EAN 2023 – La carga de morbimortalidad de los trastornos cerebrales sobre el deterioro de la salud es comparable al de las enfermedades cardiovasculares

  • Daniela Ovadia
  • Cobertura de Congreso
El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados. El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados.

En los últimos resultados de un estudio todavía en activo presentado en el IX Congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN, por sus siglas en inglés) en Budapest, sobre la carga mundial de morbimortalidad se reveló que los trastornos cerebrales representan más del 15 % del deterioro de la salud. En 2021, estas enfermedades causaron tanto deterioro de la salud como las enfermedades cardiovasculares, con más de 406 millones de años ajustados por discapacidad perdidos en comparación con los 402 millones de años ajustados por discapacidad perdidos por enfermedades cardiovasculares. Estas cifras superan las cifras de deterioro de la salud por cáncer, que llegaron a 260 millones de años ajustados por discapacidad perdidos. Con el tiempo, el número de casos de enfermedad de Alzheimer ha aumentado un 178 % y el número de casos de ictus un 98 %. Uno de los principales factores que ha contribuido al aumento de los trastornos cerebrales es el envejecimiento de la población.

Shayla Smith, Máster en Salud Pública, epidemióloga y directora de Servicios a los Clientes en el Instituto de Medición y Evaluación Sanitaria (IHME, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, coordina el estudio sobre la carga mundial de morbimortalidad desde 2007 y declaró: “La carga de trastornos cerebrales aumentará a medida que las poblaciones crezcan y envejezcan. En 2050, más de 50 millones de personas tendrán entre 65 y 79 años […] La pandemia de COVID-19 también ha influenciado la prevalencia de los trastornos cerebrales a nivel mundial, ya que las personas se vieron obligadas a aislarse y las redes comunitarias se desmoronaron. Estamos ante otros impulsores de los trastornos cerebrales, como el nivel educativo, la obesidad y el tabaquismo”.

Un problema en auge
En el estudio se sugiere que la carga de morbimortalidad de los trastornos cerebrales seguirá aumentando.

La carga de morbimortalidad es un reto para los sistemas de salud, los empleadores y las familias. De acuerdo con los datos del Instituto de Medición y Evaluación Sanitaria, la pérdida anual de ingresos para las personas con trastornos cerebrales llega a los 1,22 billones de dólares americanos, mientras que los costes directos de los servicios salud relacionados con estas enfermedades llegan a los 1,14 billones de dólares americanos cada año. Desde el Instituto de Medición y Evaluación Sanitaria enfatizan la importancia de utilizar estos datos para la distribución y los planes de recursos, así como para tomar decisiones de inversión en investigación.

Mientras que los trabajadores del sector sanitario ya se encuentran con déficits en el cuidado de la población envejecida, especialmente en países de ingresos bajos y medios, los nuevos tratamientos son esperanzadores en cuanto a aliviar la carga de morbimortalidad por trastornos cerebrales. “El impacto de los trastornos cerebrales como el ictus ha disminuido desde la década de los noventa del siglo XX debido a la mejora de los tratamientos disponibles”, afirma Smith. “Nuestro objetivo es llegar a ver una mejora de la prevención y los tratamientos para otros trastornos cerebrales y revertir el aumento del deterioro de la salud que ahora mismo prevemos”.

Sin embargo, se necesitan más recursos para mejorar la prevención y el tratamiento para otros trastornos cerebrales que no estén relacionados con la enfermedad de Alzheimer. Aunque no hay un consenso global sobre cómo se define un cerebro sano, especialmente en los ancianos, el concepto está ganando reconocimiento a nivel mundial.

En las investigaciones se sugiere que se puede mantener un cerebro sano con ciertos factores del estilo de vida (limitar el consumo de alcohol y tabaco, dándole prioridad a las horas de sueño, adoptando una dieta sana y practicando actividades físicas y mentales), así como abordando ciertas enfermedades, como la hipertensión y la diabetes. “Todavía queda mucho que investigar acerca de la forma más efectiva, pero conocemos los pilares básicos”, concluyó Smith.