El “nuevo comienzo” de la vacunación del herpes zóster

  • Dr. Álvaro Morán Bayón
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Este artículo es resultado de la colaboración editorial entre la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) y Univadis. Aquí puedes acceder a todos los contenidos de la Alianza Editorial.

En España un 95 % de la población adulta ha estado expuesta al virus de la varicela a lo largo de su vida.[1] Esto quiere decir que prácticamente toda la población adulta tiene riesgo de sufrir un episodio de herpes zóster. De hecho, hay una incidencia media de padecer un herpes zóster de 351,6 casos por 100.000 habitantes llegando a un pico de máxima incidencia de 877,1 casos por 100.000 habitantes en edades superiores a los 80 años.[2]

Muchos pacientes e incluso médicos consideran que la enfermedad no es un cuadro que tenga excesiva trascendencia por tratarse de una enfermedad leve y que genera pocas complicaciones y, así es principalmente en menores de 60 años, pero, la tasa de complicaciones aumenta a medida que envejecemos sin haber distinciones en cuanto a sexos.[3]Las principales complicaciones son: el síndrome de Ramsay Hunt, meningoencefalitis y mielitis, hepatitis, neumonitis, diseminación a otros dermatomas, sobreinfección bacteriana, etc. La tasa de complicaciones llega hasta el 26,1 %, precisando ingreso hospitalario 9,57 pacientes por 100.000 habitantes. La más frecuente es la neuralgia postherpética que llega a afectar hasta el 15 % de los pacientes afectados por un herpes zóster.[2] Es de sobra conocido el carácter invalidante y limitante de la neuralgia postherpética y las dificultades para encontrar un tratamiento eficaz. En Atención Primaria en muchas ocasiones, la consulta del día a día con la demanda y la falta de tiempo nos impide seguir incidiendo en la importancia de la prevención. Mucho más eficaz no tener un herpes zóster y si lo tenemos no desarrollar una neuralgia postherpética que padecerlo y luego intentar evitar ese dolor. Parece que es obvio, pero siempre es bueno recordarlo

¿Cómo podemos prevenir la neuralgia posherpética?

En primer lugar, cuanto menos contacto con la enfermedad y menos presencia haya en la sociedad menor riesgo tendremos. En unos años no sabemos qué tasas de seroprevalencia de contacto tendremos ya que en los calendarios vacunales actuales se incluye la población infantil en la vacunación de la varicela[4], lo que hace prever una menor seroprevalencia en un futuro. Pero con los datos actuales, recordemos que un 95 % de la población adulta ha estado expuesta al virus de la varicela, esta medida no está a nuestro alcance.

Por todo el mundo científico se conoce la importancia de la vacunación en la prevención de las enfermedades infecciosas, pues bien, hace unos años, en el año 2006 se aprobó la vacuna contra el herpes zóster (Zostavax®), una vacuna de virus vivo atenuado que se utilizó durante bastantes años en la sanidad española. Recientemente esta vacuna ha sido retirada y se ha presentado una vacuna recombinante adyuvada frente al herpes zóster (Shingrix®). Importante conocerla para poder recomendarla y administrarla

¿Debemos recomendar la vacunación?

En una sociedad donde desde hace tres años el conocimiento de las vacunas se ha popularizado, tanto para bien como para mal, las recomendaciones a la población siguen siendo muy importantes en la práctica clínica. Anteriormente la población aceptaba un consejo médico casi como un “dogma de fe” pero, actualmente, con el gran acceso a información y desinformación de la población en internet, debemos estar formados para poder ofrecer la mejor información posible y poder responder con rigor científico a las dudas y preguntas que nos realicen nuestros pacientes. 

El calendario vacunal cada vez incluye más vacunas, todas con eficacia más que demostrada y, fuera de toda duda eficaces, pero la recomendación de la vacunación a la población sana no se ha interiorizado del todo en las consultas de los Médicos de Familia, como sí ha sido en las consultas de pediatría. En toda revisión del niño sano sabemos que “toca” administrar las vacunas por edad. Sin embargo, en la revisión de un enfermo crónico adulto no siempre incluimos la recomendación de las vacunas en esa consulta, a pesar de que todas las guías así lo indiquen. Tendremos que seguir incorporando este acto paulatinamente en nuestras asistencia diaria.

