Conocer la fragilidad de los mayores es fundamental para mejorar su calidad de vida

  • Pura C.Roy

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Vivimos en una sociedad en la que las personas mayores son cada vez más numerosas. El paso del tiempo aumenta el riesgo de discapacidad y por tanto de dependencia. Detectar estas vulnerabilidades con antelación es necesario para abordar y retrasar los eventos adversos que se derivan de la fragilidad, como las enfermedades crónicas, caídas, accidentes u hospitalizaciones. España se encuentra a la cabeza de los países con una esperanza de vida más alta del mundo. En 2019 era de 83,8 años (86,6 en mujeres y 80,9 en hombres).

La fragilidad supone un estado previo a los posibles deterioros de salud. Con sencillas herramientas y la promoción de la salud sería posible retrasar la dependencia y con ello reducir costes en el sistema sanitario. 

La fragilidad del anciano es un concepto relativamente nuevo pero ya es un término muy utilizado en Medicina. Conocer la existencia de la fragilidad e identificar los factores de riesgo que pueden desencadenarla es fundamental para crear pautas e instrumentos de valoración que permitan detectar al anciano frágil. Esto supone un paso adelante en la prevención y en la mejora de la calidad de su vida. 

Según el Ministerio de Sanidad la fragilidad en España tiene una prevalencia estimada del 18 % en las personas de 65 años o más, siendo del 12 % a nivel comunitario y de un 45% en atención sanitaria. Es una prioridad de salud pública por su elevada prevalencia, en previsible ascenso al ser  factor asociado a la edad. Y especialmente porque es prevenible, detectable y tratable. Abordando la fragilidad se conseguirá una población mayor más autónoma y con mayor capacidad funcional, para desarrollar una vida plena. 

Actualización

Para avanzar en este objetivo el Ministerio de Sanidad ha publicado recientemente la Actualización del Documento de Consenso sobre Prevención de la Fragilidad en la Persona Mayor que llevaba sin revisarse desde el año 2014. Su objetivo principal es que la longevidad se vea acompañada de buena salud. Por esto, propone que se trabaje sobre esta transición vital para que se pueda desarrollar de forma activa y saludable, disminuyendo los procesos de dependencia o discapacidad, actuando sobre los entornos y los factores modificables. 

Este documento se ha elaborado en el seno del Grupo de trabajo para la prevención de fragilidad y caídas de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud, formado por todas las comunidades y ciudades autónomas, sociedades profesionales (SEMERGEN, SemFYC, SEMG, SEGG, FAECAP, AEC) así como por el Centro de Investigación Biomédica en Red en su área de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) y diversos expertos. 

Para el geriatra Francisco Tarazona, vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de geriatría y gerontología (Segg), “el término fragilidad proviene de un constructo consensuado por las dos escuelas más importantes que la han investigado a lo largo de los años. La primera es la de Linda Fried, asociada al fenotipo que tiene en cuenta cinco criterios: disminución en la velocidad de la marcha, pobre actividad física, autorreporte de cansancio físico, pérdida de peso no intencional y debilidad muscular;  y la segunda es la de Kenneth Rockwood, que define la fragilidad como un cúmulo de déficits individuales. Todo ello, en conjunto, permite definir la posible vulnerabilidad que genera una alteración funcional y su evolución y un posible riesgo de eventos adversos en los que se encuentran diversos deterioros”. 

La actualización propone la captación activa de personas de 70 años o más, tanto en el ámbito sanitario como en ámbito comunitario, para valorar su situación y descartar la presencia de dependencia moderada-grave establecida ya que se podrán beneficiar de otros programas específicos. 

Además propone que las personas con alta sospecha de fragilidad sean reevaluadas cada 6 meses y las no frágiles, anualmente. En todas las personas se realizará promoción de estilos de vida saludables. Tarazona está de acuerdo con estos plazos al considerarlos razonables para realizar los sucesivos cribados. La evaluación de la implantación de esta actualización será cada dos años con el objetivo de que, al menos, el 80 % de las comunidades autónomas hayan introducido el programa en 2025. 

