Carguitis

  • Dr. Miguel Álvarez Deza
  • Editorial
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El Centro para el Control de Enfermedades Transmisibles de Pelotarapid ha alertado sobre una enfermedad que ha llegado a nuestra comunidad, la carguitis o diarrea del cargo. Proceso definido como “inflamación de glúteos que suele presentarse en individuos que estrenan cargos públicos, a los que han llegado de manera rápida e inesperada y frecuentemente gratuita, sin la debida preparación y experiencia profesional”. 

Las manifestaciones clínicas de este proceso pueden ser muy variadas, si bien en el 99,9 % de los casos se reconoce la tríada de poltronismo, desfachatez e incompetencia. En la mayoría de los casos, además de las anteriores, se encuentran otras características como necedad, verborrea incontinente compensadora, aplanamiento de glúteos, idiocia y diarrea mental episódica. 

También es frecuente observar una tendencia al impulso ocupacional, siempre están muy ocupados, que junto con la disminución de inhibiciones les lleva a sobrevalorar su autoseguridad y capacidad de rendimiento, llegando a considerarse jueces o árbitros de múltiples situaciones y sucesos ajenos a sus conocimientos, arriesgándose en la toma de decisiones que pueden resultar equivocadas. Es frecuente su intromisión en campos de conocimientos que siempre le resultaron desconocidos. La inteligencia les persigue, pero ellos van más rápido.

Asimismo, tienen complejo de jirafa al sentir una especial debilidad por las cámaras y flashes en actos públicos, metiendo la cabeza por cualquier hueco para salir en la foto oficial, lo cual no evita que sigan siendo ignorados y unos grandes desconocidos para la mayoría de los ciudadanos. Se sienten omnipotentes y omnipresentes por eso suelen acompañar a sus superiores ejerciendo de palmeros en todo tipo de actos y reuniones. 

Tienen una personalidad regida por las emociones más primitivas, las más agresivas y faltas de empatía, ahí donde solo respira el placer de la dominación y la preocupación por uno mismo. En sus mentes no existe el autocontrol, y aún menos la consideración por los demás.

El sujeto con carguitis ha sido descrito en la literatura médica como un individuo de rasgos claramente paranoides, marcadamente querulante y persecutor, que debe ser sometido a un examen psiquiátrico y que puede llegar a ser peligroso para las personas a las que supuestamente dirige, agravado por su carácter mesiánico e ignorancia supina. Tiende a echarle la culpa a los que le rodean de sus decisiones equivocadas. 

Todos los estudios epidemiológicos realizados coinciden en señalar un incremento significativo de la mencionada enfermedad, en los últimos tres años, de tal magnitud que puede y debe ser considerada como una epidemia.

El diagnóstico es relativamente sencillo, sin necesidad de anamnesis ni pruebas complementarias, y viene dado por el reconocimiento de los síntomas descritos anteriormente. En otras palabras, salta a la vista, por lo que hay que tener cuidado y proteger los ojos cuando estamos delante de un paciente con carguitis.

El pronóstico suele ser grave. Aunque en unos pocos casos se produjo la curación espontánea, al llegar el cese, la enfermedad sigue su curso progresivo e irreversible. El cese, sea inesperado o no, constituye una durísima agresión psicológica, que puede llegar a ser muy intensa, sobre todo en los casos en los que el nivel de poder se había alcanzado muy rápidamente.

El tratamiento de la enfermedad, por desgracia, es desalentador. Se pueden utilizar desde lavativas y los fomentos propuestos en la antigüedad hasta los implantes de silicona radioactiva en la mucosa anal, pero todas la medidas terapéuticas han resultado hasta ahora ineficaces.

Déjalos que persistan en su empeño, de pensar que sólo con fortuna y con poder, darán la talla… (El resto es humo, L.E.Aute).

El Dr. Miguel Álvarez Deza es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.