¿Consumo de leche entera y deterioro cognitivo en mayores?

  • Carla Nieto

  • Maria Baena
  • Noticias de Medscape
El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados. El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados.

MADRID, ESP. Hay evidencias que han asociado el consumo de lácteos a una mejor salud cognitiva en adultos mayores. Sin embargo, los resultados de una reciente investigación introducen una "excepción" en ese posible nexo, al vincular un alto consumo de leche entera con una mayor tasa de deterioro cognitivo en personas de este grupo de población que presentan un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular.[1]

El estudio, llevado a cabo por el equipo del Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) y la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili-Institut d'Investigació Sanitària Pere Virgili (UVR-IISPV), de Tarragona, se realizó en el marco del proyecto PREDIMED-Plus y cuenta con la colaboración de científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y el Centro de Investigación Biomédica en Red enfocado a Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM).

Jiaqi Ni, investigadora predoctoral del CIBEROBN y primera autora del estudio, declaró a Medscape en español que este trabajo se encuadra en un contexto en el que el aumento de la prevalencia del deterioro cognitivo a nivel mundial, incluida la demencia, es un problema de salud pública cada vez más importante. "Hasta el día de hoy, todavía no se dispone de tratamientos eficaces para curar los trastornos cognitivos o ralentizar el ritmo del deterioro a este nivel. Por ello, las estrategias de prevención dirigidas a los factores de riesgo modificables, como la ingesta dietética y los hábitos alimentarios, siguen suponiendo un enfoque prometedor".

En cuanto a la hipótesis de partida de la investigación, Ni comentó que, "por una parte, los estudios previos han sugerido que el consumo de leche y otros tipos de productos lácteos desempeña un papel beneficioso en la prevención del deterioro cognitivo y la demencia relacionados con la edad. Sin embargo, la evidencia es un tanto controvertida y poco clara, especialmente cuando se valora el consumo a lo largo del tiempo".

Asimismo, "el tipo de productos lácteos según su contenido en grasa o el estado de fermentación en que se encuentran estos lácteos", por lo cual se puso en marcha el estudio.

El estudio incluyó a un total de 4.668 participantes del estudio PREDIMED-Plus con edades comprendidas entre los 55 y los 75 años, que presentaban sobrepeso/obesidad y síndrome metabólico (tener al menos 3 de los 5 criterios: alteración de la glucosa en sangre, altos niveles de triglicéridos, alta tensión arterial, obesidad abdominal y bajos niveles de colesterol de lipoproteínas de alta densidad [HDL]), quienes completaron un cuestionario validado de la frecuencia de los alimentos al inicio del estudio y una amplia batería de pruebas neuropsicológicas al inicio del estudio y a los dos años de seguimiento.

Tras la pista de la grasa saturada

"Los resultados mostraron la existencia de una asociación positiva entre el alto consumo de leche entera y la tasa de deterioro cognitivo en adultos mayores con alto riesgo de enfermedad cardiovascular, en comparación con los que consumían menos cantidad de leche durante un periodo de dos años de seguimiento; es decir, las personas que más consumían leche entera mostraban deterioro cognitivo. Sin embargo, no se observaron asociaciones significativas entre el consumo de leche y productos lácteos bajos en grasa ni con los lácteos fermentados (yogur y queso) o no fermentado (todos los tipos de leche)", explicó la primera autora.

Aunque en el estudio se recoge que no está claro el mecanismo biológico por el que los lácteos enteros tienen ese efecto negativo en la función cognitiva que no se ha evidenciado en otro tipo de lácteos, una posibilidad que barajan los investigadores apunta al contenido en grasas saturadas (la leche entera es rica en este tipo de grasa) sobre los factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad, la diabetes de tipo 2, la hipertensión y la dislipidemia.

"Estos factores se han asociado a un mayor riesgo de disfunción cognitiva relacionada con cambios vasculares patológicos. Se ha sugerido que las grasas saturadas aumentan el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL), lo que afecta negativamente a los lípidos sanguíneos y aumenta el riesgo de arterioesclerosis y otras enfermedades cardiovasculares", afirmó Ni.

"Aunque la grasa saturada es uno de los nutrientes de los productos lácteos que se han propuesto que afectan a la cognición, se ha sugerido que los efectos de esta grasa deben considerarse en el contexto de la fuente total de calorías consumidas y del patrón dietético. No obstante, se necesitan más estudios que puedan confirmar estas especulaciones", añadió la investigadora.

La Dra. Naiara Fernández, experta en nutrición y miembro del Grupo de Liderazgo de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), quien no participó en la investigación, señaló a Medscape en español que previamente ya se había relacionado el beneficio de la ingesta de lácteos en la enfermedad de Alzheimer por su capacidad para la inhibición de citocinas inflamatorias, la reducción del estrés oxidativo y para evitar el depósito de beta-amiloide.

"Asimismo, la ingesta de lácteos se ha asociado a la prevención de eventos cardio y cerebrovasculares, por ser un factor protector para la instauración de la hipertensión arterial y la diabetes de forma independiente. Todos ellos son factores de riesgo para la aparición de deterioro cognitivo", agregó la Dra. Fernández.

