EAN 2023 – Los retos del manejo de la epilepsia durante el embarazo
- Moheb Costandi
- Cobertura de Congreso
El manejo de la epilepsia en mujeres embarazadas es todo un reto y requiere conocimientos especializados sobre el potencial teratogénico de los anticonvulsivos, sus interacciones con los anticonceptivos hormonales, así como sus efectos sobre el metabolismo del ácido fólico y los resultados del embarazo.
Según se describe en la literatura, aproximadamente la mitad de los embarazos en mujeres con epilepsia no son planeados y son el resultado de las interacciones entre los anticonvulsivos y los anticonceptivos hormonales. Por ejemplo, la llamada “minipíldora”, que solo contiene progestina, no es eficaz cuando se usa con lamotrigina y los anticonceptivos orales combinados pueden interactuar con los anticonvulsivos, causando potencialmente el fallo terapéutico de ambos medicamentos.
Por el contrario, los dispositivos intrauterinos (DIU) son el método anticonceptivo más fiable para las mujeres con epilepsia, especialmente los DIU hormonales que contienen levonorgestrel, que actúa de forma local y tiene interacciones mínimas con los anticonvulsivos.
Sin embargo, por lo general, en las investigaciones sobre anticonvulsivos se han planteado más preguntas que respuestas.
“No tenemos suficientes datos para llegar a ninguna conclusión sobre la seguridad de la mayoría de los anticonvulsivos”, declaró Torbjörn Tomson, del Instituto Karolinska, en el IX Congreso Anual de la Academia Europea de Neurología (EAN, por sus siglas en inglés) en Budapest.
“De los aproximadamente 20 anticonvulsivos que se han introducido en los últimos 30 años, solo tenemos datos suficientes de seguridad sobre la farmacocinética de la lamotrigina, el levetiracetam y la oxcarbazepina”, añadió. “Hay preocupaciones sobre la seguridad del topiramato y no tenemos suficientes datos sobre el resto de los fármacos”.
La exposición prenatal al topiramato y al valproato se asocia con un aumento del riesgo de trastorno del espectro del autismo y discapacidad intelectual. El topiramato también se asocia con un aumento del doble del riesgo de malformaciones congénitas mayores y el valproato con un aumento de trastornos psiquiátricos en la infancia y la adolescencia.
Las estrategias habituales requieren ajustes
La suplementación con ácido fólico es un ejemplo importante de cómo las estrategias para la prevención de los resultados maternales y neonatales adversos necesitan especial consideración en las mujeres con epilepsia.
Los suplementos de ácido fólico se recomiendan de forma universal para prevenir defectos del tubo neural. En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las mujeres en edad reproductiva consuman 0,4 mg de ácido fólico al día.
En las mujeres con epilepsia, el ácido fólico disminuye el riesgo de parto prematuro. Y, aunque los anticonvulsivos pueden interferir con el metabolismo del ácido fólico y afectar al transporte de folato a través de la placenta, no existen evidencias en las que se indiquen que esto conlleve efectos adversos sobre el neurodesarrollo.
Aun así, las dosis más altas (≥1 mg) de exposición prenatal se han asociado con un aumento del riesgo de cáncer en descendientes de mujeres con epilepsia.
Exposición a través de la leche materna
Actualmente se cree que los anticonvulsivos recetados con más frecuencia son seguros y compatibles con la lactancia materna. Aun así, solo el 42 % de las mujeres con epilepsia amamantan a los 3 meses tras el parto debido a preocupaciones acerca de los efectos de los anticonvulsivos sobre el neurodesarrollo de los lactantes.
Por tanto, se debería animar a estas mujeres a amamantar a sus hijos, además de proporcionarles asesoramiento temprano y servicios de apoyo a la lactancia para mejorar las prácticas de lactancia materna. Sin embargo, también se les debería proporcionar información sobre los potenciales acontecimientos adversos, como la mala succión, el aumento de peso y la sedación y, si alguna de estas situaciones ocurriese, se recomienda determinar las concentraciones séricas del fármaco en el lactante. “La exposición de los lactantes a los anticonvulsivos a través de la leche materna puede minimizarse con medidas simples, como tomar la medicación inmediatamente tras la lactancia o inmediatamente antes del periodo de descanso más largo del bebé”, recomienda Bruna Nucera, de los Hospitales Franz Tappeiner en Merano, Italia.
“Si se aumentase la dosis durante el embarazo, debe considerarse reducirla tras el parto. Y, si los niveles en el lactante son altos, se debe considerar reducirlos combinando la lactancia materna con la leche artificial”, añadió.
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