El cerebro “encoge” en los padres primerizos

  • Batya Swift Yasgur

  • Maria Baena
  • Noticias de Medscape
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Los padres primerizos parecen experimentar una pérdida de volumen cortical tras el nacimiento de su hijo, sugiere una nueva investigación.

Investigadores asociados al Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón de Madrid (España) y a la Universidad del Sur de California compararon las imágenes de resonancia magnética de los cerebros de 40 padres primerizos (la mitad situados en Estados Unidos y la otra mitad en España) con un grupo de control de hombres sin hijos.

En las dos muestras de padres se observaron reducciones en la materia gris cortical en la red neuronal predeterminada y en las redes visuales, aunque las estructuras subcorticales estaban preservadas. Estos hallazgos persistieron después de controlar la edad de los padres y de los hijos en la exploración postnatal.

"En ambas muestras, encontramos resultados similares, es decir, que los padres mostraron una remodelación del cerebro desde el periodo prenatal hasta el posparto en comparación con nuestro grupo de control sin hijos: perdieron volumen de materia gris, en particular en las partes del cerebro vinculadas a la cognición social y la teoría de la mente", dijo a Medscape Noticias Médicas la coautora Darby Saxbe, PhD, profesora asociada de psicología de la Universidad del Sur de California.

"Sería un chiste fácil decir: 'Oh no, estoy perdiendo materia gris y mi cerebro se está encogiendo', pero creemos que realmente hay algún tipo de consolidación y reorganización en el cerebro que agiliza el área de procesamiento social para que los nuevos padres sean más eficientes, desarrollen habilidades asociadas con la crianza y formen un vínculo con los nuevos bebés", señaló.

Los resultados del estudio se publicaron en línea el 4 de septiembre en Cerebral Cortex.

Momento crítico de la vida

"La transición a la paternidad es un periodo crítico de mayor plasticidad neuronal en la edad adulta", escriben los autores.

"Durante la última década, los investigadores han descubierto una 'red cerebral de cuidado parental' humana global que es sensible a los factores inducidos por el embarazo y a las señales sensoriales del niño", avanzando "una conceptualización del periodo posparto como una ventana vital crucial para estudiar la plasticidad neuronal dependiente de la experiencia", añaden.

Los padres implicados en la crianza de los hijos son "objetivos ideales para el estudio" porque experimentan las "demandas cognitivas, físicas y emocionales del cuidado de un recién nacido sin pasar por el embarazo". Sin embargo, la mayoría de las investigaciones sobre los cambios cerebrales asociados a la nueva paternidad se han centrado en las madres.

Las nuevas pruebas de la plasticidad cerebral materna han dado lugar a un "creciente interés por la plasticidad neuronal paterna". Los pocos estudios que se centraron en los hombres informaron de "cambios estructurales cerebrales menos pronunciados y que afectan a menos regiones que los registrados en las madres biológicas".

Para investigar la cuestión, se analizaron imágenes de resonancia magnética de dos conjuntos de datos prospectivos: uno en España (n = 20; edad media, 35,60 [desviación estándar, DE 4,25] años) y otro en California (n = 20; edad media, 31,1 [DE 3,2] años), de padres primerizos que convivían con sus parejas embarazadas.

Los padres se sometieron a una prueba de imagen antes del nacimiento de su primer hijo y a otra durante el periodo posparto. Los padres residentes en España fueron explorados antes del embarazo de sus parejas y a los 2 meses del posparto, y los padres residentes en Estados Unidos fueron explorados durante el tercer trimestre del embarazo de sus parejas y a los 7 o 9 meses del nacimiento.

Se les comparó con 17 hombres sin hijos (edad media, 32,07 [DE 6,32] años) que no tenían previsto ser padres en el próximo año.

Modelado adaptativo

Los padres primerizos españoles y californianos mostraron reducciones en el volumen cortical porcentual medio de 1,14 (1,91) mm3 (D de Cohen = 0,60; p no corregida = 0,01; p ajustada por FDR = 0,06) y 0,76 (1,58) mm3 (D de Cohen = 0,48; p no corregida = 0,04; p ajustada por FDR = 0,13), respectivamente.

