El 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia: ¿por qué es importante reivindicarlo?

  • Andrea Jiménez

  • Maria Baena
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Con el objetivo de fomentar la igualdad de género en el acceso y dedicación profesional al ámbito científico, en el 2016 las Naciones Unidas proclamaron el 11 de febrero como el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Desde entonces, cada año desde centros educativos, hasta instituciones privadas de distinta índole y organismos públicos, destacando entre ellos el Ministerio de Ciencia e Innovación, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), se suman a esta cita organizando distintas actividades para conmemorar la fecha.

“Los días mundiales sirven para visibilizar situaciones de injusticia y problemas que, como sociedad global, hemos asumido que debemos resolver si queremos un mundo mejor para todos y todas. La falta de representación de las mujeres en muchas áreas de las disciplinas científicas y tecnológicas es uno de esos problemas, sobre todo, la ausencia de mujeres en los puestos de decisión y poder”, manifiesta Pampa García Molina, redactora jefa de la agencia SINC y responsable de presentar el evento Alianza STEAM por el talento femenino, presidido por el presidente del Gobierno y en el que, con la presencia de la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, intervino la ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría. Bajo el lema “Niñas En Pie De Ciencia”, la iniciativa tiene como misión eliminar los estereotipos de género asociados a determinadas vocaciones y profesiones, impulsando el empoderamiento femenino en las disciplinas STEAM (Science, Technology, Engineering and Mathematic: Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas). desde la educación temprana y contribuyendo a eliminar la brecha de género que se consolida en el acceso a dichas disciplinas.

Los datos exponen la realidad: cada vez hay más mujeres en la ciencia, pero siguen siendo los hombres quienes ocupan los cargos de responsabilidad. De acuerdo con el informe Científicas en Cifras 2021, que analiza la presencia de las mujeres en los distintos ámbitos y niveles científicos en España, las mujeres no participan de forma plena e igualitaria en la toma de decisiones en el sistema de ciencia, con un escaso 23 % de rectoras y directoras de institutos de investigación.

Si bien la presencia de mujeres en algunas carreras científicas es cada vez más notable, todavía existe un techo de cristal para acceder a los puestos jerárquicos. Así lo señala el Informe CERU de Igualdad de Género en Investigación. “Aunque en nuestro departamento somos casi todas mujeres, conforme aumenta el rango los catedráticos y jefes son hombres”, constata Mónica Pavón, farmacéutica y estudiante de doctorado en Microbiología en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense.

Por otro lado, existe una gran disparidad en cómo las mujeres y los hombres perciben la desigualdad de género en el entorno laboral científico, ya que casi la mitad de las investigadoras que trabajan en España considera que ser mujer dificulta su carrera profesional. Un fenómeno que, en opinión de García, “no solo pasa en ciencia, es un fenómeno común en muchas profesiones. Lo curioso es que en ciencia esta brecha de género ha sido negada durante mucho tiempo por la propia comunidad científica, puesto que, en su imaginario propio la ciencia es un saber que, gracias a una serie de controles, está libre de los 'pecados' de otras manifestaciones culturales humanas”.

Feminización en la rama biosanitaria y falta de mujeres en las áreas STEAM

Mientras que las tendencias positivas de la publicación Científicas en Cifras identifican un aumento paulatino en la presencia de investigadoras y la prevalencia de mujeres que optan por estudiar ciencias de la salud a lo largo de los últimos años, las negativas apuntan a una menor presencia de estudiantes e investigadoras en áreas STEAM, destacando un descenso especialmente preocupante en ingenierías y tecnologías (menos del 13 % de las investigadoras trabajaba en esta área en la Enseñanza Superior y Administración Pública).

