Desafíos de salud global

  • Dr. Miguel Álvarez Deza
  • Editorial
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El Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington ha publicado un informe con los 11 puntos críticos a vigilar para la salud mundial, en este año 2023, que se centran en la COVID persistente, la salud mental, los efectos del cambio climático sobre la salud, las enfermedades cardiovasculares, las infecciones de vías respiratorias, el fortalecimiento de los sistemas sanitarios, la diabetes, los accidentes de tráfico, la demencia, el envejecimiento de la población y la pobreza.

Una de las principales secuelas de la pandemia es la COVID persistente o prolongada. Las cifras varían según los países, pero se estima que el 6,2 % de los infectados por el SARS-CoV-2 siguen sufriendo, tres meses después de la infección, alguno de los tres grandes grupos de síntomas asociados. Por un lado fatiga persistente y dolor generalizado, por otro trastornos respiratorios o bien problemas cognitivos.

El impacto de la pandemia, la guerra y la violencia en la salud mental sigue siendo una prioridad. Estos autores consideran necesario una mejor comprensión de los factores de riesgo de los trastornos mentales, cómo varían entre las diferentes poblaciones y cómo ofrecer las mejores oportunidades para la prevención, planificando los apoyos y servicios necesarios, dado que estos trastornos son una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo. 

El cambio climático responsable, actualmente, de aproximadamente el 8 % de toda la mortalidad global empeorará a lo largo de este siglo, tanto las temperaturas extremas como la contaminación del aire. Las inundaciones pueden obligar a la gente a abandonar sus hogares y afectar a su salud mental, las sequías y las tormentas pueden repercutir en la seguridad alimentaria y la disponibilidad de agua, y los incendios forestales pueden aumentar la contaminación atmosférica.

Un cuarto desafío es el de las enfermedades cardiovasculares, principal causa de mortalidad mundial. La mayoría de ellas son prevenibles al abordar, desde la Salud Pública, los factores de riesgo modificables, como la hipertensión, la hipercolesterolemia, la obesidad, la dieta, el tabaquismo y la contaminación del aire.

Las infecciones de las vías respiratorias inferiores, especialmente el virus respiratorio sincitial (VRS) y la gripe, son otros de los problemas de salud global a vigilar. En 2020 se produjo un descenso generalizado de estas infecciones debido a las medidas de mitigación de la COVID-19, como las mascarillas y el distanciamiento social. Muchos lactantes y niños pequeños no han estado expuestos al VRS en los últimos dos años y se están infectando, dando lugar a brotes. Todos los países han experimentado también un aumento de casos de gripe en todas las edades.

Reforzar los sistemas sanitarios a escala mundial sigue siendo un aspecto crítico para que sean resilientes. Esto será especialmente relevante a medida que los países reorienten sus recursos y su atención tras la fase aguda de la pandemia. Es necesario un compromiso a más largo plazo por parte de los gobiernos para garantizar que las intervenciones estén preparadas para la sostenibilidad a largo plazo y puedan ofrecer una atención sanitaria de calidad.

La diabetes es una de las enfermedades crónicas no transmisibles de mayor impacto por su morbilidad y mortalidad. El estudio señala que es la cuarta causa principal de Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD) en América Central y el Caribe. Son imprescindibles las intervenciones basadas en la población así como las políticas destinadas a ayudar a evitar el aumento de peso y mejorar la calidad de la dieta. 

La pobreza es el factor principal de la desigualdad en salud. La diferente distribución de los recursos ha aumentado debido al cambio climático y al aumento de la violencia. Los países de ingresos bajos y medios experimentan peores resultados sanitarios que los países de ingresos altos, como la esperanza de vida que es 34 años menor o las muertes atribuibles a la resistencia antibiótica que son 12 veces mayores. 

El envejecimiento de la población aumenta progresivamente, por lo que sería prudente comenzar a planificar la atención sanitaria, especialmente en países de ingresos bajos y medios. Ligado a este punto se encuentra la demencia, que pasará a convertirse en un gran reto para la salud pública.

Finalmente, el estudio incluye los accidentes de tráfico, que representan la primera causa de mortalidad en el grupo de edad entre 15 y 49 años. Ante ello se recomienda fomentar medidas entre la población que potencien el uso de cascos, cinturones de seguridad, límites de velocidad y el control de la conducción bajo los efectos del alcohol o drogas. En España, según datos provisionales de la Dirección General de Tráfico (DGT), en 2022 fallecieron 1.145 personas por accidentes de tráfico.

“Hace siglos que pensaron: Las cosas mañana irán mejor. Es pronto para el deseo y muy tarde para el amor…” (Caballo de cartón, J. Sabina).

El Dr. Miguel Álvarez Deza es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.