Buenos días, soy el doctor...

  • Dr. Ángel Benegas Orrego
  • Editorial
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Numerosos avances en el día a día de la profesión médica actual guardan relación directa con la adaptación que el sistema sanitario, y su planificación y gestión, tuvo que sufrir hace ya tres años con el inicio de la pandemia. Uno de los que más me llaman la atención son las consultas telefónicas. Somos muchos los que, día tras día, vemos en nuestras agendas asistenciales el concepto de “visita telefónica” y no somos conscientes de lo que ello, bajo mi humilde entender, supone. 

Hemos aceptado de forma inminente una nueva forma de valoración del paciente. Hemos pasado por el aro en este sentido y hemos perdido una de las capacidades más valiosas que disponemos como médicos, nuestra herramienta terapéutica más llamativa: la comunicación. Muchos de vosotros podéis llegar a pensar que la comunicación no se ha perdido, sino que ha cambiado de forma de presentación.Sin embargo, me gustaría recalcar la importancia que tiene nuestra comunicación con el paciente. 

En una sociedad que ha visto evolucionar la medicina hasta el modelo actual de medicina individualizada, en muchas ocasiones, lo que los pacientes necesitan es la interacción cara a cara con el médico que trata sus dolencias, ya sea para solicitar recetas o para derivar al especialista ante los resultados de alguna prueba complementaria. Tanto es así, que las visitas telefónicas, en numerosas ocasiones, se convierten en la puerta de entrada a recibir una cita presencial. ¿Hemos perdido la humanidad que tanto caracteriza, y diferencia, a nuestra profesión? 

Bajo mi punto de vista la respuesta es un sí rotundo. Tanto es así que muchos de nosotros, en ocasiones, optamos por intentar atajar este método y volver a la citación presencial. ¿Cómo puedo realizar una exploración física de una dolencia a través de un teléfono? ¿Cómo puede sentirse el paciente al ver que resulta imposible tener una visita presencial con su médico? 

La culpa de todo esto es del sistema. Un sistema que, año tras año (y atrevería a decir día tras día) ve cómo los recursos humanos que dispone se quedan pequeños ante la sociedad en la que vive. Un sistema que debe, de una vez por todas, despegar poniendo a disposición del paciente una gama de recursos que hagan de su experiencia con el sistema sanitario una virtud, y no un calvario como muchos manifiestan en el momento actual. 

Aunqueas visitas telefónicas fueron muy útiles para no dejar de lado en los momentos más duros de la pandemia a aquellos pacientes que lo requerían, es el momento de retomar la presencialidad completa en nuestro sistema y, si para ello es necesario el incremento de personal en las plantillas de los diferentes servicios de salud autonómicos deberán hacerlo. Ya no solo por nuestro bien como médicos, sino por el bien de los pacientes que, recordemos, son el eslabón más importante de este sistema sanitario agonizante. 

Dr. Benegas Orrego. Médico General.