludable. Los datos sugieren que el desarrollo psicológico de los jóvenes puede beneficiarse de este tipo de interacción social virtual, particularmente durante períodos de aislamiento, cuando experimentan estrés, cuando buscan conectarse con compañeros en sus mismas circunstancias, y también por aquellos que padecen adversidad o aislamiento en el mundo real.
  2. El uso, la funcionalidad y los permisos/consentimiento deben adaptarse a las capacidades de desarrollo de los jóvenes; los diseños producidos para adultos pueden no ser siempre apropiados para niños. Los adolescentes deben ser informados explícita y repetidamente, de manera apropiada para su edad, sobre la forma en que su comportamiento en las redes sociales puede generar datos que pueden usarse, almacenarse o compartirse con otros, con fines comerciales u otros propósitos.
  3. En la adolescencia temprana (es decir, normalmente entre los 10 y los 14 años), se recomienda reforzar el control por los adultos, que incluiría revisar para qué se emplean las redes y poder establecer un asesoramiento sobre contenidos apropiados. La autonomía puede aumentar gradualmente a medida que los niños crecen, y si adquieren habilidades de alfabetización digital. El monitoreo debe equilibrarse con el respeto a la privacidad de los jóvenes.
  4. Para reducir los riesgos de daño psicológico, debe reducirse al máximo la exposición de a contenidos que representen comportamientos ilegales o psicológicamente inadaptados, especialmente cuando se instruya o aliente a los jóvenes a participar en acciones de riesgo para su salud, como autolesiones, agresiones o comportamientos de trastornos alimentarios. La propia tecnología (algoritmos) no debería llevar a los usuarios más jóvenes a estos contenidos.
  5. Para minimizar el daño psicológico, la exposición de los adolescentes al “odio cibernético”, incluida la discriminación, los prejuicios, el odio o el acoso, hacia personas o grupos, deben ser minimizados. La investigación demuestra que la exposición a estos comportamientos aumenta la ansiedad y los síntomas depresivos, incluso después de controlar el tiempo de exposición. Tanto el “ciberodio” como el acoso en vida real pueden aumentar el riesgo de problemas de salud mental en los adolescentes.
  6. Los adolescentes deben ser evaluados de forma rutinaria para detectar signos de “uso problemático de las redes sociales” que puedan afectar su capacidad para participar en sus roles y rutinas diarias, y en prevención de daños psicológicos más graves a lo largo del tiempo. Los indicadores del uso problemático de las redes sociales incluyen síntomas como una tendencia a emplear las redes sociales de manera compulsiva, cuando afectan a las tareas cotidianas, o cuando interrumpen otras actividades.
  7. Se debe limitar específicamente la utilización de las redes sociales para que no interfieran con el sueño y la actividad física de los adolescentes. Las investigaciones recomiendan que los adolescentes duerman al menos ocho horas cada noche y mantengan horarios regulares de sueño y vigilia. Los datos indican que el uso de la tecnología, en particular dentro de la hora previa a la hora de acostarse, y el acceso a las redes sociales en particular, está asociado con interrupciones del sueño. A su vez, la falta de sueño se asocia con alteraciones del desarrollo neurológico y el desarrollo emocional.
  8. Los adolescentes deben limitar el uso de las redes sociales para realizar comparaciones sociales, particularmente en torno a contenido relacionado con la belleza o la apariencia. La investigación sugiere que la utilización de las redes sociales para las comparaciones sociales relacionadas con la apariencia física, así como la atención excesiva a las propias fotos y los comentarios sobre esas fotos, están relacionados con una imagen corporal más pobre, trastornos alimentarios y síntomas depresivos, particularmente entre las niñas.
  9. El uso de las redes sociales por parte de los adolescentes debe estar precedido por una cierta capacitación y alfabetización, para garantizar que se hayan desarrollado competencias y habilidades que aumenten las posibilidades de un empleo equilibrado, seguro y adecuado.
  10. Deben proporcionarse recursos suficientes para el examen científico continuo de los efectos positivos y negativos de las redes sociales en el desarrollo de los adolescentes. Se necesita una mayor inversión para financiar la investigación, incluida la investigación transversal a largo plazo, estudios de edades e investigación sobre poblaciones marginadas. Se necesita también poder acceder a datos de las propias empresas, por grupos científicos independientes para examinar más a fondo las asociaciones entre las redes sociales y el desarrollo de los adolescentes.