En particular, la reducción del volumen cortical se descompuso en una reducción media del grosor cortical del 1,10 % (1,85) en los padres españoles (D de Cohen = 0,59; p no corregida = 0,02; p ajustada por FDR = 0,06) y una reducción de la superficie pial de 0,52 (0,60) en los padres californianos (D de Cohen = 0,86; p no corregida = 0,001; p ajustada por FDR = 0,01).

Los investigadores no encontraron cambios significativos en el grupo de control de hombres sin hijos. Además, el volumen subcortical no cambió significativamente dentro de los grupos (todas las D de Cohen < 0,41; todas las p no corregidas > 0,08).

Cuando se calcularon los cambios de volumen cortical para cada una de las siete redes funcionales, los padres españoles tuvieron reducciones significativas de volumen en las redes visuales, posteriores, de atención y de modo por defecto, mientras que los padres californianos mostraron reducciones significativas de volumen en las redes visual, frontoparietal y de modo por defecto.

Las comparaciones de grupos por pares revelaron que las reducciones de volumen de los padres españoles y californianos en la red visual y las reducciones de los padres españoles en la red de atención posterior diferían significativamente de las de los hombres de control.

"Este estudio es el primero en identificar cambios cerebrales estructurales en los padres primerizos que afectan sobre todo a los circuitos corticales, implicados en la comprensión social, y no a los circuitos subcorticales, asociados al procesamiento de la recompensa y al enfoque motivacional", señalan los autores.

La "red subcortical límbica preservada, que es particularmente sensible a las hormonas del embarazo, parece desempeñar un papel más central en el comportamiento materno, mientras que los padres dependen más de las redes corticales que pueden participar para facilitar las demandas cognitivas y emocionales de la crianza".

Los hallazgos "pueden sugerir un papel único del sistema visual para ayudar a los padres a reconocer a sus hijos y responder en consecuencia, una hipótesis que deberá ser confirmada por futuros estudios", sugieren los autores.

"Lo que es realmente interesante sobre los padres en particular es que no experimentan el embarazo directamente, por lo que el hecho de que estames encontrando algunas diferencias en sus cerebros es realmente notable, ya que no tienen el tipo de cambios biológicos que acompañan al embarazo", dijo Saxbe.

"Podríamos ver perfectamente ese tipo de cambios si observáramos otros tipos de formación de nuevas relaciones, por ejemplo, padres adoptivos, aunque esta muestra se centró en los padres biológicos porque incluyó a hombres que fueron reclutados como parejas de mujeres embarazadas", añadió. "Creemos que se trata de un modelado adaptativo del cerebro".

Supervivencia de la siguiente generación

En un comentario para Medscape Noticias Médicas, Jodi Pawluski, PhD, HDR, neurocientífica del comportamiento y psicoterapeuta en el Women's Health Research Cluster, de la Universidad de British Columbia, piensa que uno de los principales mensajes con el que deberíamos quedarnos "es que los cambios estructurales del cerebro existen también en el padre, incluso sin la fisiología del embarazo."

Pawluski, que presenta el podcast "Mommy Brain Revisited" y quien no participó en el estudio, sugirió que esto "apunta a las adaptaciones neurológicas en los padres que no dan a luz que probablemente sean importantes para aprender a ser padres".

Es necesario investigar más a fondo "para determinar el mecanismo de estos cambios neurobiológicos en los padres y cómo se relacionan exactamente con el cuidado de los hijos", dijo.

El estudio "señala que la crianza de los hijos es un momento de la vida de las madres y los padres, partos y no partos, en el que existen cambios neurobiológicos significativos [que son] vitales para asegurar la supervivencia de la siguiente generación", añadió.

El estudio ha contado con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y del Instituto de Salud Carlos III y ha sido cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), "Una forma de hacer Europa". Las ayudas a la investigación de los investigadores individuales figuran en el artículo original. Los autores y Pawluksi no informan de ninguna relación financiera relevante.

Este contenido fue publicado originalmente en Medscape.com