CombiVacS: la disminución de anticuerpos a los seis meses de la pauta de vacunación contra la COVID-19 avala el uso de una tercera dosis
- Andrea Jiménez
En mayo del 2021, el Instituto Carlos III de Madrid (ISCIII) presentó los resultados preliminares del ensayo clínico CombiVacS, concluyendo que la administración de una segunda dosis de la vacuna de Pfizer a los vacunados con aquella de AstraZeneca desarrollaba anticuerpos neutralizantes sin efectos secundarios graves. Como indicaba el estudio, entonces en fase dos, los vacunados que habían recibido la primera dosis de AstraZeneca podían recibir de una manera eficaz y segura una segunda dosis de Comirnaty (Pfizer/BioNTech).
Conclusión que avaló la revista The Lancet, la cual publicó lo resultados del centro español que demostraron la viabilidad inmunológica y clínica de la combinación de dos vacunas distintas frente a la infección por el SARS-CoV-2 proporcionando el apoyo científico para introducir pautas de vacunación con estas combinaciones que han sido adoptadas por muchos países a lo largo de la pandemia.
Como explica Pablo Guisado Vasco, especialista de Medicina interna y Enfermedades autoinmunes en el Hospital Quirón: “Aunque la investigación dio resultados determinantes sobre la eficacia de administrar dos vacunas distintas, el ensayo del ISCIII estaba mal planteado porque en su diseño no comparaba realmente los efectos de la pauta homóloga con los de la combinación heteróloga, ya que el grupo control no contaba entonces con ninguna vacuna”.
Recientemente, el grupo de estudio del ensayo CombiVacS que ha analizado la evolución de la respuesta humoral y celular de las vacunas contra el SARS-CoV-2 hasta el día 180 después de la última pauta, ha confirmado que, seis meses después de la vacunación contra el SARS-CoV-2 con la pauta completa o con la segunda dosis, los niveles de anticuerpos descienden, pero se mantienen en niveles con actividad neutralizante, avalando el uso de una tercera dosis.
La investigación, publicada en la revista eClinicalMedicine y que ha permitido analizar tanto la inmunidad humoral, la que proporcionan los anticuerpos, como la celular, la conferida por los linfocitos T, parte del análisis de 676 pacientes que habían recibido una primera dosis de la vacuna de AstraZeneca. Ambos recibieron una segunda dosis de Pfizer a los dos meses (grupo de estudio) y tres meses (grupo control) tras la primera dosis.
De acuerdo con los datos de la publicación, los investigadores estudiaron las respuestas inmunitarias humoral y celular pasado un mes, tres meses y seis meses tras la segunda inmunización, analizando los anticuerpos dirigidos al dominio de unión al receptor (RBD) del SARS-CoV-2, su eficacia frente a las variantes alfa, beta, delta y ómicron, y la respuesta celular generada por los linfocitos T medida por la producción de Interleucina 2 (IL-2) e interferón-γ (IFN-γ). “Información novedosa que presenta este estudio”, destaca Guisado.
Como señalan los resultados, los títulos de anticuerpos RBD disminuyeron a los seis meses de manera significativa, en comparación con los analizados pasado un mes desde la segunda dosis, y también lo hicieron los anticuerpos neutralizantes. Este descenso es similar al observado con pautas de vacunación homólogas.
Según los datos presentados por el ISCIII, la caída de anticuerpos afectó especialmente a la neutralización de las variantes beta y ómicron, ya que solo un 20 % de los pacientes participantes en el ensayo mostraron títulos de anticuerpos neutralizantes suficientes para bloquear estas variantes pasados esos 180 días. “Algo lógico teniendo en cuenta que la variante beta casi no ha circulado en España y que omicrón es la que presenta más escape inmune”, manifiesta el especialista.
Por otra parte, los autores destacan que el retraso de un mes en la administración de la segunda dosis en el grupo control no tuvo un efecto perjudicial, sino que indujo respuestas más potentes tras la vacunación. “Que el retraso de la pauta de la dosis más de un mes podría mejorar la respuesta inmunitaria ya se conocía. La conclusión indirecta del artículo es que si se administra una tercera dosis a los tres meses se restablecen los niveles de anticuerpos. Pero no dice lo más importante, y es que, restablecer la inmunidad protegería contra la enfermedad grave, los ingresos en la UCI y la mortalidad”, apunta el experto de Quirón.
Como conclusión, el estudio sugiere que la decisión de administrar una tercera dosis fue efectiva, que es recomendable replantear vacunaciones frente a nuevas variantes de escape, y que nuevas investigaciones deberán ayudar a precisar esta estrategia.
“Pero todavía quedan muchas preguntas relacionadas con las políticas sanitarias por responder, como, por ejemplo: ¿Cada cuánto vamos a tener que estar vacunándonos? ¿Cuántas dosis va a necesitar la población que se ha reinfectado con distintas variantes? ¿Cómo van a afectar los factores de riesgo a las pautas?”, cuestiona Guisado.
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