Diario de un estudiante: "Las terapias sin evidencia científica desde el punto de vista estudiantil"

  • Ángel Benegas Orrego

  • Maria Baena
  • Editorial
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Desde hace ya mucho tiempo los pacientes, sobre todo de aquellos que visitan de forma regular a determinadas especialidades médicas, expresan en consulta sus creencias acerca de las terapias alternativas a los tratamientos médicos habituales que carecen de evidencia científica. 

La formación médica en España debe seguir el formato de la Medicina Bbasada en la Evidencia, es decir, el uso consciente, explícito y juicioso de las mejores evidencias para el cuidado de los pacientes individuales. Llevarlo a la práctica no es tarea fácil ya que deben enseñarnos en las facultades a integrar la pericia clínica individual con la mejor evidencia externa disponible con el objetivo de que la actividad médica que desarrollaremos en un futuro no tan lejano esté fundamentada en datos científicos y no en suposiciones o creencias, de forma que los pacientes a los que asistamos puedan obtener a través de nuestros cuidados unos resultados óptimos en su manejo clínico. 

¿Pero se aplica la Medicina Basada en la Evidencia? La respuesta es sí, y la evidencia -valga la redundancia- es clara. La aplicación de este concepto en medicina ha sido la clave para la gran mejora asistencial que ha experimentado esta ciencia en los últimos años, a nivel clínico, técnico, científico y, por supuesto, humano, como se ha podido ver en la relación médico-paciente que tanto ha cambiado desde hace unos años. 

A nivel formativo no podemos permitir que existan profesionales sanitarios que transmitan conocimientos acerca de terapias que no siguen este riguroso díselo.. Debemos exigir como futuros médicos que estas terapias sin evidencia estén respaldadas por una investigación que sea capaz de arrojar información veraz sobre sus beneficios y seguridad de aplicación que permitan alcanzar los estándares de calidad máximo ya que, de lo contrario, pueden interferir con el tratamiento científicamente probado. 

No podemos dejar en el olvido que el ejercicio de la profesión médica, en España, se encuentra regulado a nivel ético y moral por el Código de Deontología Médica, aprobado desde 2011 por la Organización Médico Colegial de España (máximo órgano de representación del colectivo). Por ello, realizar o “prescribir” un procedimiento cuya eficacia y seguridad se desconoce supone una clara vulneración de los principios de beneficencia y no maleficencia de la ética médica vigente. Además, este texto normativo recoge que “no son éticas las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las carentes de bases científicas y aquellas que prometan a los enfermos la curación, los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados que se proponen como eficaces”. 

Por todo ello, como futuros profesionales sanitarios en formación, debemos adquirir el compromiso de una atención al paciente de excelente calidad. En ningún caso podemos menoscabar las terapias con evidencia científica referenciable. Sin embargo, consideramos que es un error promover aquellas prácticas de dudosa o nula efectividad, es decir, aquellas que no aportan la evidencia científica suficiente, evitando a toda costa que entren en las aulas de las facultades de medicina de España. 

Además, considero necesario por parte del Estado y el Sistema Nacional de Salud que se realice un estudio exhaustivo de las terapias sin evidencia, como los realizados en otros países del mundo, de modo que se esclarezca a nivel institucional la evidencia de estas terapias y la población, y nosotros como futuros médicos, dispongamos de información sobre las mismas de la forma más clara y objetiva posible. 

Ángel Benegas Orrego es Estudiante del Grado en Medicina en la Universidad de Extremadura (UEx).