COVID-19: un botón sin ojal
- Dr. Miguel Álvarez Deza
El SARS-CoV-2 no deja de mutar buscando la mejor versión de sí mismo, una que le permita sobrevivir saltando de huésped en huésped.
El último informe del Ministerio de Sanidad, publicado el pasado viernes 24 de junio, muestra que el número de casos de COVID-19 sigue aumentando semana tras semana. Este repunte empieza a tener sus consecuencias en las hospitalizaciones. Actualmente, el 6,67 % de las camas están ocupadas por pacientes con coronavirus, así como el 4,38 % de las camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Esto se debe al aumento de la circulación de los linajes BA.4 y BA.5 de la variante ómicron. En España, los porcentajes oscilan en las diferentes Comunidades Autónomas entre el 5,4 % y el 76 %. Las que tienen más casos con estos linajes son Galicia (76 %), Baleares (60 %), Extremadura (48 %) y Asturias (43 %).
La mayoría de los países europeos también han detectado su presencia entre la población, aumentando en las últimas semanas. Estas dos subvariantes actualmente representan alrededor del 35 % de las que circulan en Estados Unidos.
Nos encontramos en una situación epidémica endémica. Tenemos una endemicidad alta, con muchos casos, pero afortunadamente las vacunas siguen protegiendo contra las formas graves de la enfermedad y reduciendo su impacto clínico. Las vacunas han demostrado su efectividad pese a estar formuladas con la cepa original. En España, a fecha 24 de junio, el 92,7 % de los mayores de 12 años tenían la pauta vacunal completa y la cobertura con dosis de recuerdo en los mayores de 60 y 70 años era del 92,5 %.
Estamos ante una séptima ola oculta porque ninguna autoridad sanitaria sabe ahora mismo cuántos casos reales hay, porque no se realizan pruebas ni tests a las personas no vulnerables y la declaración de los autotest diagnósticos queda en manos del ciudadano. Lo único que vemos es la punta del iceberg. Los servicios de urgencias y la atención primaria son un termómetro de lo que está pasando en la calle. Posiblemente ahora tengamos la mayor prevalencia de toda la pandemia.
Lo ideal sería disminuir la incidencia, pero está pasando justo lo contrario porque se han impulsado algunas estrategias que son mejorables y rectificables. No hemos bajado el nivel de transmisión desde hace tres meses, en que se cambió la estrategia de vigilancia de la COVID-19. La realidad es que aumentan los casos, los ingresos en hospitales y en las UCIs y tenemos aún 47 muertes de promedio al día. Algo que no debería pasar desapercibido.
La enfermedad actual poco tiene que ver con la de otras olas de la pandemia. Parece que los síntomas son leves, pero se muestran con más intensidad. Además, estamos viendo muchos pacientes que ya han padecido la enfermedad, es decir, hay reinfecciones.
Las reinfecciones por el SARS-CoV-2, raras antes de la variante ómicron (un 1 % aproximadamente), aumentan el riesgo de mortalidad y de hospitalización y la probabilidad de padecer otros efectos adversos, según un estudio estadounidense. Ese incremento, además, es acumulativo, y se eleva con el número de infecciones sucesivas.
Por otra parte, otro reciente estudio muestra que las subvariantes BA.2.12.1, BA.4 y BA.5 escapan sustancialmente a los anticuerpos neutralizantes inducidos tanto por la vacunación como por la infección natural. Además, los títulos de anticuerpos neutralizantes contra estas tres subvariantes fueron más bajos que los producidos contra las subvariantes originales BA.1 y BA.2, lo que sugiere que la variante omicrónica del SARS-CoV-2 ha seguido evolucionando con un creciente escape de la neutralización. Esto explica las reinfecciones de quienes se infectaron en la sexta ola con la ómicron original y ahora se vuelven a contagiar.
El dato actual de reinfecciones en España, con el cambio de vigilancia y monitorización ya no sale en los informes Renave del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), no se conoce, aumentando nuestra ignorancia de la evolución de la pandemia.
Todas las precauciones son pocas. Ya estamos en verano, los ciudadanos quieren disfrutar después de dos años de restricciones, van a viajar mucho y a interactuar aún más en festivales y conciertos, y encima sin mascarilla.
“Condenar a galeras los archivos, cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos…” (Agua pasada, J. Sabina).
El Dr. Miguel Álvarez Deza es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.
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