Clima, contaminación y salud

  • Dr. Miguel Álvarez Deza

  • Maria Baena
  • Editorial
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Nuestra salud está determinada por muchos factores, y entre ellos hay cuatro principales: la biología humana, la asistencia sanitaria, las condiciones socioeconómicas y el medioambiente. Muchas veces relacionamos la salud solamente con la atención médica y no tenemos en cuenta lo decisivos que son nuestro estilo de vida y el entorno en el que vivimos.

La contaminación del aire y el cambio climático están estrechamente relacionados y comparten la misma causa, la quema de combustibles fósiles. El calentamiento global del planeta se acelera por la emisión de gases de efecto invernadero causados por las actividades humanas. Los principales son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido de nitrógeno (NO2). La temperatura media de la Tierra ya es 1,2 ºC superior a los niveles preindustriales a causa de esos gases. El aire contaminado es el cuarto factor de riesgo de mortalidad a escala global, por detrás de la hipertensión arterial, el tabaco y la dieta inadecuada.

Aunque los contaminantes atmosféricos pueden dañar prácticamente cualquier órgano del cuerpo humano, son las enfermedades cardiovasculares y las respiratorias las que más muertes ocasionan. En los adultos, el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el cáncer de pulmón son tres enfermedades respiratorias epidemiológicamente importantes, relacionadas con la contaminación atmosférica. La EPOC es la cuarta causa de mortalidad tanto en nuestro país como a nivel mundial y puede considerarse a la contaminación ambiental como causa directa de la misma. Se especula también entre la relación de contaminantes ambientales y una mejor vehiculización de partículas del SARS-CoV-2 a mayores distancias.

Otras enfermedades asociadas a la contaminación del aire son las reumáticas, las neurodegenerativas o la diabetes. Por otro lado, la exposición a contaminantes ambientales se asocia a impactos negativos en la fertilidad, en el embarazo (parto prematuro), así como en los recién nacidos y en los niños. En estos últimos, al ser exposiciones en épocas muy tempranas de la vida, van a tener más tiempo para desarrollar los efectos, por lo que el daño será mayor en términos de años de vida perdidos o años con discapacidad.

A nivel de salud mental, la contaminación atmosférica también se relaciona con riesgo de ansiedad y depresión así como con un deterioro de la capacidad cognitiva en adultos. 

Los impactos directos del cambio climático, como la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, temperaturas más elevadas, sequías, tormentas fuertes e inundaciones, así como también la migración masiva de refugiados climáticos, tienen consecuencias para la salud, a través del aumento de enfermedades infecciosas, cardiovasculares, respiratorias, mentales o alérgicas, e incluso con la aparición de desnutrición. Este impacto del cambio climático no es homogéneo y afecta generalmente a las poblaciones más vulnerables, ancianos y niños y, sobre todo, a los países con bajos recursos económicos.

El cambio climático tiene una gran influencia en la distribución de los vectores de enfermedades infecciosas, principalmente de los mosquitos (dengue, chikungunya, hantavirus, malaria, fiebre del valle del Rift, virus del Nilo occidental o zika) que se están extendiendo, fuera de su hábitat natural, a otras partes del mundo, lo que implica cientos de infecciones al año y con ello miles de  muertes.  Otros vectores a tener en cuenta son las garrapatas, transmisoras de la enfermedad de Lyme y de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo, la cual ya es una enfermedad endémica en España y para la que solo nos queda la prevención. Por otra parte, el calentamiento de la superficie del mar se acompaña a su vez de un aumento en la concentración de vibrios causantes de brotes.

Un efecto muy importante del cambio climático se observa en la calidad nutricional de los cultivos de cereales, como trigo, arroz o avena. Se ha demostrado una disminución en los niveles de proteínas, así como de micronutrientes y de vitaminas. 

El cambio climático, no puede considerarse un fenómeno exclusivamente ambiental, sino que han de contemplarse también las profundas consecuencias económicas y sociales, y en especial sobre la salud pública.

La emergencia climática va a cambiar la forma en la que vivimos, enfermamos y hasta en la que morimos. Hay por tanto una gran oportunidad para que los profesionales sanitarios ayuden a que los pacientes vean las conexiones entre el cambio climático y su salud.

Abordar el cambio del clima puede ser la mayor oportunidad para la salud pública global del siglo XXI. Encontrar soluciones para disminuir la contaminación del aire y el cambio climático requiere de acciones conjuntas, a través de una energía limpia, para que se reduzcan las emisiones atmosféricas, disminuya la mortalidad y la aparición de enfermedades y se reduzcan los costes derivados del cuidado de la salud.

“Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo.Yo quisiera ser civilizado como los animales…” (El progreso, Roberto Carlos).

El Dr. Miguel Álvarez Deza es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.