Cómo introducir el cambio climático en las facultades de medicina españolas

  • Olga Fernández Castro
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El cambio climático es una realidad que cada vez preocupa más a la sociedad. En España, más del 70 % de las personas de entre 30 y 59 años están totalmente seguras de que este fenómeno está ocurriendo, según el informe Investigación Social de la Percepción del Cambio Climático en España que forma parte del proyecto Red4C, cuyo objetivo es crear una red de trabajo nacional formada por entidades de todo tipo, dedicadas al ámbito de la ciencia ciudadana y/o cambio climático.

Los cambios en el clima tienen efectos colaterales en la salud que ya han sido ampliamente descritos, como se plasma en el documento Alianza Médica contra el Cambio Climático, elaborado por el Consejo General de Colegios Médicos de España (CGCOM) con la finalidad de sensibilizar al conjunto de facultativos españoles para combatir el cambio climático. Las infecciones transmitidas por vectores, los daños ocasionados por la contaminación del agua tras las lluvias extremas, el aumento de las infecciones respiratorias debidas a las variaciones de temperatura, el aumento en la incidencia de enfermedades alérgicas y asmáticas por la polinización, la mortalidad por los eventos de calor extremo… son solo algunos de los que detalla.

Llevarlo a las facultades 

Integrarlo en los planes de estudios de los futuros médicos es el siguiente paso a seguir para concienciar a la profesión médica sobre su importancia. “El cambio climático es una de las cuestiones de actualidad más importantes, que tiene un efecto directo sobre la salud de los individuos. Lógicamente, esto debe ser puesto en conocimiento de nuestros estudiantes para que se formen correctamente”, explica a Univadis España Joaquín García-Estañ, catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia y autor del artículo El cambio climático en las Facultades de Medicina publicado en Revista Española de Educación Médica. 

¿Cómo integrarlo en las facultades? Según detalla García-Estañ, los enfoques más comunes consisten en incluir los temas climáticos en asignaturas ya existentes o en ofrecer cursos optativos centrados en el clima. 

“Lo ideal probablemente es lo primero, porque lo realmente difícil en la Facultad de Medicina es cambiar el plan de estudios para implantar nuevas asignaturas o sustituir una por otra. También se pueden ofertar asignaturas optativas, pero en este caso solo los estudiantes muy interesados se apuntarían, por lo que va en contra del concepto de incorporar la educación climática como conocimiento fundamental para todos los futuros médicos”, apunta. 

Asimismo, el estudio The Unique Role of Medical Students in Catalyzing Climate Change Education realizado por estudiantes de medicina de la Universidad de Emory, Atlanta (Estados Unidos), coincide en que la mayor barrera que se han encontrado para incluirlo en el plan de estudios es la logística de agregar algo a un plan de estudios ya ajustado.

Un enfoque más práctico

En España, la experiencia de implantar asignaturas de cambio climático es limitada. En la Facultad de Medicina de Murcia acaban de crear la asignatura optativa “Medicina Medioambiental (pediátrica)”, donde “se dedica un amplio contenido no solo al cambio climático sino a cómo debe trabajar el médico el cambio climático. Es un tema que aún está poco introducido en las universidades porque los profesores en las facultades de Medicina tienen escasa o nula formación en salud medioambiental”, señala a Univadis España Juan Antonio Ortega García, director de la Unidad de Salud Medioambiental del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia. 

Para este médico ambiental la clave reside en cómo enfocar la enseñanza: “Esta nueva asignatura que hemos creado está orientada a los enfermos y a la práctica clínica. Lo ideal es que los alumnos vayan al hospital o salgan al bosque, donde por ejemplo pueden medir con sensores de contaminación atmosférica y ver que el nivel es mucho mejor ahí que en la ciudad, o medir el cortisol en la saliva y comprobar que es más bajo cuando estás en el campo que cuando estás en la ciudad. En la consulta también es muy importante trabajar la huella de carbono e identificar las emisiones de CO2 en las familias y en los enfermos crónicos”. Según este especialista, en el futuro la huella de carbono de cada persona será un indicador de salud global clave, “de manera que para reducir el riesgo cardiovascular lo importante no será reducir el colesterol sino la huella de carbono personal”.