“Estudié farmacia porque siempre me gustó mucho. Yo quería formarme en algo relacionado con la salud y mi abuelo, que de pequeña me llevaba al laboratorio donde trabajaba, me transmitió esa pasión”, reconoce Pavón, constatando una observación cada vez más patente en nuestra sociedad: la creciente feminización de las carreras de ciencias de la salud.  En las facultades de medicina 7 de cada 10 estudiantes son mujeres. “Las niñas sí eligen carreras de ciencias, pero relacionadas con la rama biosanitaria, que tiene que ver con los cuidados. Cada vez menos niñas y jóvenes escogen estudios tecnológicos o aquellos más abstractos y relacionados con el cliché del genio científico”, puntualiza la periodista científica.

Investigación que no tiene en cuenta a la mitad de la población

Para Pavón el problema de la desigualdad sexista en la ciencia tiene su raíz en “la educación y la falta de referentes femeninos. No hay ejemplos en libros de texto, se han invisibilizado a las mujeres, y cuando a las niñas les decimos que no pueden hacerlo ¡se lo creen!”. Diversos estudios demuestran la importancia de tener modelos que sirvan de inspiración a la hora de elegir carrera: mientras a las niñas se las socializa en los cuidados, la humildad, la empatía, la sensibilidad y lo emocional, a los hombres se les educa en la fuerza, lo objetivo, lo racional, la valentía y la resolución de problemas. “Ejemplos como Marie Curie son la excepción del efecto Matilda”, expresa la farmacéutica refiriéndose a la discriminación y prejuicio que se produce en contra de los logros de las mujeres científicas cuyas aportaciones suelen atribuirse a los varones.

“Pero además de ser una cuestión de justicia social, hacer una ciencia mejor tiene que ver con que se haga desde la perspectiva de la mitad de la humanidad. Porque la ciencia responde a las necesidades de la ciudadanía, que un 50 % está compuesta por mujeres”, explica García revelando otra de las reivindicaciones del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. “La ciencia, como todo, es mejor si no solo la hacen hombres blancos heterosexuales de países ricos”, agrega la periodista.

La consecuencia de la presencia minoritaria del sexo femenino en los laboratorios y ensayos clínicos se traduce en investigaciones sin perspectiva de género que conlleva a sesgos discriminatorios y a un mal abordaje de la salud en la mujer, aspectos que expertas como Carme Valls Lloret llevan años denunciando. “Además, con los problemas tan desafiantes que enfrenta nuestra sociedad, como la resistencia a antibióticos o el cambio climático, si ya prescindimos del 50 % de la población mundial, estamos perdiendo la mitad de conocimiento, talento y potencial para solucionarlos”, afirma Pavón, quien lleva varios años participando en MicroMundo, una iniciativa en la que diversos centros de investigación llevan sus laboratorios a los institutos para acercar la investigación con antibióticos a los más jóvenes. “Es importante que en actividades así pongamos más atención en el interés de las niñas”, destaca la farmacéutica, para quien el 11 de febrero resulta una fecha fundamental: “es importante inculcar y despertar vocaciones desde que somos pequeñas”.

“No creo que este día deba tratar de crear pequeñas científicas, sino ciudadanas y ciudadanos críticos que tengan una formación científica que les ayude a tomar decisiones en su vida. Además de una profesión, la ciencia es una forma de conocer el mundo mejor que otras; es una herramienta indispensable para entender el mundo de forma crítica”, dice García, para quien “está muy bien animar a las niñas a las carreras STEAM, pero hay que ir un paso más allá: hay que entrar de lleno en los problemas de acoso de género, de menosprecio diario, de conciliación imposible, de dinámicas laborales que hay en los entornos profesionales y que expulsan a las mujeres del camino hacia los puestos de poder y responsabilidad porque son hostiles”. Según la experta, que tras licenciarse en física optó por dedicarse al mundo de la comunicación científica, “estamos atrayendo talento femenino hacia la ciencia y las tecnologías y resulta que cuando llegan al mundo profesional se encuentran con la hostilidad hacia las mujeres en muy diversas formas porque es un campo con reglas hechas por hombres. Necesitamos más mujeres en ciencia, pero, sobre todo, hace falta que las reglas se reescriban y las estructuras cambien”, concluye.