"En cuanto al papel concreto de la leche entera, en base a la población en la que se ha evidenciado la asociación, con un elevado riesgo vascular, parece acertado relacionar la ingesta de grasas de la leche, sobre todo el contenido en grasas saturadas, con la pérdida de la función cognitiva, sobre todo teniendo en cuenta que esta asociación no se mantiene en el caso de la ingesta de productos lácteos semi o desnatados", puntualizó la especialista.

Mayor impacto en la población masculina

Otra de las evidencias arrojadas por esta investigación es que el efecto negativo a nivel cognitivo del consumo de leche entera es más evidente en los hombres que en las mujeres.

"En efecto, hemos visto en nuestros resultados que el consumo de leche total se asoció al deterioro cognitivo, a los dos años de seguimiento, en hombres, pero no en mujeres. Las diferentes características fisiológicas de estas dos poblaciones podrían estar relacionadas con este resultado, así como los factores antropométricos, de estilo de vida (fumar, actividad física, adherencia a la dieta mediterránea) y de diferentes prevalencias de enfermedades presentes al inicio del estudio, pero hace falta más investigación en este sentido", comentó Ni.  

Respecto a la posibilidad de extrapolar estos hallazgos a la población mayor en general sin riesgo cardiovascular, en opinión de Ni, las características inherentes al estudio (observacional) no hacen factible determinar la causalidad. "Al haberse analizado una determinada población con estas características particulares, no se pueden extrapolar estos resultados a población general ni tampoco se puede determinar que el hecho de tener un perfil de riesgo cardiovascular haya sido determinante en estos hallazgos. Sin embargo, el presente estudio permite aportar evidencias para seguir investigando sobre este tema".

En la misma línea, la Dra. Fernández instó a la cautela a la hora de trasladar estos resultados a personas de más edad y, sobre todo, a evitar la generalización: "Las personas mayores, en el contexto del envejecimiento fisiológico, y debido a la comorbilidad que habitualmente presentan, pueden tener requerimientos nutricionales específicos, estando en un mayor riesgo de desarrollar desnutrición y, secundariamente, sarcopenia, lo que pone en riesgo su autonomía funcional a medio-largo plazo. Realizar una valoración geriátrica integral para analizar sus necesidades y establecer un plan de intervención individualizado, en el que se fijen objetivos, también en términos de prevención del deterioro cognitivo, debe ser la forma de proceder para la población mayor, con y sin riesgo vascular establecido".

Pautas nutricionales "a medida" para la población de más edad

En relación con las pautas nutricionales en general y a las referidas al consumo de lácteos en particular, dirigidas a este grupo de población, la Dra. Fernández señaló que actualmente se recomienda ingerir a diario tres raciones de lácteos (en forma de leche o unidades equivalentes de sus derivados: yogur, ración de queso, etc.), y recordó la necesidad de asegurar un adecuado aporte de calcio y vitamina D para garantizar la salud ósea y muscular.

Asimismo, la Dra. Fernández comentó otras evidencias que, en línea con esta investigación, vinculan determinados nutrientes con la salud cognitiva: "Hay múltiples estudios que han relacionado la ingesta de alcohol con el desarrollo de la demencia, degenerativa o de forma indirecta por la aparición de eventos vasculares que, a largo plazo, condicionan la instauración del deterioro cognitivo. Asimismo, la ingesta de productos con elevado índice glucémico (azúcares simples, pan blanco…) también predispone a la pérdida de función cognitiva, incluso en personas no diabéticas".

"Por otro lado, la evidencia científica que relaciona el contenido de sal en la dieta con la salud cardio y cerebrovascular así como con las enfermedades neurodegenerativas es dilatada, por lo que debemos limitar su uso para asegurar un estilo de vida saludable. Y, de la misma manera, se sabe que reducir la ingesta de productos ricos en grasas saturadas promueve una función cognitiva mantenida a lo largo de los años", manifestó la Dra. Fernández.

La Dra. Fernández hizo hincapié en que para garantizar el mantenimiento de la función muscular y cognitiva en las personas mayores es obligado realizar una valoración nutricional individualizada, explorando sus costumbres culinarias y teniendo en cuenta su capacidad económica. "En este marco, las principales recomendaciones generales son evitar el consumo de alcohol, limitar la ingesta de sal, de productos ricos en grasas saturadas y de elevado índice glucémico, a lo que hay que añadir la consideración del uso de productos lácteos pobres en grasas (desnatados o semidesnatados) en el caso de presentar un riesgo vascular elevado".

Finalmente, y en cuanto a los siguientes pasos que está previsto dar en la investigación llevada a cabo por su grupo y los aspectos concretos en los que sería deseable tener más evidencia, Ni incidió en que el deterioro cognitivo es un proceso que progresa a largo plazo, "por lo que sería interesante dar continuidad a este estudio, sobre todo cuando acabemos los 6 años de intervención del proyecto PREDIMED-Plus, para estudiar en ese momento las asociaciones del consumo de lácteos y el cambio de la función cognitiva a los 6 años de seguimiento, enfocando la investigación en la significación de las evidencias clínicas".

Ni y la Dra. Fernández han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

Este contenido fue publicado originalmente en Medscape en español, parte de la Red Profesional de Medscape.