Doctor, no me encuentro bien
- Ángel Benegas Orrego
- Editorial
Aún con mi pequeña trayectoria como médico general ya he podido sentir e interiorizar en primera persona lo que supone que un paciente entre por la puerta de la consulta e indique que no se encuentra bien. Si esa frase aparece durante la primera consulta, piensas que es normal y que por ese motivo acude al médico. Sin embargo, si esa frase se repite tras 3 meses de diagnóstico y tratamiento, esas palabras sientan como un jarro de agua fría.
Aunque los pacientes piensen que son un simple diagnóstico, en la escasa formación humana que recibimos antes de egresar de las facultades de medicina, se intenta que los futuros profesionales interioricen que un paciente va más allá de una patología o un simple tratamiento. Un paciente es una familia y un proyecto biográfico y mi función como médico es curar (si es posible) pero siempre acompañar y mejorar la calidad de vida.
Les parecerá mentira a nuestros pacientes y no nos creerán cuando les digamos que hemos estado toda una mañana en contacto con compañeros de otras especialidades hablando de su caso con el objetivo de abordar de la mejor forma el problema que presenta, para poder mejorar su calidad de vida durante el proceso de recuperación. Si, queridos pacientes, para el profesional sanitario sois más que un diagnóstico y, en muchas ocasiones quizás por problemas nuestros, no sabemos transmitiros esta idea.
Tanto es así, que coincidiréis conmigo en que no existe mayor motivación que el ver cómo una persona a la que llevas atendiendo durante un tiempo entra en tu consulta y te dice: doctor, me siento mejor, se ha quitado el dolor, estoy volviendo a hacer mi vida. Todo ello con una sonrisa que no habías visto en las consultas anteriores, un lenguaje verbal que indica que todo está yendo bien y una sonrisa que embauca a cualquier persona que la mire.
Todo esto es increíble, pero estaréis de acuerdo conmigo (o por lo menos a mi me lo parece), que suma puntos cuando se trata de un paciente con patología psiquiátrica. Estigmatizamos al paciente con enfermedad mental y es un problema actual al que se enfrenta la sociedad. Muchas veces se anulan las emociones de los pacientes y se invalidan ciertos sentimientos que relatan durante la anamnesis o el control de la evolución.
No podréis negar que muchos de nosotros no hemos pensado en algún momento algo así como “no es posible que presente XXX trastorno, si acude al centro bien vestido/a, correctamente aseado/a y su discurso es coherente y fluido”. Todos lo hemos pensado y, por lo tanto, todos hemos caído en la trampa de la sociedad actual. Os haré un spoiler: por muy correctamente aseado que acuda un paciente, por mucho que presente un discurso correctamente estructurado, fluido, aunque se muestre en consulta con una sonrisa o su estado basal sea eutímico sin fluctuaciones anímicas, puede tratarse de un paciente que necesita nuestra ayuda.
Lo que más me ha llamado la atención durante este breve periodo de tiempo son las consultas relacionadas con la patología mental. Esa pandemia invisible que les puedo asegurar tiene una prevalencia muy elevada. Y ahí debemos entrar como profesionales sanitarios. Debemos saber extraer de toda la información que tenemos aquellos datos que nos hagan pensar que algo no está yendo bien. Hay pacientes que, cuando los visitas, son “fáciles” puesto que contestan a las preguntas que formulas, aquello que, aunque no quieres escucharlo, encamina hacia el diagnóstico de presunción. Sin embargo, hay otros tantos que no acuden enfocándose a una patología psiquiátrica y debes ser audaz y perspicaz para poder afrontar al paciente. Es aquí dónde debe entrar en juego lo aprendido durante el periodo formativo en las facultades de Medicina y así encaminar el procedimiento a seguir.
Por ello, queridos compañeros, existe una pandemia en este momento que no cursa con un distrés respiratorio (o sí), leucocitosis o saturaciones de oxígeno por debajo del 93 %. Es una pandemia que si no ponemos atención y no encaminamos la entrevista clínica, será muy posible que siga como hasta ahora: infravalorada y sin signos de pronta recuperación. En nuestra mano está el diagnóstico precoz, el tratamiento y la reclamación de los recursos, humanos y no tan humanos, necesarios para afrontarlo.
Ángel Benegas Orrego es Médico General.
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