Descubierta la explicación biológica de por qué todos tenemos un doble

  • Andrea Jiménez

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Como acaba de demostrar biológicamente el Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras (IJC), todos tenemos un doble por el mundo. Una fascinante afirmación concluida gracias al equipo del centro catalán que ha descubierto que las personas extremadamente similares, pero sin relación de parentesco, comparten características genéticas en los genes encargados de la formación de los rasgos faciales. 
 
“Hace años demostramos que gemelos monocigóticos con exactamente el mismo ADN, presentaban diferencias epigenéticas que podían explicar sus discordancias”, explica a Univadis España Manel Esteller, director del Instituto y responsable del estudio publicado el pasado 24 de agosto en la revista Cell Reports. “En este caso nos planteamos el modelo opuesto: ¿Qué ocurre con personas que tienen la misma cara, pero no son gemelos?” agrega Esteller, que también es profesor de Investigación ICREA y catedrático de Genética en la Universidad de Barcelona.

El trabajo que ha liderado, y que tomó los parecidos humanos estudiados de la colección de fotografías del artista franco-canadiense François Brunelle, demuestra por primera vez la explicación de que encontremos individuos idénticos en distintos lugares del mundo. 

Las imágenes proporcionadas de los sujetos fueron escaneadas con programas de reconocimiento facial que permitieron descubrir parejas de individuos que eran casi indistinguibles entre sí. “Para que fuera científicamente más objetivo ejecutamos en estos pares tres algoritmos faciales independientes (uno académico, uno de Microsoft y otro de una empresa de seguridad) que se utilizan para proporcionar una lectura completa del rostro y pueden distinguir un rostro de otro. En el caso de muchos parecidos, los tres softwares dieron los mismos resultados: no pudieron distinguir las caras, ¡eran gemelos virtuales!”, manifiesta Esteller. 

Después se analizó su secuencia de ADN, su perfil epigenético, el mecanismo por el que se regula el anterior, y su microbioma. De acuerdo con el revolucionario estudio, los resultados permitieron descubrir que los dobles humanos comparten variaciones similares de su ADN, particularmente en relación con los genes involucrados en la formación de la boca, la nariz, los ojos, la barbilla y la frente. 

Dado que actualmente la población humana es de 7.900 millones y está mucho más interconectada, cada vez es más probable que se produzcan y se conozcan estas repeticiones, asegura el estudio. Pero, como apunta el genetista, las similitudes van mucho más allá del rostro. “Fue curioso comprobar que el parecido de estas parejas de dobles no solo se ceñía a los rasgos faciales, sino que, además de afectar a otras propiedades físicas, como la altura y el peso, también se extendía a ciertos rasgos del carácter y el comportamiento”.

Por otro lado, “las parejas compartían similares relojes epigenéticos que determinan la edad biológica de la persona”, relata el investigador. El microbioma tiene impacto en la obesidad, “y las parejas tenían pesos similares”, agrega. Para llevar a cabo a estas conclusiones, el equipo del IJC intentó analizar el máximo número de capas moleculares en las muestras disponibles. “El ADN fue el componente más estable de las muestras que se pueden analizar y en el mismo pudimos determinar su secuencia, el estado de metilación del ADN (que corresponde al epigenoma) y el contenido bacteriano y viral, es decir, el microbioma”, expone Esteller. Los tres componentes son críticos para determinar la actividad celular y tisular.

Como asegura el experto, “encontramos que los sitios genéticos compartidos por los parecidos correspondían a cuatro categorías”. Una clasificación que se divide en los genes previamente reportados como asociados con la forma y forma de los ojos, labios, boca, fosas nasales y otras partes de la cara, en los involucrados en la formación ósea que pueden relacionarse con la forma del cráneo o distintas texturas de la piel, en aquellos relacionados con la retención de líquidos y que pueden perfilar nuestra cara, y en aquellos función desconocida que ahora podemos relacionar con las propiedades de la cara, según los responsables del trabajo.

Una de las conclusiones del estudio, en palabras de Esteller, “es que puede abrir nuevas líneas de investigación en el futuro en varios campos”. Y como destaca, “por un lado, “proporciona las bases para que a partir del análisis de la imagen y la forma de la cara se puedan diagnosticar enfermedades genéticas” y, por otro, “permitiría reconstruir la cara de una persona desconocida a partir únicamente de una muestra de ADN, uno de los grandes desafíos de la medicina forense y criminalística”.

No obstante, según advierte el genetista, “como todo nuevo conocimiento (ADN recombinante, diagnóstico molecular de enfermedades, edición genética) el uso de reconocimientos faciales y análisis genómicos debe ser regulado para evitar cualquier forma de discriminación basada en estos datos”.