Diario de una estudiante: “Primera vez dando una mala noticia: ¿Te enfrentas o huyes?”

  • Esther Cacho Lobo
  • Editorial
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Cómo dar malas noticias es un tema muy tratado en todas las asignaturas a lo largo de la carrera, con el objetivo de darnos herramientas para cuando, los que hoy somos estudiantes, tengamos que enfrentarnos a esa situación. Hoy me gustaría compartir mi experiencia, esa que dejó un recuerdo hoy archivado junto con los momentos más intensos de mi vida. 

Después de una pandemia que nos arrebató la posibilidad de hacer prácticas, empecé en septiembre cuarto curso. Para todos la situación era nueva. Las prácticas que habíamos tenido hasta entonces eran escasas y este año solo tendríamos la posibilidad de hacer una semana por semestre en alguna de las especialidades que estudiaríamos como asignaturas. En el primer cuatrimestre me tocó hacer prácticas de Nefrología. 

Recibí esta posibilidad con ilusión, ¡por fin volvía a un hospital! Mis primeros tres días los pasé en la consulta. Mi cuarto y quinto día iban a ser en la planta de hospitalización. 

Entraba en mi cuarto día de prácticas por el pasillo de hospitalización y la primera parada estaba clara, la sala de descanso del personal, para preguntar por el despacho del médico. Después de recibir las indicaciones, me dirigí hacia allí. Entré por la puerta y mientras pronunciaba mi nombre y me presentaba como estudiante de prácticas, el médico ya se había levantado, me estaba tirando de la manga del abrigo y sacándome la bata del bolso. En medio de esta revolución, yo automaticé mi actitud para terminar de vestirme y coger el fonendo. 

Mi tutor comenzó a caminar a paso ligero por aquel pasillo, yo lo seguía sin saber su nombre, sin entender el recibimiento, a dónde me dirigía y cuál era el motivo de ir prácticamente corriendo. De repente, él paró en seco, se giró y pidió perdón. En ese momento me dijo su nombre.

Llegamos a la habitación y entramos por la puerta. Los familiares salieron secándose las lágrimas. Allí nos encontramos la paciente, mi tutor y yo. Mi tutor me pidió que auscultase a la paciente, yo, sin pensar, coloqué mi fonendo en el pecho de la señora, pero no se escuchaba nada. Miré el fonendo, lo cambié de posición, pero seguí sin escuchar nada.. No sabía si es que estaba haciendo algo mal, si eran los nervios o verdaderamente no había nada que escuchar. 

Me dirigí a mi tutor y, entre dientes, dije “no escucho nada”. Mi tutor me miró sonriendo y me contestó “normal, es que ni respira, ni le late el corazón”. Efectivamente, estaba delante de un exitus. No me había fijado en que esa persona ya no respiraba antes de colocar el fonendo. Rompí a llorar mientras pedía perdón por haber cometido esos errores. La situación se me quedaba muy grande. 

Mi tutor me agarró por los hombros, me tranquilizó y posteriormente, me explicó los signos para certificar una muerte. Cuando terminó, me preguntó cómo me encontraba, le dije que bien y su respuesta fue: “fenomenal, porque se lo vas a confirmar tú a la familia”. De nuevo, lágrimas incontrolables salían de mis ojos. Le dije que no podía hacerlo, que no sabía, que era la primera vez. Mi tutor contuvo de nuevo todas mis emociones, me explicó cómo enfrentarme a la situación y qué tenía que decir y qué no. Pero lo que más agradezco a día de hoy es que me dijera “Esther, esta situación nunca es fácil ni agradable. Si hoy te enfrentas a ella, para la próxima ya no será tu primera vez y lo harás cada vez mejor. Adelante”.

Gracias a él aprendí muchísimas cosas, pero sobre todo a enfrentarme a cualquier situación, para aprender y para mejorar. 

Esther Cacho Lobo es estudiante de sexto de Medicina en la Universidad de Extremadura.