Bajo presión: la salud humana en condiciones extremas
- Gwendolyn Rak
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El poder de la presión se puso de manifiesto cuando el sumergible Titán aparentemente implosionó mientras descendía para explorar los restos del Titanic. La nave se encuentra a 3.800 metros bajo el nivel del mar, donde la presión ambiental es 380 veces mayor que en la superficie del agua.
Sin una embarcación que los proteja, los seres humanos solo pueden sumergirse con fines recreativos hasta unos 50 metros respirando aire a presión de un tanque que llevan a la espalda. Incluso a esta profundidad, la presión ambiental es aproximadamente cinco veces superior a su valor en tierra, y el cambio extremo puede tener efectos perjudiciales para la salud.
Los ambientes extremos se definen principalmente en función de la temperatura y la presión, explica un editorial publicado en Frontiers in Psychology. Los estudios en estas circunstancias han "ampliado los conocimientos en fisiología, poniendo de relieve nuevas vías de regulación, rompiendo viejos conceptos anteriores y ofreciendo nuevos modelos de algunos problemas fisiopatológicos en pacientes", escriben los autores.
Desde las profundidades de la superficie del agua hasta los picos más altos de las montañas, la respuesta corporal a las condiciones hiper e hipobáricas se reduce a la expansión o contracción de los gases que existen en el cuerpo. "Los efectos están relacionados sobre todo con cambios en la presión parcial del oxígeno", explica Richard Moon, Director Médico del Centro de Medicina Hiperbárica y Fisiología Ambiental y profesor de la Universidad de Duke (Estados Unidos), en una entrevista con Univadis.
En estos entornos extremos, la física fundamental se encuentra con la fisiología.
Las profundidades del océano
Las lesiones debidas a un cambio de presión se conocen como barotraumas. Con frecuencia, el barotrauma se produce cuando los buceadores recreativos y profesionales tienen dificultades para recalibrar su oído medio o sus senos paranasales a la presión. El barotrauma del oído medio puede prevenirse con una técnica y velocidad de buceo adecuadas, y a menudo se resuelve sin intervención médica.
Más peligrosos pero menos comunes, los cambios de presión ambiental también pueden causar barotrauma pulmonar, que afecta a los pulmones y puede provocar roturas. Esto puede ocurrir si los submarinistas aguantan la respiración durante su ascenso a la superficie.
El barotrauma pulmonar también se produce en entornos sanitarios. Una revisión sistemática descubrió que se había notificado barotrauma en el 4,2 % de los pacientes hospitalizados por COVID-19. Se encontró una incidencia significativamente mayor entre los que recibieron ventilación mecánica, lo que demuestra la necesidad de métodos más seguros.
Otro peligro del buceo se produce a unos 30 metros por debajo de la superficie, donde el exceso de concentración de nitrógeno empieza a tener un efecto anestésico, provocando un estado similar a la embriaguez denominado narcosis nitrogenada. El efecto empeora progresivamente en aguas más profundas y, a unos 50 metros, "la gente parece estar borracha", afirma Moon. A mayor profundidad, pueden aparecer otros síntomas neurológicos.
El ascenso
En el caso de los submarinistas, el problema más común es la enfermedad por descompresión, conocida coloquialmente como "el mareo", en la que gases inertes como el nitrógeno se expanden y crean burbujas en los tejidos corporales y el torrente sanguíneo. "Es muy parecido a abrir una bebida carbonatada", explica Moon.
La gravedad de la enfermedad por descompresión varía, desde entumecimiento y ligeros dolores articulares hasta parálisis y muerte en casos raros. El riesgo de padecerla se reduce en gran medida ascendiendo lentamente, utilizando algún instrumento que ayude a determinar el tiempo de ascenso.
El tratamiento de la enfermedad por descompresión suele consistir en administrar oxígeno mediante una mascarilla o en una cámara hiperbárica, donde los pacientes respiran oxígeno al 100 % a una presión ambiente dos o tres veces superior a la normal.
El oxígeno hiperbárico tiene varios usos terapéuticos, como el tratamiento de la intoxicación por monóxido de carbono o la gangrena. Los investigadores han descubierto que la mejor oxigenación de lugares con presión atmosférica más alta como el Mar Muerto, situado a 430 metros por debajo del nivel del mar, puede tener beneficios fisiológicos para las personas que padecen enfermedades pulmonares de moderadas a graves debidas a la fibrosis quística.
La enfermedad por descompresión no se limita únicamente a los submarinistas. Fuera de la atmósfera terrestre, este trastorno preocupa a los astronautas, que experimentan una presión ambiental más baja durante las caminatas espaciales en comparación con las condiciones de una nave espacial. Una investigación reciente pretende desarrollar una nueva tecnología de trajes espaciales que ayude a mitigar el riesgo de enfermedad por descompresión
En la cima
La escalada a grandes alturas presenta un desafío similar, ya que la hipoxia puede provocar mal de altura. Este trastorno suele presentarse con náuseas, vómitos y dolor de cabeza cuando la persona no se ha aclimatado a la mayor altitud, donde el aire es menos denso y el oxígeno más escaso.
Para tratar los casos leves de mal agudo de montaña, "suele bastar con tomar paracetamol o algún otro medicamento", explica Moon. Para trastornos más graves en altitud, como edemas pulmonares y cerebrales, es importante evacuar al paciente para que reciba atención en un hospital.
Las personas con problemas de salud subyacentes, como trastornos mentales y cardiovasculares, pueden correr un mayor riesgo, según informes de grupos especializados, como el Instituto de Medicina de Emergencia de Montaña y la Sociedad Internacional de Medicina de Montaña.
Este contenido fue publicado originalmente en Univadis.com
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