EAN 2023 – El manejo del sueño podría reducir la incidencia de las enfermedades neurológicas
- Moheb Costandi
- Cobertura de Congreso
“Todas las alteraciones del sueño tienen el potencial para aumentar el riesgo de deterioro cognitivo con el tiempo, así que siempre deberíamos preguntarles a los pacientes cómo duermen cuando los atendemos en entornos clínicos”, declaró Dario Arnaldi de la Universidad de Génova, en Italia. “Si tratamos los trastornos del sueño en la población general”, añadió, “podríamos tener una menor incidencia de enfermedades neurológicas”.
Arnaldi participó en una sesión en el IX Congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN, por sus siglas en inglés) en Budapest, donde se dieron cita investigadores y clínicos para tratar el papel del sueño en las enfermedades neurológicas y el manejo del sueño como terapia modificadora de la enfermedad.
Enfermedad de Alzheimer y Parkinson
El sueño tiene amplios beneficios sobre la salud y es especialmente importante para la salud del cerebro en general. Esto se debe a que el sistema glinfático, que elimina los residuos del cerebro, se activa durante el sueño.
La privación del sueño y los trastornos del sueño se asocian con disfunción del sistema glinfático, lo que se asocia cada vez en mayor medida con la disfunción neurológica y las enfermedades neurológicas.
En adultos cognitivamente normales, dormir mal se asocia con marcadores cerebroespinales de enfermedad de Alzheimer. La privación del sueño también interfiere en la eliminación de la proteína beta amiloide, que se asocia con la enfermedad de Alzheimer, del cerebro. El medicamento contra el insomnio suvorexant disminuye los depósitos de proteína beta amiloide y de hiperfosforilación de tau, otra característica distintiva de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro humano.
La disfunción del sistema glinfático también se vincula con trastornos del sueño en pacientes con enfermedad de Parkinson, donde la eliminación de la proteínas alfa-sinucleínas mal plegadas puede contribuir a la patogénesis y al avance de la enfermedad.
Las alteraciones del sueño pueden aparecer años o incluso décadas antes de que se manifiesten los síntomas de enfermedades neurodegenerativas, por lo que identificarlos y tratarlos lo antes posible podría retrasar la aparición o la evolución de la enfermedad.
Sueño e ictus
La apnea obstructiva del sueño puede causar arritmias, enfermedad coronaria e hipertensión, enfermedades que aumentan el riesgo de ictus. También es un factor de riesgo independiente que empeora los resultados del ictus y de los accidentes isquémicos transitorios y aumenta la posibilidad de eventos cerebrovasculares recurrentes, discapacidad y mortalidad por todas las causas.
La apnea obstructiva del sueño y otros trastornos del sueño también son altamente prevalentes en pacientes con ictus y tienen un gran impacto en los resultados funcionales.
“Los trastornos del sueño juegan un papel muy importante en la recuperación tras un ictus y hay al menos un aumento de 10 veces en la mortalidad tras el ictus si el paciente también presenta apnea del sueño”, afirmó Laura Ponsaing, médica en el Hospital Nacional de Copenhague en Dinamarca.
La presión positiva continua en las vías aéreas (conocida también como CPAP por sus siglas en inglés) parece mejorar los desenlaces en pacientes con ictus y se asocia con menores tasas de recurrencia de ictus y muerte.
Según una declaración conjunta emitida en 2020 por la Academia Europea de Neurología y la Organización Europea de Ictus, la presión positiva continua en las vías aéreas podría mejorar la recuperación neurológica y los síntomas y también podría reducir el riesgo de ictus primario en pacientes con apnea obstructiva del sueño. Actualmente, la organización recomienda controlar la apnea del sueño en pacientes con ictus para prevenir ictus secundarios.
Epilepsia
La relación entre el sueño y la epilepsia es bidireccional. La privación del sueño y los trastornos del sueño comórbidos pueden favorecer las convulsiones y hacer que sean difíciles de controlar. Al mismo tiempo, las convulsiones pueden interrumpir y fragmentar el sueño, lo que empeora las convulsiones. El diagnóstico y el tratamiento precoces de los trastornos del sueño podría, por tanto, ser beneficioso.
En la mayoría de los pacientes con epilepsia, las convulsiones y las puntas intercríticas que pueden ocurrir entre ellas son cíclicas a los ritmos circadianos y a periodos de varios días específicos a cada paciente.
En la epilepsia del lóbulo frontal, el síndrome de Lennox-Gastaut y en otros muchos tipos de epilepsia, las convulsiones aparecen generalmente durante el sueño. Por el contrario, los pacientes con epilepsia idiopática generalizada suelen presentar convulsiones al despertarse, lo que sugiere un vínculo con los mecanismos de activación cerebral.
Estas diferencias pueden estar relacionadas con el cronotipo del paciente: aquellos pacientes con epilepsia idiopática generalizada tienen cinco veces más posibilidades de ser “búhos” (cronotipo verpertino) que aquellos con epilepsia focal.
Más evidencias de que los ritmos circadianos tienen gran relevancia en la epilepsia provienen de un estudio de 2017 en el que se mostró que la interrupción del factor de transcripción circadiana CLOCK altera los circuitos corticales subyacentes a la epilepsia focal en ratones transgénicos y también se ve reducido en tejido cerebral de pacientes con epilepsia.
El diagnóstico de las epilepsias relacionadas con el sueño es difícil, pero en un documento de consenso en el que se revisaron los procedimientos estándar publicado en 2020 se recomienda obtener los antecedentes del paciente y utilizar electroencefalografías o polisomnografías, o incluso videos caseros, para registrar las convulsiones durante el sueño.
El tratamiento de los pacientes con epilepsias relacionadas con el sueño es difícil porque muchos desarrollan resistencia a los anticonvulsivos. La terapia de luz y la melatonina pueden retrasar o avanzar las fases de los ritmos circadianos, pero ninguna es efectiva en el control de las convulsiones.
“El sueño y los ritmos circadianos afectan a la excitabilidad relacionada con la epilepsia”, afirmó Ramin Khamami, de la Universidad de Berna, en Suiza, enfatizando que se necesitan protocolos estrictos para diferenciar la influencia de un factor sobre el otro. Las investigaciones sobre los genes circadianos son apasionantes, pero “necesitamos muchísimas investigaciones más para que se pueda aplicar a los tratamientos”.
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