COVID-19: los síntomas suelen disminuir en los niños durante el primer año

  • Liz Scherer
  • Resúmenes de artículos
El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados. El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados.

Conclusión práctica

  • En niños y personas jóvenes, la prevalencia de los síntomas de COVID-19 parece disminuir en el curso de 12 meses.
  • Los síntomas persistentes o nuevos, por ejemplo, cansancio, disnea, mala calidad de vida, problemas conductuales y otras secuelas relacionadas con la COVID-19 persistente, pueden deberse a múltiples factores.

Relevancia

  • Se debe llevar a cabo el seguimiento de los niños y los adultos jóvenes al menos una vez al mes durante el año posterior a la infección inicial por SARS-CoV-2 para comprobar si persisten los síntomas, permaneciendo atento a las dificultades emocionales y de bienestar.

Diseño del estudio

  • Estudio observacional de cohortes en el que se evalúa la prevalencia de la salud y el bienestar en niños y jóvenes de 11 a 17 años de edad, negativos y positivos a la prueba del SARS-CoV-2, durante 12 meses.
  • Financiación: Instituto Nacional para la Investigación en Salud del Reino Unido; Investigación e Innovación del Reino Unido.

Resultados fundamentales

  • Participaron 5.086 niños y jóvenes (2.909 con COVID-19 y 2.177 sin COVID-19).
  • En general, la prevalencia de la mayoría de los síntomas disminuyó con el tiempo, mientras que la disnea y el cansancio parecían aumentar a los 6 meses y aún más a los 12 meses.
  • El análisis intrapaciente mostró que, a los 12 meses, el 22,5 % de los pacientes que dieron positivo en la prueba frente al 25,8 % de los que dieron negativo refirieron un bienestar persistentemente deficiente.
  • La fatiga grave (26,0 % frente a 21,7 % de los positivos frente a los negativos) y la COVID persistente (16,0 % frente a 9,7 % de los positivos frente a los negativos) también parecieron persistir en ambos grupos.

Limitaciones

  • Sesgos de recuerdo y selección al inicio.
  • Posibles diagnósticos erróneos.
  • Imposibilidad de extraer conclusiones sobre las afecciones posteriores a la COVID-19 en niños y adultos jóvenes infectados con las variantes ómicron o delta, aumento y disminución de los síntomas.