¿Por qué recomendar esta vacuna?

La vacuna recombinante adyuvada está formada, por una parte por la glicoproteína E (gE)5 como componente antigénico y, por otra, por el sistema adyuvante AS01B. La vacuna fue aprobada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) en 2018. Los estudios de eficacia fueron aleatorizados, observador ciego, controlados con placebo, multicéntricos y multinacionales. Los objetivos primarios fueron medir la eficacia frente al herpes zóster en personas de 50 o más años (ZOE-50) y en personas de 70 o más años(ZOE-70).[5,6] Otros objetivos fueron medir la eficacia frente a la neuralgia postherpética en personas de 70 años o más. Este estudio demostró eficacias por encima del 90 % en ambos objetivos. Así mismo, en el análisis de personas con comorbilidades las eficacias se mantuvieron por encima del 80 % en todas ellas (hipertensión, dislipemia, diabetes, hipotiroidismo, asma, etc.). Estos datos permitieron que se pudiera comenzar a comercializar y que se plantease la introducción de esta vacuna en calendarios vacunales. Recientemente se ha publicado un análisis de la eficacia vacunal a diez años.[7] Mostró un 89 % de prevención frente al herpes zóster, un dato que garantiza eficacias vacunales prolongadas en el tiempo, que permite evitar dosis de recuerdo frecuentes.

¿Cuál es la pauta vacunal y a quienes recomendarla?

La vacuna recombinante adyuvada frente al herpes zóster consta de dos dosis. Entre la primera y la segunda dosis, el periodo de tiempo está entre los 2 y los 6 meses, aunque podría realizarse una pauta acelerada, administrando la segunda dosis al mes, en aquellos pacientes que se prevea un riesgo incrementado (inicio de tratamientos quimioterápicos, etc.).

La recomendación de vacunación incluye a toda persona de 50 años o más tengan o no comorbilidades. También existe la indicación de toda persona de 18 años o más que presenta alguna situación que aumente el riesgo de desarrollo de un herpes zóster (estados de inmunosupresión). En las recomendaciones del Ministerio de Sanidad se engloban 6 grupos en los cuáles existe además la financiación de la vacuna.[8] Estos son:

  • Trasplante de progenitores hematopoyéticos.
  • Trasplante de órganos sólidos.
  • Tratamiento con fármacos anti-JAK.
  • Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).
  • Hemopatías malignas.
  • Tumores sólidos en tratamiento con quimioterapia.

Todos sabemos que aunque exista una recomendación, aquello que no está financiado por el sistema público de salud, la población es más reacia a aceptar. Por todo ello, y por la alta eficacia demostrada en sus estudios, recientemente varias comunidades autónomas ya han comenzado a financiar la vacunación frente al herpes zóster con el criterio exclusivo de edad, Madrid, Cataluña, Castilla y León han sido de las primeras en incluirla en sus calendarios vacunales. También en el calendario del consejo interterritorial ya aparece.[4] Una muy buena noticia porque las vacunas son una de las medidas sanitarias que mayor beneficio siguen produciendo a la humanidad. 

Ahora toca la no menos ardua tarea de transmitir esta información a la población, que sigan confiando en las vacunas y ahí, es donde seguiremos teniendo un papel crucial. Lo que no conocemos, no lo podremos recomendar, lo que no recomendamos no se administrará y el paciente no se beneficiará de esta protección. Recordemos: la mejor vacuna no es otra que aquella que se administra.

El Dr. Álvaro Morán Bayón es médico de Atención Primaria. Miembro del Grupo de Trabajo de Urgencias de SEMERGEN. Secretario Nacional del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas, Migrantes, Vacunas y Actividades Preventivas (IMVAP) de SEMERGEN.