Cáncer de piel: ¿son eficaces las medidas de prevención primaria y secundarias actuales?

El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados. El acceso al contenido completo es sólo para profesionales sanitarios registrados.

El cáncer de piel es el tipo de cáncer más frecuente en el mundo, siendo la exposición solar el principal factor de riesgo modificable. La incidencia ha aumentado en los últimos años, así como la mortalidad a pesar de existir medidas de prevención primaria.

Investigadores españoles han realizado una revisión sistemática para explorar las medidas de prevención primaria (aquellas que actúan sobre los factores causales y predisponentes de la enfermedad) y las de prevención secundaria (diagnóstico precoz) del cáncer de piel en los últimos 10 años, para comprobar su efectividad y si son realmente suficientes.

Cáncer cutáneo

El cáncer de piel se divide en melanoma y cáncer cutáneo no melanoma.

El melanoma es un tumor agresivo con gran capacidad de metastatizar cuyo principal factor de riesgo es la exposición solar, que influye en la variedad clínico-patológica del melanoma. Una exposición solar intermitente o quemaduras durante la infancia predispone al desarrollo de un melanoma de extensión superficial mientras que la crónica predispone a la aparición de lentigo maligno. Ambas se relacionan con el melanoma nodular. El subtipo lentigoso acral parece no tener relación con la exposición solar.

Dentro del cáncer cutáneo no melanoma, los más frecuentes son el carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular. El carcinoma basocelular es el tumor maligno más frecuente, representando hasta el 60 % de todos los tumores cutáneos. Ambos tienen como factor de riesgo la exposición solar, el basocelular se relaciona con la exposición solar intermitente y el espinocelular con la acumulada en el tiempo.

Diseño del estudio

Se llevó a cabo una búsqueda de la literatura en las bases de datos de Medline con artículos publicados desde el 1 de enero de 2011 hasta el 14 de marzo de 2021 limitada a revisiones sistemáticas y metanálisis de los últimos 10 años en inglés, español, italiano, francés y alemán que incluyeran información relacionada con la prevención primaria y secundaria del cáncer de piel. Finalmente se incluyeron 728 artículos.

Medidas de prevención primaria

Los programas educativos destinados a informar a la población sobre los riesgos del cáncer de piel y mejorar los hábitos de fotoprotección son la medida más estudiada e implementada. Sin embargo, los autores advierten de que falta evidencia sobre su impacto directo en la morbimortalidad por cáncer de piel. 

Los sistemas evaluadores de riesgo se utilizan para identificar a las personas con mayor riesgo de desarrollar cáncer cutáneo y así incidir en las medidas preventivas en esta población. Los factores de riesgo incluyen el número de nevos (el más importante), el grado de fotoexposición, la presencia de pecas y su densidad, antecedentes de quemaduras solares, el color de pelo y piel y la edad. La revisión concluye la utilidad de estos modelos pero advierten de que se necestian modelos validados para su uso sistemático en la práctica clínica.

El uso de fotoprotector como medida de prevención no parece reducir el riesgo de desarrollo de melanoma ya que se asocia a un aumento de exposición solar por la falsa sensación de seguridad que produce, sumado a que en muchas ocasiones su aplicación no es adecuada. 

Medidas de prevención secundaria

Los sistemas digitales de toma de imagen con dermatoscopia son útiles en pacientes de alto riesgo, favoreciendo el diagnóstico en etapas tempranas y también para diferenciar entre lesiones benignas y malignas, sobre todo si se combina con la inspección visual y es llevada a cabo por dermatólogos (su uso en atención primaria es más controvertido). 

La inteligencia artificial combinada con el uso de dermatoscopia parece ser un método útil para el diagnóstico precoz, incluso en atención primaria. 

La fotografía corporal es útil para el diagnóstico de melanoma en estadios precoces en pacientes de alto riesgo, aunque los autores advierten que se necesitan más estudios para su implementación.

Respecto a las aplicaciones para el teléfono móvil para el diagnóstico de cáncer cutáneo, los autores concluyen que no se puede confiar en ellas por sus limitaciones ya que solo están diseñadas para distinguir el melanoma de otras lesiones. El uso de teléfonos móviles junto con las teleconsultas sí que fueron útiles para facilitar derivaciones desde atención primaria a dermatología.

El cribado de la población general parece no ser efectivo siendo necesarios modelos que seleccionen a los pacientes con mayor riesgo de desarrollar melanoma. La eficacia del autoexamen cutáneo es controvertida.

¿Son suficientes las medidas actuales?

La incidencia y mortalidad por cáncer de piel siguen aumentando a pesar de las medidas preventivas, por lo que parece que estas no son del todo eficaces. Las estrategias actuales son fundamentalmente las medidas educativas y el cribado en población de alto riesgo. Las primeras requieren políticas concordantes para favorecer su aplicación ya que, según esta revisión, parecen ser las más efectivas.

El cribado de la población de alto riesgo realizado por un dermatólogo mediante la combinación de examen visual y dermatoscopia parece ser efectivo, sin embargo sigue sin estar claro cuál es esta población y cómo identificarlo. Por ello los autores concluyen que “son necesarios modelos de precisión de riesgo de melanoma y guías de práctica clínica que regulen el proceso de identificación y seguimiento.” También inciden en la importancia de que la población conozca los signos de alarma.

Las nuevas tecnologías podrían ser de gran utilidad para el médico de atención primaria para la correcta derivación de pacientes, pero es necesaria la formación de estos profesionales para diferenciar entre lesiones benignas y malignas, ya que es una parte importante del proceso de prevención.