Tarazona pone en valor su especialidad. “La geriatría tiene mucho que decir, cada vez somos más valorados por otros especialistas por la colaboración que se pueda producir. También pone en en valor el trabajo en equipos interdisciplinares”. 

Esta nueva guía pone a disposición de los profesionales sanitarios de atención primaria un valioso recurso que les guiará, aplicando un sencillo algoritmo, a la hora de captar a la población de 70 años o más susceptible de beneficiarse del programa de detección precoz de fragilidad, su posterior valoración geriátrica integral, y la planificación de intervenciones específicas, de forma coordinada y vinculada a los recursos disponibles.

También se propone, una vez instaurado el programa en atención primaria, la detección precoz de la fragilidad en entornos residenciales y comunitarios con posterior derivación a la atención primaria. 

Materiales de apoyo

Conjuntamente se han elaborado una serie de materiales de apoyo a este documento, como infografías sobre el abordaje de la fragilidad, dirigidas a  la ciudadanía y a los profesionales sanitarios.

La actualización de estas recomendaciones era muy necesaria, porque según Tarazona,  la geriatría como cualquier otra disciplina científica tiene avances. “Cada vez tenemos más evidencia científica que demuestra que las medidas no farmacológicas, como el correcto nivel nutricional y la actividad física programada e individualizada para estos mayores, permite revertir o, en los casos menos favorables, atenuar los efectos de la fragilidad. También el abordaje de las prescripciones inadecuadas y la polifarmacia. Por ello, como todos los documentos, necesita ser revisado periódicamente porque la ciencia no es estática, sino dinámica para conocer mejor los mecanismos biológicos moleculares, fisiopatológicos del devenir de la fragilidad y para establecer las mejores estrategias”. 

El geriatra también pone en valor la medicina de atención primaria por su labor transversal. “Es importante para detectar la fragilidad precoz. La medicina comunitaria, que es la gran olvidada, permite el desarrollo grupal de prevención. La atención primaria es muy importante porque permite un buen cribado de pacientes, como los oncológicos y los que tienen problemas cognitivos, así como el control de pacientes con enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes”. 

Los mecanismos implicados en la etiología de la fragilidad son complejos, pero dos elementos son esenciales en su aparición y desarrollo, la malnutrición y la sarcopenia. Son problemas muy frecuentes y graves en el anciano, que unidos a otros factores (genéticos, sociales, hormonales, enfermedades crónicas) forman parte de lo que se llama el ciclo de fragilidad, en el cual existe una retroalimentación entre los diferentes elementos que lo forman. 

Desde la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), que también ha participado en esta actualización, señalan que un punto importante del consenso conseguido es que llevará “asociada una evaluación de resultados y del proceso, lo que contribuirá a controlar que el nuevo protocolo se aplique en todas las comunidades autónomas”.

“Cuando se determina que una persona es frágil o tiene una alta probabilidad de ser frágil, se pasa a la fase de intervención, que consiste en una valoración geriátrica integral en atención primaria que nos va a indicar y ayudar a individualizar las actividades que se van a recomendar, que, básicamente, y como ejes principales son el ejercicio físico multicomponente (aquel que combina la actividad aeróbica, de resistencia o fuerza, el equilibrio y la flexibilidad); dieta saludable y revisión de la medicación. Unas intervenciones que han demostrado efectividad”, recogen como conclusiones en su página web.

No existe un límite preciso entre la fragilidad y la buena funcionalidad, y con la discapacidad y dependencia, por ello, Tarazona también recomienda una buena socialización y la estimulación cognitiva, dos puntos fundamentales. Siendo el elemento cognitivo el que requiere de una monitorización más estrecha de los sujetos. 

Por otro lado, esta actualización va en la línea de lo que recomienda la Joint Action Advantage (Acción Conjunta Europea sobre Fragilidad), que sitúa las pruebas de ejecución como prioritarias para hacer una buena detección de fragilidad.